Tres preguntas

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1. Defender a la democracia de ella misma. Los fascistas de derecha quieren exactamente lo mismo que los fascistas de izquierda. Incluso sus agendas para asaltar el poder son cada vez más parecidas. Defenderse democráticamente de los intolerantes no es fácil, entre otras cosas porque dedican todo su tiempo a la “misión” y los demás tenemos muchísimas otras cosas que hacer… Nos ganan por su dedicación a la causa. ¿Se debe ser tolerante con los intolerantes? Claramente no.

2. Asalto al Congreso. Parece que enero es un buen mes para asaltar congresos. Hace dos años ocurría en Washington, este 2023 arranca con una salvajada en Brasilia. ¿Puede ocurrir algo parecido aquí? No, no estamos en eso. Lo más lejos a lo que ha llegado Pedro Botello es a estar cerca de alguien que tiró una piedra, por decirlo de alguna manera. ¿Cuál es el mayor riesgo, entonces? Para algunos pesimistas, que se cuele un populista, por su cuenta o en una lista de un partido organizado, y desande lo avanzado. A quien menos le interesa este escenario, aprendiendo de países vecinos, es a la élite empresarial, que por ahora ni lo ve posible ni deja de vigilar.

3. Elecciones 2024. No parece muy lógico que cada vez que hay elecciones haya que organizar todo como si se partiera de cero. Para ser una democracia ya no tan joven, las elecciones nos pillan muy desentrenados cada cuatro años. Cambia el método de votación, la ley electoral, la Junta, los palitos, los escáneres, los recintos, la parafernalia, la publicidad, el operativo, el horario. ¿Es necesario? En realidad, deberían cambiar solo los votantes. Unos porque votan por primera vez, otros porque ya no votarán más y otros porque contentos… van a cambiar su voto. Por: Inés Aizpún [Diario Libre]