Todos sabemos, que la hipocresía como la perfidia y la traición contumaz, son las graves bases de acción de todo político metido en el lodazal de las apetencias electoralistas continuas. En ese aspecto, todo se debe esperar y nunca, nadie, y para entender tantas contradicciones, puede en caer en el grave error de juzgar lo político desde la óptica de la moral individual, donde esta nunca ha tenido espacio.
Por ello y si alguien nos fuera solicitar un análisis político de Estado privado, nuestro consejo sería solo uno y conociendo las diversas formas y todas objetables, de cómo políticos en campaña electoral se las gastan. Primero, para engañar a la gente y segundo para que y a la primera oportunidad, meterles una puñalada trapera a sus adversarios.
En ese aspecto, consideramos que el todo o no nada vale en lo relativo a una carrera presidencial, legislativa o municipal y aunque sus actores, juren y perjuren que nunca cometerían ningún tipo de indicador de que irían o patrocinarían una campaña sucia y lo que por cierto, es lo que más hay, luego de que quienes aspiraban y ojo lo que se ve nada más y al llegar cada nuevo gobierno, con la profunda política represiva mediática y de empleos que todos los que han pasado por el gobierno de la República, las cámaras legislativas o los gobiernos municipales se gastan.
Entendido esto y si nos enfocamos en las pretensiones continuistas de un presidente Luis Abinader, que las tiene y aunque no las diga, pero que, por su tremenda agenda diaria, a gritos la proclama.
De esta manera y en este punto y si quiere quitarse obstáculos político enojosos, tiene y deberá destrozar a los partidos, PLD y FP y con ellos, a sus lideres nacionales y mucho mejor, si por el trajinar ilícito de estos dentro de un ejercicio de poder de origen democrático y con el tiempo convertido en uno casi cesáreo, arbitrario y persecutor, dieron pie al nacimiento y crecimiento de un inusitado brote de corrupción política y personal, por el que, a ojos de todos y ya fuera del poder, se les ve como los grandes sustentadores del terrible ambiente de corrupción desde el poder que se vive y que parece que no tendría final.
Para Abinader y sin duda, el asunto sería de vida o muerte y al saber, que el odio que aquellas dos fuerzas políticas “opositoras” le tienen y a su gobierno ni se diga, es uno que trasciende lo político y para convertirse en las muestras más terribles de odio personal.
Danilo, uno de los políticos más resentidos y taimados que se conocen, nunca le va dejar pasar el calvario de vicisitudes que la parte del Poder Judicial que responde al Poder Ejecutivo le está haciendo y Leonel, más fino en el detalle, pero igual y mortífero en ese resentimiento vengativo que le corroe como pequeño burgués originado en la inmigración criolla a EEUU y ahora más, cuando asume, que por su años en el poder merece el respeto, que él entiende se merece y quien ya siente que también a él y poco a poco, el cerco judicial comienza a aproximársele.
Por lo tanto, Abinader y aun cuando como persona no quiera hacerlo y como lo hicieron en sus tiempos y con total desenfado, los dos expresidentes mencionados y tan duramente criticados ahora, deberá apelar a todos los recursos habidos y por haber para sacar del juego electoral a sus dos rivales y quienes ya no tienen la gran ventaja de estar en el poder, aunque sí ciertos apoyos estratégicos de prensa y poderes fácticos y los que “a la hora de la verdad” y en este tipo de casos y lo importante, como ya han hecho en el pasado, deberán replegarse si no quieren ser victimas de la aplanadora que la nueva versión oficialista PRD de la Guerra Fría, más PRM y libres de hacer, estén en animo de desatar o impulsar.
Estamos hablando de la política real, de la dura, descarnada e implacable desde el poder y en la que ninguno que quiera ser presidente, senador, diputado, alcalde o regidor va a renunciar.
Recordemos cual era el comportamiento del expresidente Juan Bosch frente a sus fieles dentro del PLD de los años 70 y 80. No les dejaba pasar ni una a cualquiera de los miembros del comité político y al extremo, de que y por un disgusto, salió una mañana a recorrer junto a su escolta, la capital y pistola en mano, buscando a Norge Botello o a Rafael Alburquerque y “para ajustarle cuentas” y por lo que entendió que habían incurrido en una imperdonable falta de respeto y para que se entienda, que si “aquella montaña de seriedad e integridad” también podía convertirse en un matón, que es lo que podría esperarse de políticos aspirantes al poder y dispuestos a todo por llegarle o quedarse en la silla de alfileres.
Así las cosas y conociéndose todo cuanto ha trascurrido, desde “el retorno a la democracia en el 1966”, en realidad, una variable y como lo son las variantes del covid-19 y en este caso, de la dictadura de Trujillo y la que como ya se ha visto con los gobiernos de Leonel, Hipólito y Danilo, la pelota que se jugó era dura e implacable y de lo que, por lo visto, ahora Abinader ha caído en cuenta que debe aprender.
Todo lo otro que se diga de rechazo y de los dientes para afuera, con relación a este análisis, es la odiosa hipocresía, oportunista y calculada, de quienes como pequeños burgueses han estado cerca del poder y que de sus experiencias han aprendido, que si no dejan atrás sus pensamientos moralizantes. Unos, nunca habrían llegado al poder y otros, pudieron sostenerse, porque actuaron con determinación y crueldad. De lejos, ¿qué queda? Un pueblo de oportunistas redomados siempre dispuestos a venderse al mejor postor y sabiendo, que, si no se es sumiso o aparentemente leal, ni vive y menos avanza y porque la corrupción política lo permea y lo marca todo.
De ahí que recomendemos, que, si Abinader se decide por acogerse a la Constitución e ir a su única reelección, tiene y debe hacer gran diferencia, en todo y frente al PLD y la FP y si no lo hace, perderá. (DAG)
