sábado, julio 27, 2024
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En estos últimos 64 años más de la mitad de los nacidos en este país, sus padres o abuelos nacieron en otros países y desde el 1962, ser dominicano por nacimiento y origen, cambió a solo por nacimiento

Lamentablemente, el fracaso de la educación de este país y desde 1962 a la fecha, ha creado un producto de analfabetos funcionales que no tienen la menor idea de lo que es ser dominicano propiamente y que se ha agravado en los últimos diez años, con la entrada de extranjeros de origen dominicano, quienes por lo de la ley de doble nacionalidad, han terminado por casi destruir la dominicanidad, es decir, su idiosincrasia.

Lo anterior quiere decir, que, debido a estas dos situaciones, el dominicano auténticamente como tal y de padres y abuelos dominicanos se ha estado convirtiendo en una especie de minoría étnica a la que le han sido impuestos extranjeros de origen dominicano, básicamente, haitianos, estadounidenses y europeos y haciéndolos pasar como nacionales de este país.

Por eso, cuando escuchamos la algarabía de fanáticos intelectuales y periodistas y comentaristas de todo en los lupanares mediáticos de las infames redes sociales, pidiendo a gritos que hay que expulsar a los haitianos y no solo a los indocumentados y atrevidamente calificando de “invasión” a los cerca de medio millón de haitianos  inmigrantes que tienen no menos de quince años viviendo en el territorio nacional, lo menos que pensamos, es de cuanto y de equivocados son los ultranacionalistas que así se expresan.

Sin embargo, por ese racismo subyacente que tiene la vida dominicana. Nos encontramos y esto como caso emblemático, lo relativo a la inmigración árabe y turca desde el 1850, cuyos descendientes y con todo y haber nacido en el territorio nacional no los educan haciéndolos sentir como dominicanos y cuyo mayor testimonio es, que todas esas familias, a puertas cerradas, hablan entre sí en turco o árabe y para nada, criándolos, haciéndolos sentir dominicanos, salvo que por política o negocios les convenga.

Esta realidad concreta y que pocos perciben, ha estallado de golpe y desde el 2020 a la fecha con la profusión de familias de origen árabe y turcas que participan en la vida política, pero y como el caso de familias de apellidos Abinader o Arbaje y para citar dos casos, sus padres y abuelos son árabes o turcos y la mayoría tenderos que luego evolucionaron a comerciantes.

¿Y qué resulta? Que ahora que un Abinader es presidente de la República y una Arbaje, primera dama, sus orígenes se callan, unos, porque se les entiende blancos y otros y como racistas, se empecinan en no darle el mismo trato, que el groseramente discriminatorio a aquellos otros cuyos padres y abuelos son de origen haitiano.

De esa manera se presenta, que esos dominicanos de nacimiento, pero no de origen y todos blancos, se les justifica su condición y cuyo mayor testimonio es el club sirio-libanes-palestino, en donde todos se agrupan y en la mayoría de los casos, sin permitir socios dominicanos de nacimiento y origen y en otros casos, prohibiéndoles arbitrariamente su registro como miembros y como de ello hay tantas experiencias en Barahona y San Juan de la Maguana.

Semejante mentalidad, en este mundo de ahora no tiene razón de ser y mucho menos, desde que Suiza y en el 2015, impuso la ley, de que, si un extranjero quería ser suizo, tenía que demostrar que había vivido en el país durante diez años y sin nunca haberlo abandonado.

Entendiendo esto, todavía no hemos podido comprender el por qué el presidente Luis Abinader no ha impulsado una ley del Legislativo o un decreto del Ejecutivo, autorizando, que todo aquel haitiano nacido aquí y que tenga diez años sin nunca haber visitado la tierra de sus padres y abuelos y si es el caso, se le haga automáticamente y sin ninguna investigación posterior, ciudadano dominicano, mientras aquellos otros que sean hijos de un padre o madre solo haitiano, se les otorgue la residencia legal, pero con la condición de vivir cinco años más y sin haber visitado el país de sus padres o abuelos para otorgársele la nacionalidad dominicana, en tanto a todos los que estén migratoriamente de manera irregular, se les otorgue el visado legal correspondiente como transeúnte durante diez años y para otorgarle la nacionalidad y sin que su condición en modo alguno afecte a sus hijos nacidos aquí y menores de edad, a los que automáticamente el registro civil debe registrarlos como dominicanos.

Desde luego, estamos exponiendo en plan de búsqueda de soluciones pragmáticas para un problema migratorio en el que el racismo y el odio al haitiano les han sido inculcados por los sectores más radicales y ultras de este país y fundamentalmente, el mediático.

También, a todo esto se contrapone un hecho, que si para el primer censo nacional de población y familia del año 1920 fueron registrados 35 mil ciudadanos haitianos como residentes legales, todos sus descendientes y hablamos de 104 años, son no menos de cinco generaciones que han nacido y siempre reconocidos como dominicanos y lo que impone el antecedente jurídico, que un buen abogado sabría imponer, respecto a que aquello que fue válido para esas personas, en igual medida habría que dárseles a los indocumentados haitianos de ahora y en particular, a todos los que estuvieron registrados en el plan nacional de regularización, que este gobierno ha ignorado por completo.

Simplemente, entendemos que todos los dominicanos debemos imponer la buena voluntad de buscarle una solución feliz para el indocumentado haitiano y sus hijos nacidos aquí, a los que moralmente, este país tiene que regularizarlos, pues todos y de una u otra manera y sí contamos desde el acuerdo de Estado entre los presidentes Balaguer y Duvalier de  1968, de entrada del bracero haitiano para trabajar en nuestros campos de caña de azúcar, es una deuda moral que como nación nos obliga a entender y acatar.

Igual debe conocerse, que hay y que debe consignarse, que aquí existen familias de origen judío que se vieron forzadas a salir de España y debido a la expulsión de los judíos españoles en el 1492, los Gómez y los Jorge  y los Padilla y los Mota por ejemplo y quienes desde entonces o entrado el 1493 vinieron a residir a la isla de la Hispaniola o de Santo Domingo y sus descendientes permanecen como dominicanos de más de 500 generaciones como tales.

De ahí que recordemos, que, en estos últimos 64 años, más de la mitad de los nacidos en este país, sus padres o abuelos nacieron en otros países y desde el 1962, ser dominicano por nacimiento y origen cambió a solo por nacimiento.

¿Qué provocó este último cambio? Que el candidato presidencial Juan Bosch no podía ser candidato presidencial si se mantenía el capítulo constitucional de tener que ser dominicano de nacimiento y origen para ser presidente de la República y ante lo cual, el PRD movió cielo y tierra para que el gobierno de facto del Consejo de Estado emitiera el decreto-ley correspondiente y debido a la no existencia del Congreso Nacional.

Entendiéndose, qué y dicho sea de paso, que ese decreto-ley no ha perimido y porque todas las leyes del Consejo de Estado como las del Triunvirato, pueden ser derogadas y por provenir de dos gobiernos de origen no democrático electivo cierto y lo que también es válido, para el decreto-ley antitrujillista y vigente, que se estableció como sustituto del decreto-ley que abolió la ley que prohibía el comunismo. Es cuánto. Con Dios. (DAG) 09.07.2024

 

 

 

 

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