Una República Dominicana en rebeldía contra sí misma

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Estancamiento en el pensamiento libre, peligroso inmovilismo social, parálisis direccional en el liderazgo y rebeldía social con un marcado énfasis en una peligrosa tendencia juvenil hacia la insurrección sin causa, marcan el tiempo político de este país y generando una peligrosa bomba de tiempo a punto de estallar.

Mientras la mayoría de los lideres de opinión en todos los sectores sociales, coinciden en considerar que la nación y pese a sus carencias momentáneas, va bien y segura y su economía a nivel macro con una proyección de objetivos de gran dinámica de ideas que auguran que la presente etapa que se vive esboza o delinea un país en transición y en el que el mayor objetivo debe de ser mejorar el nivel y calidad de vida de sus ciudadanos.

Nosotros en cambio, consideramos que somos una nación estancada en todo y gravemente en lo político y condicionada por esa muy grave situación de la imposición del dinero y como el eje primario de una vida en comunidad, en la que los principios básicos de la decencia y la buena educación se han estrellado estrepitosamente, frente a la ausencia de objetivos ciudadanos sobre un bien común que realmente fuera el norte que marque el destino nacional, ahora terriblemente incierto.

Tan increíble es lo que está ocurriendo y como si los dominicanos hubiésemos dejado de creer en nosotros mismos, que de pronto, todo cuanto sea incompatible con el desorden de vida que la mayoría lleva, es tolerado de plano y nada menos desde la llamada clase gobernante o dirigente y que no es tal, sino una terrible mafia de intereses mundanos dominados a lo absoluto por las formas y maneras más diversas y atrevidas de corrupción moral a gran escala.

Por eso, nada es lo que parece, las instituciones son una mala copia del país organizado que alguna vez fue y en el que ahora se resalta, solo todo cuanto en podredumbre moral fija tiempo y espacio para esta disolución total que avanza cada vez y día e incontrolable en extremo.

Sencillamente, los liderazgos empezaron a fracasar desde muy temprano en el gobierno de facto del Consejo de Estado y esa presencia aborrecible de todo un país huyéndole a su pasado y empeñado en destruir las huellas de lo que hubo y para fundamentar más luego y desde el 1996, la presencia de un nuevo factor generacional, todo ese que en los últimos 60 años arrastra a la República hacia lo que podría ser y con variables, un estado casi fallido en lo institucional.

Se tiene territorio sí y dominio de la propia ley, pero las instituciones no avanzan y tampoco evolucionan, porque los nuevos referentes sociales, económicos, religiosos, políticos y culturales, evidentemente que desertaron de los principios inmutables que hacen de la continuidad institucional, la verdadera simiente de un estado de derecho realmente duro, dinámico y firme.

¿Cómo pueden describirse hoy día los tres poderes institucionalmente decisivos en la vida nacional?: Legislativo, Ejecutivo y Judicial y los que se presentan como un fracaso estrepitoso en sí mismos y que confrontados frente a una población diezmada por la vulgaridad, la mala educación, la incivilidad y el afán de lucro más desenfrenado, han hecho del dominicano y en líneas generales, un ser ruin, despreciable, amargado, lleno de odio y sin límite alguno para destruirse así mismo.

Es por eso por lo que los extranjeros poco nos respetan y que quienes viven entre nosotros, poco falta para que públicamente manifiesten su animadversión y al encontrarse con una República, que es verdad que ha desertado de sí misma, de sus obligaciones y mejores políticas y con una espantosa ausencia de un liderato político de mentalidad madura y en todos los órdenes, que pudiera ser catalogado de la base esperanzadora para una mejor nación.

Así encontramos, que los ricos quieren más riqueza y sin importar cómo, que los políticos son los verdaderos piratas y corsarios modernos, quienes engañándose a sí mismos, han tomado por asalto a todo un país digno de mejor suerte.

