Abinader, ¿el neomercader del poder?

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Se entiende el empeño mayúsculo del presidente en funciones, Luis Abinader, de lograr ser aceptado por el electorado e imponer su reelección constitucional, sobre todo, cuando es cierto que el político y prácticamente desde el 2012 a estado postulando para ser el presidente de la nación y que lograra gracias circunstancias agregadas en el 2020.

Unas, por el rechazo poblacional a un ultimo gobierno del PLD que terminó comportándose con un soberbio desprecio y desdén a todo lo que fuera disidente y las otras, porque el mismo Abinader y como candidato presidencial, supo aprovechar el vacío de ejercicio de poder que generó el efecto pandemia creado en el exterior y con fines de dominar a la mayor cantidad de seres humanos.

También hay que reconocerle, que ya presidente, efectuó una labor mucho mayor y siguiendo la continuidad de las políticas anti-pandemia del gobierno anterior, pero mejorándolas y ampliando a niveles superiores y por las que se ganó el apoyo de la población y al darse cuenta la ciudadanía que el nuevo primer mandatario mostraba un desempeño sobrado en tratar de proteger las vidas de todos los dominicanos.

En ese sentido, el presidente se ganó la buena voluntad de todos y en función de ello ha podido realizar un gobierno  atípico en el que resaltan sus dos políticas más dinámicas: La masiva compra de voluntades a nivel mediático y el extraordinario repunte de unas redes sociales, por las que y sin que el gobernante se lo propusiera directamente, facilitó el nacimiento de lupanares mediáticos, que a lo inmediato se lanzaron como lobos contra todo lo que en el país político pudiera presentarse como un reclamo anti Abinader.

De esta suerte y actuando con la eficacia propia del mercader de sangre y raza y que es su mayor característica personal, Abinader impuso un gobierno de sobredimensionadas características mediáticas y enorme utilización del presupuesto nacional y al mismo tiempo, favoreciendo la especie de gobierno plutocrático, que para de finales de 2022, era evidente que estaba dirigido a beneficiar a la alta burguesía y en asociación directa con su igual haitiana.

Gracias a esa alianza internacional de intereses compartidos, más la ejecución de un frio plan de acumulación de capital en base a moneda extranjera y como resguardo del PIB, Abinader se abocó a su logro más testimonial: Acaparar en su mandato de cuatro años, nada menos que más de 30 mil millones de dólares en empréstitos y sin importarle imponer a dos generaciones futuras la amortización de semejante deuda pública.

Concomitantemente con esta política de liquidez extrema, el presidente ahora en funciones impuso el más extraordinario presupuesto anual publicitario y por más de 8 mil millones de pesos y solo para financiar o comprar medios y periodistas y que en cuatro años, ha significado una erogación “mínima” de dineros de los contribuyentes y por más de 32 mil millones de pesos en su cuatrienio.

¿Resultado? Que a la vista se encuentra el terrible esquema de “perturbación moral”, por medio del cual, ahora es difícil entender quién es medio o periodista realmente independiente y cuales aquellos a los que efectivamente hay que calificar de prostituidos.

Por semejante escudo mediático de auto protección y mediante el cual, el arrojado presidente ha roto o sobrepasado todos los límites. La nación entera es testigo de cómo la libertad de prensa, de información y hasta de conciencia han sido seriamente lesionadas y por ello, de la “intrepidez” que ahora y asombrados, tantos ciudadanos descubren a esa especie de periodismo militante de acoso y derribo que sirve de ejército protector al candidato Abinader, así como a todos los candidatos del PRM y el oficialismo.

De esta forma, el resultado de información unidireccional y de aplastamiento de las voces disidentes se ha hecho tan notorio, que ya en estos tiempos de campaña electoral, se observa cómo el gobierno y el PRM han secuestrado la libertad de palabra y en base a clones continuos de encuestas por encargos, se trata de abrumar el criterio ciudadano y con el propósito de que la gente y como electores, vayan a las urnas y como zombis, voten a favor del presidente-candidato y todos sus parciales.

Ni que decir, que en una situación tan aplastante como esta, los resultados electorales podrían terminar siendo de nulidad absoluta y si se comprueba que la masiva propaganda oficial está siendo dirigida para que los electores no ejerzan su derecho natural de hacer valer su libertad de escogencia.

En este sentido, parecería que el presidente en funciones quiere imponerse en los resultados electorales a como dé lugar y que por la agresividad de sus parciales pagados, en ciertos aspectos se pudiera hasta hablar de que las alecciones y de antemano ya están secuestradas y para inducir a los más débiles, a que no concurran a las urnas “porqué ya Abinader ganó”.

Al atender que semejante criterio empieza a generalizarse, es que la única explicación que tenemos a tal muestra de manipulación ciudadana tan artera, tiene que ver con las dotes de comerciante de origen libanés de Abinader y que se refuerza, al observar y con preocupación que el panorama electoral, de lo que habla es de que todo está también y con ganadores preestablecidos, por lo que también solo se entiende, como si la oposición en pleno y sus lideres y candidatos hubiesen llegado a acuerdos ocultos y con un gobierno, que por las razones que fuere les hubiese hecho ceder.

Hablamos, de que creemos ver, no que necesariamente sea así o vaya a hacerlo, pero lamentablemente los electores y en elecciones anteriores como las últimas, ha sido lo que han hecho siempre: venderse o alquilarse y ahora para estar al mismo nivel del gran papel protagónico que muestra el arrojado presidente y que haciendo honor a sus ancestros libaneses, se nos descubre como el Abinader neomercader del poder. Con Dios. (DAG) 02.05.2024