Esa característica tan enfermiza de la política dominicana, de que quien gana impone un duro ajuste de cuentas contra el que pierde el poder y hasta ahora tan difícil de erradicar y porque las pasiones están a flor de piel

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El primer periodo de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ese 1996-2000 en el que Danilo Medina fue presidente de facto, en tanto el presidente en ejercicio Leonel Fernández se dedicó más a ser Jefe de Estado y no de Gobierno, no hubo ningún tipo de desencuentro con el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) que abandonaba el poder después de haber agotado un segundo tiempo gobernativo de diez años.

Sin embargo, bastó que el PLD perdiera los comicios y ganara el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el que por tercera vez llegaba al poder para el periodo 2000-2004 y para que se desencadenara un amago retaliador, que, si el mismo presidente Hipólito Mejía no se contiene, aunque mandó a un pelotón policial para que le estallara a Fernández una bomba lacrimógena en sus pies, nadie habría podido decir si el intento de ajuste de cuentas no hubiese ido a mayor.

No obstante, Mejía y al momento de entregarle el poder al PLD y con el mismo Fernández como presidente para el periodo 2004-2008 y frente a la calamidad de gobierno que tuvo, no recibió el mismo trato y tal vez, por el efecto traumático de su presidencia, que llevó a la quiebra a tres bancos comerciales y uno de ellos el primero desarrollista y que originó una crisis económica y financiera que debió de ocupar todo el tiempo del nuevo gobierno peledeísta y de Fernández.

En consecuencia, cuando para el lapso 2008-2012, el PLD y Fernández logran su reelección, la República llevaba cuatro años sin vendetta política desde el poder, por lo que a nivel político y social no hubo una situación de la que se entendiera que se había caído en una traumática y que fue un clima distendido que ayudó a que la República conociera un periodo de paz política, que continuo, cuando el PLD volvió a ganar la reelección (2012-2016) pero ahora con un nuevo presidente, Danilo Medina.

Por eso, cuando Medina logró su reelección y el PLD le dio continuidad a la anterior, con el nuevo periodo 2016-2020, ya el pueblo dominicano se había acostumbrado a que los cambios de gobiernos no tenían que ser necesariamente violentos y de mucha crispación.

Lamentablemente, el mismo espíritu de convivencia fue interrumpido y desde el momento que el presidente de la Junta Central Electoral,  Julio César Castaños Guzmán y en connivencia con su equipo técnico y para el inicio de las elecciones de cara al nuevo periodo 2020-2024, interrumpió los comicios a dos horas de iniciados y lo que fue suficiente para que el aparato de propaganda del candidato opositor al PLD, aprovechara la ocurrencia y le hiciera creer a la nación que supuestamente el PLD “quería robarse las elecciones” y lo que nunca pudo demostrarse, pero que fue una situación magnificada al extremo y hasta con cierto dramatismo por el candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM) Luis Abinader y en base a ello, lograr un triunfo comicial que hasta el mismo día de las elecciones el 16 de agosto no estaba del todo vislumbrado.

Con el triunfo del PRM y de Abinader, resurgió la vendetta política y con mayor ferocidad que nunca y que de tan terrible, sus efectos todavía se sienten y originados en un ministerio público “independiente al Poder Ejecutivo” que lanzó una verdadera cacería política, por la que se fueron de paro, hermanos del expresidente Medina, a quienes se les acusó de todo en materia de corrupción desde el poder, pero a quienes y junto a otros imputados, lo único que se ha visto, es la probabilidad de que todos hubiesen aprovechado la posición del pariente para beneficiar sus propios emprendimientos de negocios, en tanto a una mayoría de funcionarios, “los acúmulos” que se les crearon, todavía no han permitido entender cuan realmente fueran culpables de los que se les ha querido acusar.

Ahora y tres años y pico del gobierno de Abinader y el PRM, parecería que la nación podría volver a experimentar un terrible tiempo de “cuchillos largos”, si como la percepción ahora dicta, que el PRM no saldrá airoso de la consulta popular para el periodo 2024-2028 de los meses de febrero y mayo del año que viene, más la probabilidad, de que la reelección constitucional de Abinader (La Carta Magna autoriza una reelección al presidente en ejercicio) fracase de pleno.

De esto ocurrir y por las heridas y resentimientos abiertos y sobre todo, si la alianza opositora Rescate RD logra el poder y en todos los poderes del Estado, Legislativo, Municipal y Ejecutivo, que nadie discute que pudiera darse un fuerte ajuste de cuentas y del que no fácilmente, a los que sean imputados, lo menos que les podría ocurrir es un fuerte calvario.

Ahora bien, así como hace un año, el viento corría a favor del PRM y Abinader y sin oposición alguna, en esta ocasión y si nada cambiara en materia de indicadores ciertos, es evidente que el oficialismo actual la tendrá muy dura para tratar de remontar y lograr la confianza popular y en este punto, Abinader tendría dos opciones salvadoras: Su carisma personal y si tomara la decisión de movilizar y de los 300 mil millones de pesos que el Estado tiene depositados en bancos, Abinader tocara no menos de 100 mil millones para “ayudas sociales” y que de suceder, tal vez pudiera lograr un giro de 360 grados que haga desaparecer el panorama electoral ahora adverso.

Naturalmente, estamos hablando, de que para las elecciones del año que viene, Abinader solo tendrá 4 años de experiencia de gobierno, mientras que los expresidentes Leonel Fernández (que va como candidato presidencial) y Danilo Medina, con la responsabilidad de la campaña electoral del candidato presidencial Abel Martínez Durán, un político joven de provincias y con 12 años de legislador y cuatro actuales de alcalde de la ciudad de Santiago) es decir, son expresidente y uno de ellos y junto al alcalde del PLD, candidatos  que tienen más periodos de gobiernos que Abinader y lo que en materia de experiencia acumulada de ejercicio del poder, da para mucho.

Nuestra aprehensión se encuentra entonces, respecto a cuál será el desenvolvimiento de los tres partidos y sus aliados y en la medida que lleguemos a enero y nos encontremos frente a las elecciones de febrero y las que, en sus resultados, es muy seguro que serán determinantes y para marcar quien será el ganador de las presidenciales.

Consecuentemente y por los odios, resabios y resentimientos acumulados en la nación y por un PRM que no quiso o no supo manejarse con prudencia y elegancia en el poder, que hablemos de esa expectativa y tan siniestra para la paz pública, de cuando esa característica tan enfermiza de la política dominicana, de que quien gana impone un duro ajuste de cuentas contra el que pierde el poder y hasta ahora tan difícil de erradicar y porque las pasiones están a flor de piel, se materialice y con su peor rasgo de ferocidad primitiva y en esta ocasión sin importar quién gane. Con Dios. (DAG) 02.12.2023