Risa y no otra cosa, es lo que resulta, al escuchar a algunos políticos dizque “progresistas “a la dominicana, así como analistas y periodistas aplaudiendo la reciente elección de un político comunista en Chile y ahora presidente electo y quien si su triunfo se le compara y analiza desde la óptica dominicana, nunca en este país se podrá entender cuál es el fenómeno que se ha dado en el país austral, donde sus políticos y pueblo, todavía se encuentran estacionados en el tiempo y sobre todo en el punto más duro de cuando la pasada Guerra Fría de lucha ideológica entre la entonces URSS, ahora Rusia federativa y EEUU.
En este aspecto, quienes hemos vivido o hemos pasado como transeúntes reiterados y tanto en Chile como en la Argentina durante el siglo pasado, siempre tenemos presente, que lo que para esas naciones significa ser comunista o progresista, para nada se compara con la ligereza de juicio de como en República Dominicana, sus políticos interpretan la realidad de aquellas naciones y tanto así, que políticos de cierto corte ideológico como los difuntos, Juan Bosch y José Francisco Antonio Peña, sobre este particular cometían errores conceptuales imposibles de entender en políticos que se auto clasificaban de “izquierdas”, “socialistas” y hasta filo comunistas.
A decir verdad, el presidente Joaquín Balaguer y siendo de origen y en su juventud, como anti estadounidense furibundo y contrario a la ocupación militar estadounidense del 1916 y luego socialista a lo Rómulo Bethancourt, de quien Balaguer y para aquellos esos días, aquel era un exiliado venezolano en esta nación y con el que mantuvo una cordial amistad y un acercamiento de lo más cercano a lo que podía llamarse “izquierda latinoamericana a lo tropical” y tanto, que para aquellos años de juventud, los ricos de la ciudad de Santiago entendían al futuro presidente y estadista como una especie de potencial agente comunista “con el que había que tener mucho cuidado y no obstante que es hijo de un progresista comerciante tabaquero que viajaba junto a su familia y de continuo a Nueva York y siempre en algún barco a nivel de Clipper” y como para la época se rumoraba en el club elitista más exclusivo, el Centro de Recreo, al comentar sobre el orador y político en ciernes.
Precisamente por ese comportamiento, ciertamente de izquierdista o de roca izquierda y justo cuando puso en circulación su poemario Psalmos Paganos, Balaguer entendió y rápido, que como “izquierdista”, aquí no llegaría a parte y por eso entró de lleno, a una derecha, que desesperada buscaba un hombre fuerte como cabeza del poder y en la persona del brigadier Rafael L. Trujillo.
Por eso y en base a esa metamorfosis, Balaguer se proyectó en el tiempo y a todo lo largo de la dictadura y dentro de lo que pudo y con gran cautela, a lo máximo que llegó, fue crear un ideario educativo de carácter progresista y de apertura, adecuando el pensamiento hostosiano a la realidad dominicana y de lo que salió el plan Trujillo de Educación que todavía y para estos días alguna que otra influencia a un queda.
Teniendo en cuenta semejante desenvolvimiento, es que hemos llegado a la conclusión, de que el izquierdista más talentoso lo fue el expresidente, porque entendió a tiempo y con mucha perspicacia, que ningún político que se identificara con la izquierda, el socialismo o el comunismo, no tendría probabilidad alguna de éxito y de ahí su extraordinaria proyección como político de centro derecha e ideólogo trujillista.
Solo hay que releer los escritos políticos del también prolífico profesor y catedrático universitario y para darnos cuenta, de que, si Balaguer no hubiese asumido un cambio de pensamiento político y tanto, que se separó ideológicamente de Bethancourt, nunca la clase gobernante le habría aceptado.
Sin embargo y con el tiempo y ya como presidente-estadista, Balaguer fue el jefe de Estado y de Gobierno que creó las leyes agrarias, el apartado más extraordinario de liberalismo en el puro sentido de la palabra y arrancándole de ese modo su discurso, a una izquierda, que por su eterna división, no entendía los pasos que debía de dar y ni hablemos cuando legalizó al partido comunista y más tarde, hablamos en su último mandato de diez años (1986-1996) cuando entronizó una apertura política para las nuevas generaciones y que culminó con la entrega del poder, a un partido, que como el entonces, Partido de la Liberación Dominicana (PLD) era la especie de club ideológico de todo un grupo generacional nuevo compuesto por 20 mil militantes de profunda raíz doctrinaria y quienes creían, que si les llegaba la oportunidad podrían “derrotar a la derecha”.
Como se conoce, la experiencia peledeísta y poco a poco después de su primer gobierno 1996-2000, se convirtió en un ensayo de izquierda juvenil “revolucionaria” y en el que confluyeron, tanto hijos de trujillistas y uno que otro de padre militar de rango y con cierta mezcla variopinta de hijitos de la mediana burguesía y de la izquierda pequeña burguesa y quienes en conjunto, hicieron del PLD un calco de “izquierda reaccionaria" bajo la careta de derecha tradicional y con el agravante, de haber presentado los gobiernos mas corruptores, corruptos como corrompidos que en algún momento los viejos comunistas hubiesen podido idear y con el sólo propósito de ocultar la ola de crecimiento económico ilícito desde el poder y como nunca lo hubo, que con formidable cara dura y desfachatez protagonizaron.
O sea, el Balaguer otrora izquierdista, terminó cediéndole el poder a un grupo de jóvenes que se vendían como izquierdistas seudo liberales y que, si el estadista viviera hoy, se sorprendería, de que aquella etiqueta política es ahora el sumun y junto a su hermano putativo, el partido Fuerza del Pueblo (FP) de la muestra más significativa de la nueva derecha política dominicana y lo que sin dudas le dejaría muy frustrado.
De ahí que haya ocurrido, lo que a nuestro modo de ver, provocó que el panorama político actual esté regido por un partido de derecha con la caratula de socialista liberal, el Revolucionario Moderno (PRM) y que encabeza un gobierno plutocrático de centro derecha, que conformado por dominicanos de origen árabe y turco, estos tienen un concepto gradualista de lo que es ser de izquierda o de derecha y sin caer en extremos ideológicos de ninguna especie y que es la herramienta a mano con la que un profesional liberal y de familia rica, como lo es el presidente Luis Abinader, le está imprimiendo un rumbo diametralmente distinto en positividad cierta al gobierno de la nación. ¿Conclusión? La izquierda y como la entienden en el Continente, no retribuye, mientras que su versión dominicana, sí y para colmos con la careta de centro de derecha.
En consecuencia, no debe extrañar que nuestra respuesta a la pregunta: ¿Y que es eso de “izquierda progresista” en un país conservador y solo de derechas como lo es el pueblo dominicano? Y remarcando con lo otro de: Balaguer y su interesante y aleccionadora metamorfosis. Sea pues este análisis político de Estado y que desde nuestra perspectiva y permítasenos la expresión: No tiene desperdicio. (DAG)