Por primera vez se observa una curiosa oposición silente pero militante y desde el entramado dirigencial del PRM contra la posible reelección de Abinader y la eventual reforma estatutaria partidaria y que, por lo visto, algunos solo quieren dejar en probable. El tiempo dirá.

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No debe sorprender, de que, con apego hipócrita al cumplimiento de los estatutos partidarios, un fuerte nicho de dirigentes partidarios y firmemente, cuestionen el interés presidencial en procurar una reforma constitucional que por reflejo se proyecte a lo interno del partido oficial como el empuje que el presidente requiere para eliminar la oposición institucional a la no reelección partidaria.

Pero también hay que observar con cuidado, que dado el poder presidencial centralizador y en su condición de jefe de Estado y de Gobierno, facilita en principio para que el mandatario intente en el futuro inmediato un proyecto constitucional y sin importar la oposición interna que confronte y tal como en su oportunidad le ocurriera al expresidente Hipólito Mejía, quien al decir de nuestras fuentes “es el verdadero poder que está detrás de la oposición cerrada en contra de que los estatutos sean cambiados y favorezcan el reeleccionismo presidencial”.

Así las cosas y por los informes que se agolpan en nuestra redacción, lo único que pudiera favorecer de manera determinante que Abinader no lograra su propósito reeleccionista e impulsado por su grupo familiar, estaría y si llegara a ocurrir, que antes del 2024 y Dios no lo quiera, el anciano de Mejía muriera y la oposición interna se diluyera en un dos por tres.

Fuera de ahí y viéndose que Mejía luce en salud y tal como un toro miura, que definitivamente haya que entender y sin importar todo cuanto el expresidente diga en sentido contrario, que es él y definitivamente, quien está en contra del cambio estatutario y no tanto porque la Constitución de la República viabilice la reelección y por un solo periodo del presidente Abinader.

A todo esto y no en balde y por lo visto, sin todavía darse cuenta, el presidente cometió el error de entregarle la mitad de su gobierno, a un Mejía y quien, por esa circunstancia, de hecho, asume que es en él y no tanto en la Carta Magna, que descansa el gobierno de Abinader, creencia que a nuestro modo de ver, no se ajusta a la realidad y mucho menos, cuando la sola firma presidencial en un decreto de remoción colectiva de cargos, cambiaría la estructura administrativa del gobierno y en un santiamén.

En el fondo, es el viejo pugilato entre viejos perredeístas de cuando la Guerra Fría y ahora disfrazados dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el que, de revolucionario como de moderno no tiene absolutamente nada y menos, cuando el corazón del régimen está dominado por esa apabullante característica plutocrática tan utilizada por los pueblos y  los países árabes, como en Turquía, de los clanes familiares y su determinante raíz otomana, de la que Abinader y por sus ancestros libaneses, por lo visto le seduce y aprisiona y que tanto se nota en Haití como en ciertas partes de este país en Barahona, la frontera y San Juan de la Maguana entre descendientes otomanos.

Planteado todo lo anterior y conociéndose que el poder presidencial cesáreo que, hasta ahora ejerce y casi omnipotentemente quien sea el ciudadano presidente de esta nación, que definitivamente haya que entender, que al final, todos quienes desafíen en esta materia de cambio de los estatutos del PRM, de una o de otra forma serán derrotados por el presidente y mucho más, cuando Abinader, ya es evidente que se ha alzado con el control casi mayoritario de la atrapada opinión pública.

¿Acaso no se está viendo la oposición cerrada de diputados y senadores y de toda la partidocracia, a la eventualidad anti-reforma constitucional del expresidente Leonel Fernández y que, a nuestro juicio, es el mayor indicador, de que Abinader no encontrará oposición y si dentro de año y medio decidiera por reelegirse y acatando el mandato constitucional?

Si se recuerda nuestro análisis político de Estado del pasado miércoles, señalábamos, que el anti reeleccionismo que algunos predican, está sustentado en bases falsas, toda vez que la subcultura política dominicana, dispone la reelección continua de legisladores, alcaldes y regidores y la negociación expresa respecto a todo cuanto signifique la reelección presidencial, que en la práctica se concede, si quien sea el presidente en ejercicio, garantiza en los hechos y dinero, que los representantes de la partidocracia en el Congreso Nacional como en los gobiernos municipales, el Poder Ejecutivo no intentará bloquearles en sus afanes continuistas.

Además, el esquema anterior se avala y se refuerza, por ese conservadurismo enfermizo, de una ciudadanía políticamente oportunista y depredadora, que sabe vender caro su propio voto y siempre alentada por esos mass media de la prensa mercancía propiedad de los inescrupulosos barones mediáticos, quienes, al mismo tiempo, conocen que una nueva reelección presidencial implica una oferta inmediata de mercado abierto al mejor postor, para ellos y sus holdings empresariales.

Desde luego, lo que planteamos y de la boca para afuera, algunos tratan e hipócritamente, por desgarrarse sus vestiduras y plantear los peores epítetos, tanto contra nosotros contra cualquier otro sector ciudadano que piense en la misma dirección, pero los hechos del pasado están ahí y ahora nada dice que no pudiera ocurrir igual.

De ahí que, de puro amaraco es que hay que señalar, las siempre fingidas posturas anti reeleccionistas de políticos y sus lideres y esta nueva anti estatutaria y en lo que respecta al PRM, de la que no creemos en lo absoluto y por más que se quiera alardear de que supuestamente Abinader tiene oposición cerrada y aun cuando por primera vez, se observa una curiosa oposición silente pero militante y desde el entramado dirigencial del PRM contra la posible reelección de Abinader y la eventual reforma estatutaria partidaria y que por lo visto, algunos solo quieren dejar en probable. El tiempo dirá. (DAG)