Si el PRM no juega limpio Abinader no podrá imponer su reelección constitucional y la República podría caer en una grave crisis política que altere el orden social

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Por años y como millones de dominicanos, hemos sido testigos de cómo los partidos en el poder, sus capitostes llegan un momento en que pierden el necesario punto de equilibrio emocional y creyéndose que lo pueden todo, se abruman y confunden y al extremo, de que casi sin darse cuenta comienzan a cavar sus propias tumbas políticas y por su evidente empecinamiento autoritario.

Ha ocurrido desde la derrota de Balaguer en el 1978, la caída de Hipólito Mejía en el 2004 y ahora recién con el PRM, el que, a las puertas de unas elecciones presidenciales y legislativas decisivas, se juega su continuidad en el poder y haciendo lo peor que puede presentar todo político o partido en el poder: Arrasar con el orden institucional y ganar unas elecciones fraudulentamente y con descaro inaudito, desafiar a toda la nación de cara a las nuevas elecciones del 19 de mayo que viene y pretender ganarla comprando a quien sea o destrozando al que se le oponga.

Mientras en el gobierno del presidente Luis Abinader, el comportamiento de la mayoría de sus funcionarios es lo más parecido a una política de tierra arrasada en lo relativo a destruir o aplastar a la oposición y no reconocer el derecho a la opinión libre como a la libre critica de la ciudadanía, se observa como el partido oficial se lanza de cabeza tratando de violentar el orden jurídico como también las normativas electorales y lo más significativo, mostrándose como si poco le importara afectar la libre escogencia ciudadana y en estos momentos, haciendo oídos sordos a todo accionar prudente.

Y ha sido tan preocupante el camino de rayos y centellas que el oficialismo ha adoptado en lo relativo a haberse impuesto mediante el fraude abierto en las pasadas elecciones municipales del pasado febrero 18, que desde lo más profundo de la atrapada opinión pública se está viendo como la indignación de tantos ciudadanos, comienza a manifestarse en lo más parecido a una oposición sorda, en tanto los del PRM y apoyados en los periodistas y medios a su favor, programas de radio y televisión y dominio casi aplastante de los lupanares mediáticos en las redes sociales, insiste en presentarse tal cómo si no hubiese oposición que se le plante al frente y trata de derrotarla en las elecciones ya en agenda.

Ante este empeño, lo que más sorprende, es lo evidente, en cuanto a que el tribunal electoral de primera instancia (JCE) y con un descaro inaudito, continua dando pasos  por los que se compromete con el oficialismo y dejando a la imaginación del público, que parecería que poco le importaría a su pleno ser cómplice del posible robo de los resultados electorales y en el mismo derrotero de como el pleno anterior y para las elecciones del 2020, fraguó la derrota humillante del entonces partido en el poder.

Por eso y en lo que el hacha va y viene, el oficialismo empieza a dar muestras de actitudes represivas del peor estilo y que en vez de asustar a los ciudadanos, lo que provoca, es que mucha gente se decida por desafiarle y enfrentarle.

A este día, por ejemplo, los ánimos están tan exaltados, que no se duda, de que, si se hiciese una medición de opinión responsable, la candidatura reeleccionista pudiera mostrar una sensible perdida de no menos un 20 % sobre los resultados de las encuestas más confiables. Sin embargo, la encuestadora oficial RCCMedia, publica esta mañana que el presidente-candidato tiene un supuesto 64.7 % de popularidad y olvidando, que a ese número hay que restarle el 25 % de popularidad institucional que le da el cargo y que hace, que en realidad Abinader solo tenga un 39.7 % promedio en esa encuesta.

Al mismo tiempo, el fenómeno de cambio de opinión positiva a una muy crítica contra el PRM y el gobierno se aviva con la toma de posición en materia de política opositora militante de los presidentes de los partidos que componen la alianza RescateRD y lo significativo, de que los discursos de los candidatos presidenciales opositores coinciden en mostrar su peor cara crítica contra lo que parece un gobierno dispuesto a todo con tal de no abandonar el poder.

Ya mismo, los desplazamientos al interior del presidente candidato, sus asesores de imagen ya tienen el cuido de enmascarar el vacío de masas, que con cada salida se hacen más evidente, mientras el arropamiento de masas a favor de los candidatos opositores no deja duda alguna de que se está presentando un notorio cambio en la opinión pública.

Visto este fenómeno, lo que realmente nos preocupa, es notar como los discursos y pronunciamientos son cada vez más radicales y explosivamente emotivos y que a nuestro juicio, de continuar, parecería que los dominicanos tendremos que prepararnos para ser testigos de nuestra peor pesadilla: Un país político radicalizado y agitado y en el que las próximas elecciones serán lo menos parecido a concurrir a las urnas libremente y sí a un combate de vida o de muerte y que de incrementarse, para nada garantizaría que no pudiera darse una grave ruptura  dentro de la paz social.

Incluso, es increíble como inconcebible, que periodistas y medios de comunicación y sus lupanares mediáticos y redes sociales, todos a una y cada uno alentando a sus favoritos, incrementen el ámbito de pugnacidades, cuando lo correcto debería de ser, que el ejercicio de la libertad de prensa fuera para garantizar la estabilidad institucional, la preservación de la libertad del voto y su escogencia por parte de cada votante y lo más importante, tratar en pie de igualdad a todas las banderías políticas y a sus candidatos y en particular a los presidenciales y como el mejor recurso para preservar la paz social y por lo que no dejamos de insistir.

Nada de esto se está haciendo, todo es pugnacidad y ataques personales, burlas y choteos en sentido amplio y lo más vergonzoso, de cómo la imagen del presidente de la República es víctima  de los peores desafueros, acusaciones irresponsables y burlas hirientes y con lo que esos medios y periodistas contribuyen a radicalizar a la mayor cantidad de ciudadanos y hacer del país una pocilga de deshonras e imputaciones personales en las que las candidaturas son llevadas al límite de lo moral y a los candidatos, a la peor de un escenario tan volátil,  de  difamaciones, injurias e imputaciones irresponsables.

Paralelamente, vemos ahora la entrada de sacerdotes católicos como agitadores políticos y maledicentes de cuna, quienes, rompiendo todo orden moral, insultan a más no poder, unos a favor del gobierno y los otros a favor de la oposición y sin importarles que la gran victima sea la verdad y el derecho para saber y de una atrapada opinión pública, que a estas alturas debería estarse formando un criterio sosegado de elección y no de lo más parecido a un juicio final.

Bastaría con entrar al ánimo de la oportunista burocracia oficial, toda esa que ahora se comporta como plataforma eleccionaria de un PRM, que le ha inculcado que no importa lo que suceda, el PRM no perderá el poder, para entender que la República se enfrenta a su peor y mayor reto constitucional, de darse unas elecciones auténticamente libres en las que la libertad de escogencia ciudadana se encuentre plenamente preservada y lo que a estas alturas, casi como que ya hay que dudar.

De ahí que concluyamos diciendo, que, si el PRM no juega limpio, Abinader no podrá imponer su reelección constitucional y la República podría caer en una grave crisis política que altere el orden social. Con Dios. (DAG) 16.04.2024