domingo, septiembre 1, 2024
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Una nación y con un presidente sin contrapesos, es la más peligrosa situación, que institucionalmente pudiera darse

Que 17 meses hayan bastado para que el actual presidente de la República y auxiliado por la pandemia por un lado y la recuperación económica por el otro, más el silencio absurdo de una prensa que dejó de ser critica, se sienta solo en el poder y libre de hacer lo que quisiera, sin duda que son los parámetros más peligrosos que esta nación esté experimentado y paradójicamente, como una muestra de serio peligro institucional propio para el mismo presidente Luis Abinader, quien al no tener oposición, en algún momento pudiera tener la tentación de sentirse como factor único y decisivo en la vida nacional.

Por eso, que cuando uno se percata del tremendo peligro potencial que significa, que un presidente con capacidad reeleccionista natural y la que la misma Constitución de la República favorece, se encuentre gobernando sin el mínimo atisbo de contrapesos institucionales ciertos, definitivamente, que haya que manifestar la honda preocupación que existe por el grave vacío institucional de dejar a un jefe de Estado y de Gobierno, haciendo o diseñando lo mejor para sus intereses y aplicándolos a la política nacional a seguir.

En este aspecto, todos los expresidentes de la República actuales y como los aparentes lideres políticos que se les entiende, han estado cometiendo una grave falta de decisión de liderato en materia de empuje social y dimensión política, toda vez que, con sus silencios e inactividad política partidaria, de hecho, están fomentando cierto tipo de anarquía social en lideratos posibles dentro de la sociedad civil como dentro de las fuerzas vivas de la nación, al abandonar y sea por calculo político o por miedo a un incremento de la persecución judicial contra la corrupción en sus mandatos o por beneficio mercurial personal, todo lo concerniente a que en este país haya una democracia fundamentada y plena.

Es decir, desde el instante que el mismo liderato político de los expresidentes, se muestra totalmente inactivo y afectando la naturaleza propia del sistema democrático, que es la confrontación, la negociación, la critica y la prensa inquisidora, lo peor se puede esperar en materia de avasallamiento a las opiniones o criticas disidentes al poder político actual y lo que de suceder, es el peor escenario y junto a la pasividad ciudadana, que una nación como la dominicana pudiera confrontar.

Y esto así, porque de golpe y en base a la concentración de poder que el presidente de la República dispone y ante el hecho, de que prácticamente todo el mundo se le ha rendido y se ha dejado de hacerle la oposición mínima que se requiere e incluyendo la necesaria independencia de criterio empresarial y para que siempre un gobernante no se sienta solo y creído de que pudiera hacer lo que le plazca y hasta sin importarle  motorizar un ejercicio de gobierno, cada día más cercano a una dictadura blanda y si vale el termino, desde el día que esto se perciba, este país estaría transitando el peligroso y nefasto camino hacia el poder autoritario personal y que en un pueblo tan conservador como el dominicano, sin duda, sería la especie de materia prima que facilitaría las cosas y para que a corto tiempo la muestra de gobierno democrático de ahora, simplemente desaparezca.

Solo hay que ver el peligroso sesgo de culto extremo a la personalidad presidencial que se ha estado generando desde que el presidente Abinader llegara al poder y como producto del accidentado proceso electoral de cara a las elecciones del 2020 y en un país, que, para aquel tiempo, su gente más se preocupaba por salir indemne de la pandemia y lo menos dañado posible por el cambio de gobierno y al sobrevenir uno nuevo e hijo de una propaganda masivamente alienante.

La situación que se vive, pues, es tan extrema en materia de cero críticas al poder establecido, que hasta el mismo Abinader se ha dejado influir en materia de aceptar que su gente imponga una abierta represión publicitaria con aquellos mass media, periodistas, analistas u opinantes, que se permitan disentir de las políticas oficiales en uno u otro sentido y que, a nuestro modo de ver, es el más peligroso peso muerto que a un gobierno de origen constitucional podría sobrevenirle.

De ahí, que enfaticemos en el hecho, sobre la gran preocupación que nos embarga, al observar como la ciudadanía se ha quedado sin contrapesos institucionales y mediáticos de la suficiente autoridad moral, que induzca al poder a no perderle respeto a la atrapada opinión pública y sí aceptar, que para su propio ejercicio gubernativo, un presidente que controla todos los poderes del Estado no es lo más saludable para la vida institucional de la nación y ni siquiera para el mismo presidente que ahora se beneficia de tanto escape o huida de la propia responsabilidad política y social que los actores principales de la vida nacional deberían de tener.

Obsérvese como el Poder Legislativo está manejando todo lo relativo al nuevo código penal y en el que, el poder fáctico del Ejecutivo Nacional se ha hecho sentir y lo grave, de que nadie habla de semejante influencia y de la peligrosa situación que genera, que los presidentes de ambas cámaras legislativas se sienten y actúan como vasallos, sí del Poder Ejecutivo, pero sin descuidar lo que más le inquieta a los señores Estrella y Pacheco, lo que su jefe político, el expresidente Hipólito Mejía pudiera decir o indicarles.

Ni hablar, cuando se entiende parecido panorama dentro del Poder Judicial y en lo atinente a la rama constitucional de este como Ministerio Público y que constitucionalmente, es una dependencia del Poder Ejecutivo y del que ahora y a jura de Dios, el presidente Abinader quiere hacer creer y se empeña, intentando decirle a la ciudadanía que allí no tiene interés y al extremo, de que para este gobierno, la figura del Procurador General de la República, no es parte del gabinete presidencial y tal como lo dispone la misma Carta Magna y con lo que de hecho, el primer mandatario comete una grosera violación constitucional.

Analizando pues toda esta situación institucional tan surrealista, que no podamos dejar de advertir lo preocupante que es para la vida institucional de la República, semejante deserción de responsabilidades cívicas, políticas y gubernamentales en los tres poderes inter independientes del Estado y que de agudizarse, poco faltaría para que de aquí a diciembre y de cara a su reelección, el presidente Abinader pudiera actuar con el suficiente atropello para tratar de imponérsele al proceso electoral venidero y que de tan grave, pudiera agudizar el proceso degenerativo presente y mediante el cual, cada proceso electivo, la facultad de escogencia de los electores tienda a disminuir mucho más.

Viendo de este modo el peligro y especificando, sin ningún tipo de animosidad personal contra el poder y simplemente porque esta no cuenta frente a los intereses permanentes de la República, que entendamos de prudentes, puntualizar, que la nación no puede correr el riesgo de ir por la cerrada como peligrosa ruta antidemocrática, que como nunca está llevando y que se refleja en el hecho cierto, de que una nación y con un presidente sin contrapesos, es la más peligrosa situación, que institucionalmente pudiera darse. (DAG) 

 

 

 

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