Duro es decirlo, pero todos y de alguna manera somos cómplices y actores principales en la terrible degradación moral e institucional que rige nuestras vidas y lo más inquietante, que parecería que nadie se da cuenta y ahí lo peor de esa juventud de los últimos treinta años, marcada tan significativamente por la droga, la prostitución, la corrupción y la inversión de valores morales más endiablada y que se nutre en la subcultura delincuencial de los inmigrantes dominicanos en Nueva York y su terrible arma de apoyo en los hijos de esta y quienes como estadounidenses de origen dominicano, en gran mayoría han terminado por envenenarlo y pudrirlo todo.

¿Posible, que un presidente de la República marque el paso en materia de latrocinios de todo tipo y haciendo de su gobierno un reducto de pillaje a gran escala y que en definitiva y para vergüenza nacional, es lo que se ha creado desde el 2000 hasta el presente?

¿En qué cabeza cabe que el periodismo haya sido convertido en la peor sentina de inmoralidad y corrupción avivada por sus dueños los barones mediáticos y quienes solo entienden, que todo es correcto, en la medida, que, al pasar su balance diario, sus negocios e intereses se vuelven más prósperos, mientras toda una nación de idiotas se vende o alquila al mejor postor?

¿A qué es o hacia donde es que vamos el 19 de mayo y de donde vinimos el 18 de febrero, con esa compra asqueante de personas, votantes y candidaturas y por parte del partido en el poder y sus compinches en los partidos de alquiler, mientras la oposición, tampoco hace nada positivo para que semejante mercado de Baltazar cese?

¿Por qué el factor Haití se nos ha ido de las manos y como nación hemos perdido el debido respeto de nuestros vecinos, viéndose que nuestras instituciones tutelares de uniforme han sido las primeras en hacer de la frontera un ejercicio deleznable de corrupción total? ¿Quién responde a esta oprobiosa realidad?, acaso, ¿los mismos que en estos últimos 60 años nos han robado la misma nación?

Pero si hay algo peor que todo lo expuesto, sin duda lo encontramos y en el hecho de haber destruido la institucionalidad con el pretexto de la supuesta destrujillización que sirvió para que cientos de empleados de la dictadura contribuyeran al saqueo generalizado de nuestras riquezas como país a punto de salir en aquel tiempo, de su subdesarrollo y unos, saqueando el patrimonio nacional y otros, destruyéndolo abusivamente.

De esta manera, ahora nos encontramos en el callejón sin salida de una dirigencia y liderato político de delincuentes, que nos llevan hacia un matadero electoral en el que todos los candidatos son culpables directos de lo que sucede y con un gobierno de prepotentes nada dispuestos a transigir y una oposición de incompetentes que solo tiene interés en su propio valer y para nada le preocupa el derrumbe moral en el que han metido a la República.

Se está a 36 días de las elecciones presidenciales y legislativas, el Gobierno de Abinader comprando a diestra y a la siniestra, la oposición haciéndose rogar y con un empresariado que no se sacia en saquear a la República, mientras a nivel de pueblo, esa enajenada nueva juventud, tan o más criminal que la delincuencia de años atrás, se regodea en sus inconductas y gracias a ese apandillamiento vil de los lupanares mediáticos en las redes sociales y la terrible complicidad tan asqueante, de periodistas y medios de comunicación y de información de masas y sus barones, a los que poco les falta para terminar por enterrar a lo mejor que en buenas voluntades, todavía queda para salvar a la República. ¿y así tendremos elecciones libres en las que la libertad de escogencia ciudadana pudiera ser la que marque un nuevo rumbo lleno de esperanzas?, lo dudamos.

Lamentablemente, todos los dominicanos y por acción u omisión, todos somos los responsables de cuanto ocurre y del porqué vamos a pasos agigantados hacia una República Dominicana en rebeldía contra sí misma y en la que de suceder, nada quedará en pie. ¡Qué Dios nos mire con ojos de piedad! (DAG) 13.04.2024