Dimite la primera ministra sueca siete horas después de ser elegida

0
261

El semblante de Magdalena Andersson cuando anunciaba esta tarde ante los medios su dimisión como primera ministra de Suecia, apenas siete horas después de ser elegida por el “Riksdag” (Parlamento), lo decía todo. Su satisfacción por convertirse en la primera mujer al frente de un Gobierno en el país nórdico se disipó a las cuatro de la tarde, cuando la Cámara votaba los proyectos de Presupuestos Generales presentados por el Ejecutivo rojiverde y la oposición de derechas.

Mientras que las cuentas públicas elaboradas por Andersson como ministra de Finanzas eran rechazadas, el borrador redactado por conservadores, democristianos y la ultraderecha recibía luz verde con 154 votos a favor y 143 en contra. Los centristas, socios parlamentarios del Gobierno, retiraron su apoyo tras el acuerdo in extremis entre Andersson y el Partido de Izquierda para que no votaron en contra en su investidura. A cambio, los socialdemócratas aceptaban subir las pensiones mínimas 1.000 coronas al mes (unos 100 euros).

Andersson estaba ya preparada para gobernar el año que resta hasta las elecciones del próximo 11 de septiembre con unos Presupuestos de la oposición, pero no esperaba que la tarde aún le deparara otra aciaga sorpresa. Los verdes daban un portazo y anunciaba su salida de la coalición al no estar dispuestos a aplicar unas cuentas “elaboradas por primera vez con la extrema derecha”.

En opinión del líder ecologista, Per Bolund, los Presupuestos de 2022 “diferencian entre personas, sacrifican el presupuesto ambiental y aumentan las emisiones”, refiriéndose a la reducción del impuesto sobre la gasolina y el diésel de 50 céntimos por litro a partir del 1 de mayo.

Según la práctica política sueca, un Gobierno de coalición debe renunciar si un partido decide dejar el Ejecutivo. “A pesar de que la situación parlamentaria no ha cambiado, es necesario volver a intentarlo”, declaró Andersson, que fue elegida esta mañana con los votos a favor de socialdemócratas y verdes y la abstención de centristas y excomunistas.

En el sistema sueco de parlamentarismo negativo, un candidato a jefe de Gobierno debe conseguir no tener una mayoría de diputados en contra, por lo que las abstenciones computan a la postre como apoyos. Andersson recibió 174 votos en contra, uno menos de la mayoría.

Andersson informó al presidente del Parlamento, Andreas Norlén, que todavía está interesada en liderar un Gobierno socialdemócrata en solitario. “Para mí se trata de respeto, no quiero liderar un Ejecutivo donde pueda haber motivos para cuestionar su legitimidad”, aseguró tras el inesperado portazo del Partido Verde.

Norlén anunciará mañana jueves los próximos pasos a seguir, si bien todo apunta a que Andersson volverá a someterse a la confianza del “Riksdag” si mantiene la abstención de centristas y socialistas y el apoyo de Los Verdes, que han confirmado que apoyarían un futuro Gobierno de Andersson tras abandonar el Ejecutivo.

Apenas once meses en los que Andersson tiene la ardua tarea de recuperar la confianza para un partido en horas bajas tras siete años en el Gobierno y el desgaste de la gestión de la pandemia de coronavirus y la moción de censura del pasado 21 de junio. Todo ello empujaron a Löfven a anunciar su retirada en agosto para permitir a su sucesora preparar a los socialdemócratas para una cita electoral en la que la derecha parte como favorita.

Entre sus prioridades, Andersson citó en su proclamación como líder del SAP el 4 de noviembre reforzar el Estado del Bienestar, liderar la lucha contra el cambio climático y combatir la criminalidad en las calles. En concreto, aboga por acabar con la gestión privada de la educación, la sanidad o el cuidado de mayores. “Quiero que retomemos el control democrático sobre la escuela, la atención médica y el cuidado a los ancianos”, anunció este jueves en Gotemburgo. Derogar esta política iniciada por el Gobierno conservador del ex primer ministro Frderik Reinfeldt puede ser visto como un guiño al ala izquierda del partido y a antiguos votantes socialdemócratas que se han pasado a los ex comunistas. [La Razón]