El trilema imposible del regulador bancario

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Según el fundamento económico denominado “Trilema monetario” un país solo puede escoger dos de estas tres opciones: tipo de cambio fijo, libre movimiento de capitales y una política monetaria autónoma. La mayoría de los países occidentales eligen no tener un tipo de cambio fijo.

Analógicamente el regulador bancario debe elegir dos de estas tres opciones: depósitos garantizados, rentabilidad adecuada al libre mercado o propiedad Privada. Actualmente los bancos son de propiedad privada y de sus valoraciones se derivan unas rentabilidades, pero los depósitos no están completamente garantizados.

Que Estados Unidos o la UE garanticen los depósitos al 100% es hoy por hoy una quimera. Primero, porque los países no tienen capacidad de cumplir esta promesa sin crear moneda y sus efectos negativos; segundo, porque el coste político es alto, y finalmente, porque podría provocar un esquema Ponzi en la banca donde los bancos débiles atraen depósitos (garantizados) ofreciendo altos rendimientos que se invierten en proyectos con altas rentabilidades y riesgos donde si salen bien ganan los accionistas, pero si no salen bien pierde el país y sus ciudadanos.

Si se quiere garantizar los depósitos en un banco privado, la única posibilidad es forzarle a tener un capital muy alto y una limitación en la toma de riesgos. Con estos mimbres la rentabilidad esperada de ese banco sería muy baja y sin inversores. Otra posibilidad sería un banco público, pero no hace falta demostrar la rentabilidad de esta institución pública cuyo coste final lo pagarían los ciudadanos.

En la UE no se puede cambiar la propiedad de los bancos y es inimaginable una entidad pública, por tanto, la rentabilidad esperada de las entidades la decide el mercado y así los depósitos no están explícitamente asegurados al 100%. Si bien, lo realizado con Silicon Valley Bank (SVB), Credit Suisse o Banco Popular se acerca a una garantía implícita total de los depósitos lo cual crea, potencialmente, el problema de Ponzi comentado.

Lo que evita finalmente este problema es que la solución dada a estos bancos no está garantizada que se haga con el siguiente, de ahí que el riesgo a perder los depósitos más allá de que el límite garantizado actualmente siga existiendo.

Los reguladores están intentando salvar este trilema bancario jugando en el filo de la navaja, esto es, no se garantizan los depósitos al 100% pero cuando ha habido problemas se hace lo imposible para que los depósitos no soporten este fallo. La idea es que el ciudadano o las empresas con liquidez no se crean que sus depósitos están garantizados al 100% para que no depositen todo su dinero en el banco que más pague.

Por ahora este “juego” les está saliendo bien pero no deberían apostar a que esto siga así y deberían buscar otras maneras de solucionar este trilema visto lo sucedido. El problema no es de fácil solución ya que un excesivo control en la actividad bancaria o un excesivo colchón de capital afectaría a su rentabilidad y los inversores podrían salir corriendo de este sector descapitalizándolo.

Una posible solución es que los países dejen de emitir deuda por debajo de 12 meses, primero porque no les hace falta y segundo porque ponen en riesgo a los bancos y pymes (que emiten pagarés) y que deben pagar, como mínimo, lo que pagan las letras. Los Gobiernos no pueden estar pidiendo a los bancos ayudar a la economía con préstamos a largo plazo y al mismo tiempo competir con ellos (con su garantía pública) por el dinero a corto plazo.

Una segunda opción es limitar –no eliminar– la contabilidad de activos financieros cuyas pérdidas no realizadas no aparecen en la cuenta de pérdidas y ganancias. Esta cartera no se puede eliminar porque incrementaría dramáticamente la volatilidad de resultados de la banca y tampoco es deseable.

Una tercera alternativa pasa por que la banca deba tener un mínimo de diversificación. No puede ser que todos los depósitos vayan a un mismo tipo de cliente porque ser “nicho” tiene sus ventajas, pero muchos inconvenientes.

Por último, el regulador bancario debería contratar en el sector privado a especialistas de banca para que estén en los consejos de administración de los bancos, sin voto pero con capacidad de obtener respuestas de todos sus comités. Mi experiencia es que un presidente de cualquier empresa con fuerte personalidad controla de una manera absoluta a todas las personas que están debajo de su jerarquía y que reciben el salario de la propia institución.

La banca es un sector cíclico y con riesgos. Estos riesgos no vienen solamente del mundo bancario, sino que la políticas públicas han hecho el mundo más complejo, volátil, más difícil de predecir al mismo tiempo que los volúmenes de dinero que se mueven y la velocidad a la que lo hace es extraordinaria. Todo esto es soportado por los balances de los bancos. Las entidades no son culpables del Covid, de las guerras, de la falta de previsión en el acceso a fuentes de energía, de la inflación de oferta y de la subida de tipos al mismo tiempo que se les pide comprar los bonos emitidos por su Gobierno a tipo fijo para financiar las políticas de gasto sin rentabilidad económica ni social.

Sí, los bancos han cometido errores y han aprendido, aunque el riesgo siempre existirá. Ahora toca el turno a los Gobiernos que dejen de gastar en políticas absurdas y que controlen más el gasto público y los déficits antes de que suceda algo que ni la máquina de impresión de dinero pueda solucionar. Por: Carlos Perelló Abogado, economista. [Cinco Días]