Es más que evidente, que en este país el respeto se ha perdido y al extremo, de que personas públicas que siempre se las ha entendido de valer y probidad, de buenas a primeras son victimas de los más duros como encarnecidos choteos y sobre todo, desde que la partidocracia permitió que las redes sociales se hubiesen convertido en la fuente bastarda de la inmoralidad y la falta de decoro más significativos.
Todo comenzó con ese apoyo de tartufos y de gran demagogia que el Poder Ejecutivo en tiempos del gobierno del PLD anterior al actual del PRM y este mismo, se les viera como copatrocinadores de lo peor en materia de insultos y procacidades desde los lupanares mediáticos en las infames redes sociales.
A partir de ahí, nada menos que presidentes de la República se mostraran orgullosos al lado de forajidos de la palabra y la desvergüenza, fueron razones suficientes para que cerca de tres millones de jóvenes de ambos sexos fanáticos de los teteos, el sexo libre, el consumo abierto de drogas y de desafío continuo contra la salud moral de la República y de la autoridad, entendieran que si sus guías, los presidentes, los tenían como ejemplos a seguir, ya todo estaba permitido y por lo tanto, nadie podría parar o tener autoridad para detener sus desenfrenos.
En la misma medida y por el mismo abono, todos hemos sido testigos a la fuerza de como programas de opinión en la radio y la televisión han derivado directamente en burdeles mediáticos, donde presentarse en ropas propias de burdeles y discotecas de amoralidad absoluta o hablar de manera indecente y atropellada, no que solo se ha convertido en el pan nuestro de cada día, sino que desde el 1979 con el PRD, la autoridad se ha plegado atrevidamente.
¿Resultado? Ya nada se respeta, ni la conducta moral que se debe tener o el comportamiento decente que se supone toda persona educada o medianamente educada debe de exhibir. Por eso, se ha convertido en una inconducta normal, que empresarios practiquen métodos en los que, las peores prácticas sexuales, fomento de la prostitución de los dos sexos y actos aberrantes de pedofilia, acoso, orgías y violaciones grupales han sido convertidos en los referentes de la nueva educación y comportamiento cívico.
De este modo y en esta carrera sin parar ni limites que frenen hacia la más profunda degradación moral, la familia como tal es la victima propiciatoria de la terrible explosión de inmoralidad a todos los niveles y que como nunca, ha puesto de rodillas a la población y a la sociedad.
Y lo más significativo, que desde el gobierno y al más alto nivel y ni hablar dentro del Poder Legislativo, nada es lo que parece y la mayoría de sus representativos, son terribles sepulcros blanqueados que han terminado por lograr que la mayor cantidad de jóvenes de ambos sexos y en todos los niveles sociales, estén corrompidos y nada dispuestos a respetar leyes ni normas.
Para colmos, los llamados referentes morales dentro de la iglesia católica, han huido de sus responsabilidades de corrección y han sido cercados por curas y monjas pedófilos y peor dentro de ciertas congregaciones o iglesias cristianas evangélicas, donde el desbarajuste inmoral es el propio de autoridades religiosas que se han dejado arrastrar por el mal vivir y a unos niveles mucho peores que sus iguales de dos siglos atrás entre los cristianos católicos, cuyas actuaciones ignominiosas de violaciones y rastros e hijos bastardos, la corrupción social facilitó que esos productos y la mayoría incestuosos, sean hoy aparentes dechados de virtudes y con familias de “categoría y bien”.
O sea, la aldea que se tenía como aspiración de país, desde siempre dio espacio para determinadas inconductas y que la poca prensa que existía callaba generosamente, pero la terrible explosión de amoralidad a gran escala que ahora se ve por doquier y que se inició 46 años atrás. Ha dado por resultado, tres generaciones de dominicanos nada inmunes al desorden moral o peor, que se vea como natural, que se pervierta e incite a alguien a faltar a las obligaciones de su oficio o religión.
Debido a todo esto, la nación y cada día se nos está yendo de las manos y sus autoridades y nos referimos a las de primera línea en materia de orden público o de defensa, es evidente que han terminado por hacerse cómplices de tantas inconductas, que, al mismo tiempo, son la justificación para que tres millones de jóvenes actúen y se entiendan más allá de las fronteras del bien como del mal.
Se ha llegado tan lejos, que hoy, ser una persona decente, honrada, educada y de comportamiento apegado a las leyes y a las buenas costumbres es lo más parecido a alguien fuera de este tiempo y por eso el irrespeto de los jóvenes hacia los mayores cunde y sin que autoridad alguna pudiera hacer nada para impedirlo.
Por eso, cuando se ve, que en el Poder Ejecutivo, los peores exponentes de la inversión de valores morales en las redes y sus plataformas en internet son recibidos con las mayores de las distinciones y uno que otro, hasta designados como “asesores de imagen” en instituciones gubernamentales del gobierno central o en organismos descentralizados, el meta mensaje que las juventudes en los barrios de nuestras ciudades reciben de inmediato, es que todo en materia de libertinaje puede hacerse y que no hay autoridad para impedirlo.
Así y en base a tal razonamiento, ha sido impuesta y particularmente desde mediados de 2020 la especie de revolución sexual al carbón que, siendo tolerada por la autoridad nacional, derrumba y hace añicos la moral social y resultando, que, recordando aquel aforismo tan descriptivo, de que “el falso le cae bien a todo el mundo y el real no”, obliga a concluir y diciendo, que, si el respeto no se gana, es difícil que una persona pueda avanzar como quisiera. Se está en un tiempo, en el que la moral social está siendo añicos y lo que a mediano plazo afectará la gobernabilidad. Con Dios. (DAG) 19.07.2024
