En el territorio nacional se están dando peligrosos indicadores de que nuestra partidocracia y su democracia autoritaria y cansada, de golpe empieza a verse tal lo que es…

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Por un lado, se tiene ese peligroso militarismo totalitario creciente que acosa a ciudadanos e instituciones y que impulsa un peligroso sesgo de corrupción institucional, que, de hecho, se ha convertido en un perverso aliado del poder político presente.

Del otro, nos encontramos con un periodismo tan degradado y una opinión pública asaltada por lo peor del pandillerismo social, que de buenas a primeras, se tiene, que el ejercicio de la las libertades de prensa, opinión, información, conciencia y derecho a disentir han sido convertidas en una peligrosa ficción por la que, la mentira, la tergiversación de la verdad y la negación al derecho de opinar como cada uno piense, han sido convertidas en las herramientas arteras que ciertamente están socavando la gobernabilidad y aumentado el desencanto ciudadano.

Para mayor alarma, el poder presidencial ha sido convertido en uno autoritario, que no solo sirve como muestra de determinadas acciones y actitudes del actual presidente de la República, sino como retroceso incalificable por parte de los tres expresidentes, quienes parecería que entienden, que, como caciques, ellos y no nadie más, son los únicos y junto al presidente en ejercicio, los ciudadanos que tienen derecho a expresarse a nombre de toda la nación.

Al suceder lo anterior, también por una nueva parte se descubre, como desde el Palacio Nacional, el culto a la personalidad presidencial ha vuelto a ser entronizado y con tal firmeza, que los expresidentes Medina, Fernández y Mejía también lo han hecho suyo y los tres, actuando como soportes de ariete para que la partidocracia no se les vaya de las manos.

Es así como el partido de gobierno ha establecido la compra y venta y depósitos previos de cien mil a un millón de pesos como soporte para avalar candidaturas en todos los grados de elección a niveles municipal, legislativo y presidencial y sin que ningún partido político tome en cuenta y para nada, el sentir de la población y menos, la violación legal implícita que semejante mala práctica establece.

Parecería y lo que debe puntualizarse, como si de buenas a primeras, esta democracia cansada y autoritaria que se práctica, está llevando a los ciudadanos, unos, a entender que mejor es abstenerse de concurrir a las urnas y para que haya resultados electorales legales, pero no legítimos y al no existir la legitimidad que da la libertad de escogencia o de elección de parte del electorado.

Al mismo tiempo, los ciudadanos están siendo bombardeados con todo tipo de resultados demoscópicos, que solo toman en cuenta el interés mercurial de las empresas e intereses que los hacen y no lo real, de recapitular el sentimiento de criterio genuino de los electores, quienes de un universo de casi ocho millones de electores el 55 por ciento es femenino y el 45 por ciento masculino y entre ellos, el apartado de los casi tres millones de votantes jóvenes de primera a tercera elección.

Y que es una situación general, que habla de una democracia autoritaria y cansada, que ya no tiene capacidad de reconstrucción positiva y que es una muy peligrosa muestra probable, de que cuando menos se le espere, la frustración que se anida en una significativa mayoría ciudadana, explote en la búsqueda de un totalitarismo nuevo y entre civil y cuartelario, que parando en seco el desorden que ahora existe y con una gobernabilidad cimentada en bases falsas y la que para nada es garantía, de que, en materia de administración del Estado, se esté actuando bien y con la autoridad moral necesaria para guiar a la nación.

Lo grave, que encima de semejante escenario tan difuso, los mismos partidos y sus lideres, parecería que no se han dado cuenta de la terrible carga de errores cometidos por ellos mismos y de los que y aun cuando no lo crean o consideren, la población no pierde detalle, apunta y observa.

Haciéndose entonces lo evidente, de que el grueso de la nación, sus fuerzas vivas y sus electores, comienzan a mirarse entre sí y darse cuenta, de que poco falta para que esta democracia autoritaria y cansada, busque nuevos lideres y referentes morales, que le den a la República certeza de continuidad y crecimiento cierto en todos los órdenes.

De ahí que dentro de todo este berenjenal de intereses, trampas y engaños, tampoco se observe una posición moral recta e independientes de parte de los factores religiosos de contención social y quienes como iglesias de todos los credos, parecería que sus sacerdotes y pastores se han entregado de pleno a la corrupción política, empresarial y social reinante, generándose la creencia, como si de pronto la República no tenga referentes morales de valer y sí solo esa muestra degradante y vergonzosa de esa comunicación radial y televisiva a lo alofoque, que ha terminado por darle  jaque mate a la decencia, la honestidad y las buenas costumbres en la comunicación y mientras desde el país político, todo es condescendencia y complicidad y tanto, que a los desalmados de lengua y costumbres que en ese sector se muestran, la partidocracia pretende llevar a uno que otro como candidato a regidor, alcalde, senador, diputado y si se deja a ese grupo de ignorantes y atrevidos, imponiendo hasta un presidente.

En resumidas cuentas, la nación va mal y desde el Estado no se nota la existencia de una conducción firme, que garantice, que la presidencia de la Nación es la última frontera moral en la que se detiene toda la degradación absoluta que la partidocracia le ha impuesto a la República.

Pese a todo, todavía los ciudadanos somos afortunados, pues si se logra crear un frente común de profunda revolución moral en la conducción del Estado, a las elecciones podríamos llegar dentro de un marco menos traumático y desgraciado que el que ahora se tiene.

¿La esperanza y aliento?, que aun cuando en el territorio nacional se están dando peligrosos indicadores de que nuestra partidocracia y su democracia autoritaria y cansada, de golpe empieza a verse tal lo que es: Una sin representatividad ciudadana proyectada como una dictadura a ocultas, lo que tampoco quiere decir, que, desde lo más profundo del alma nacional, no surja un nuevo liderato espontáneo de regeneración ciudadana y de amor patrio. Con Dios.26.06.2023