Solo con hojear las principales cabeceras mediáticas de EEUU, Europa y Reino Unido, es más que suficiente y para entender, que ese periodismo y en su ejercicio “libre”, no tiene nada que impida verle como uno de mercenario al mejor postor y solo para satisfacer los planes hegemónicos y expansionistas de las grandes potencias, ahora en su loco afán por tratar de imponerse unas frente a otras o todas contra la que hayan bautizado como la especie de “enemigo común" y que en el caso de Rusia, es más que patético el loco interés por tratar de reducirle sus hegemonías territoriales-geoestratégicas y a propósito de su enfrentamiento contra la OTAN injerencista y provocadora.
Cómo ya se ha comprobado y otros medios y voces han denunciado, es evidente que las principales potencias europeas y junto a EEUU, tratan a como dé lugar por pretextar una guerra, en principio, de corto alcance con Rusia y con el propósito de arrebatarle las fuentes de petróleo y gas natural que hay en el Mar Negro o en las aguas comunes frente a Ucrania y las otras en el Mar Caspio.
Concomitantemente con ello, va en paralelo la pretensión estadounidense de resolver su crisis económica interior, al incentivar una nueva guerra que permita revigorizar su economía y al tiempo de descalabrar otras y en un intento, que entendemos fallido, de reducir la influencia y el poderío geoestratégico ruso en el mundo e igual el de China Popular.
La situación es tal, que no solo Washington está negado a llegar a algún acuerdo con la Rusia Federativa, sino que abiertamente pretende provocar vía la OTAN y fortaleciendo su plan guerrerista con el anuncio del envío de 8 mil 500 militares en combate a Ucrania y con el pretexto de que la alta concentración de militares rusos en su frontera con este otro país eslavo, la entiende preocupante, mientras al mismo tiempo, otras naciones de la alianza guerrerista envían cientos de toneladas de armamento sofisticado para que el ejército ucraniano disponga de las armas necesarias para “enfrentar la invasión rusa”.
En este aspecto, se ha llegado a un punto, por el que parecería, que el resto del mundo deberíamos prepararnos para que la debacle que se presente no llegue a afectar a naciones y pueblos del extrarradio europeo, por ejemplo, en el continente americano y en específico a su parte de naciones de habla latina.
Pero EEUU, no solo está dispuesto a irse a la guerra contra una Rusia que es imposible que no responda en igual contexto bélico y a lo que desde ya es una verdadera agresión en su contra, sino que al mismo tiempo, fragua la alteración casi absoluta de la paz en esta parte del mundo y en concreto en Centroamérica y el Caribe, con su pretensión de aniquilar el gobierno salvadoreño del presidente Nayib Bukele y por el “pecado” de este este, de querer emancipar la economía de su país, al establecer como moneda de intercambio legal al Bitcoin y pretender crear una ciudad de criptomonedas, que haga de El Salvador, una nación económica y financieramente independiente, que de tener éxito y como ya se está viendo, pudiera ser la muestra que otras del Continente requerirían para dar el mismo paso.
De ahí, que a lo inmediato y precisamente ayer, la especie de “agente de cobro"que es el Fondo Monetario Internacional (FMI) para las naciones de economía subdesarrolladas y también emergentes, advirtiera a Bukele, que de continuar con su proyecto Bitcoin, deberá olvidarse de ningún tipo de préstamo para la economía salvadoreña.
Anuncio que significa, que desde ya, El Salvador tiene cerrado el crédito en el sistema bancario estadounidense, al tiempo que de Bukele continuar en su innovadora política de agenciarse recursos propios en base a las ganancias que obtenga via las criptomonedas y que hasta ahora, estas solo eran para los grandes bancos del sistema o para corporaciones estadounidenses, europeas, japonesas, coreanas y chinas, las que de hecho habían creado un oligopolio, que en principio, suponían que impedirían que las demás naciones y pueblos pudieran beneficiarse y que es la razón por la cual, a lo interno de cada país, sus bancos centrales tienen la encomiendan de desacreditar las criptomonedas y hasta intentar prohibirlas en sus fronteras o áreas de jurisdicción.
Sin embargo, a EEUU, la experiencia salvadoreña, de hecho le ha desquiciado y la situación ahora va dentro de un derrotero, que para nada augura que contra Bukele no se intente el magnicidio y al mismo tiempo, no se haga lo necesario para romper la política anti mara del presidente y no vía la guerra y sí por la consecución de pactos propios entre todo gobierno que quiera erradicar su principal foco de violencia fratricida interna y con el loable propósito de restaurar la paz en su país y que para Washington, ha sido una agria sorpresa que el salvadoreño hubiese logrado el éxito que es este sentido ya tiene.
Bukele y en estos dos aspectos, ha sido un notorio precursor de buen gobernante para este siglo XXI, que le distingue como un mandatario que en verdad trabaja por su país y en este punto, tampoco se puede descartar, que EEUU no intente también la desestabilización via un golpe de Estado militar en unión a cientos de maras que hayan sido comprados previamente.
Entonces, así tenemos, que en el panorama europeo se está ante lo inminente, de lo que en la práctica sería la tercera guerra de las naciones firmantes de la OTAN y la primera bajo esa etiqueta bélica y con el único interés de descalabrar la economía rusa y al tiempo que la estadounidense y las de sus aliados se robustecieran, mientras a nivel del continente americano, se presentaría una variante del eterno escenario intervencionista estadounidense contra las naciones en esta parte del mundo y en lo que vale todo, matar presidentes, destruir su economía y asesinar pueblos enteros. Y ambos escenarios apoyados y alentados por el periodismo cómplice con el guerrerismo de Washington.
Y que es suficiente y para que digamos, que, con la grave crisis inducida de probable guerra en Europa y descalabro en El Salvador, el periodismo corporativo queda al desnudo como el provocador mercenario que es y que también cómo nunca y después de la desaparición de la URSS y la todavía no acabada guerra de Corea, no se había visto nada igual. (DAG)
