sábado, julio 27, 2024
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Definitivamente, no puede darse reconocimiento de refugiados a haitianos supuestamente en riesgo en su país y mucho menos a los indocumentados que residen aquí

El gran pecado que la tiranía partidocrática ha cometido contra República Dominicana, radica en cuanto a que por la ambición desmesurada de los presidentes y gobiernos desde el 2000 a la fecha, en solo 24 años, la República y literalmente, ha sido invadida por no menos un millón de ciudadanos haitianos.

Agréguesele a esta oscura realidad, que la mayoría de quienes han entrado como indocumentados y reconozcámoslo, se ha originado en la irresponsabilidad, desidia y corrupción de nuestros militares e inspectores de Migración en la frontera y coludidos con los funcionarios y burócratas de la organización de las Naciones Unidas y sus diferentes agencias y quienes, en base al más grave intento internacional por destruir a nuestra nación, han encontrado camino suficiente para tratar de impulsar esa masiva inmigración.

Y esto hay que decirlo, recalcarlo y hasta volver a denunciar, por la complicidad directa del actual presidente de la República, Luis Abinader y su afán extremo de ser aceptado como un gran estadista por los llamados organismos de la mal llamada “comunidad internacional”.

Para mayor encono, es ostensible que la gravedad de la complicidad de Abinader y su gobierno del PRM, tiene mucho que ver y se estructura, en esa alianza de intereses mercantiles de la burguesía haitiana asociada a la burguesía dominicana de origen árabe y turco, proveniente de la misma Haití y lo que se comprueba con solo observar a los mil representativos de esa burguesía y quienes con el disfraz de dominicanos y al ser parte del gobierno plutocrático de Abinader, no han tenido reparos en hacer de nuestro Estado, la herramienta útil para tratar de destruir a nuestra nación.

Sobre este particular, hasta quienes tienen solo dos dedos de frente, se han dado cuenta de la trama tan siniestra y anti dominicana en la que este gobierno y sin importarle traicionar la tierra que le dio albergue a sus ancestros y desde los años 1800 para acá, se ha abocado y por lo que ahora, se hace evidente que al falsear los tres últimos censos nacionales, pero sobre todo el último, esta nación tiene dentro de su territorio no menos de dos millones de haitianos indocumentados  y quienes ahora, al estar apoyados por el gobierno, sienten que ya pueden desafiar a los mismos dominicanos y reclamar derechos tal como si realmente fueran ciudadanos de este país.

A todo esto, lo más grave, es que cuando aquí se hizo el primer censo nacional de población  y familia en el 1920, quedaron registrados entre 20 a 35 mil ciudadanos haitianos quienes habían inmigrado a este país con residencia legal y quienes ahora, sus descendientes y todos dominicanos, hablamos de 104 años, están pagando  justos por pecadores y como si fueran parte de la horda salvaje, mal oliente y tribal que ha entrado y gracias a la complicidad oficial y los organismos internacionales que favorecen a Haití  y en particular franceses y belgas.

¿Por qué ha sucedido esto?, por la errada percepción, de que posterior al 1937, a los dominicanos se nos ha hecho creer que quienes nacimos desde enero de ese año y hasta la fecha, somos algo así como responsables del desenlace sangriento hijo de la terquedad de comerciantes y tenderos haitianos quienes ilegalmente se posesionaron del comercio desde Santiago a Pedernales y en una abrumadora mayoría, que obligó al comercio dominicano y ciudadanos dentro de las fuerzas vivas, a demandar del gobierno nacional presidido por Trujillo, a que tomara una decisión al respecto.

Plantear a un gobierno militar, una opción semejante, era y sabiéndose que se desatarían los demonios de inmediato y para que lo militar diera paso a acciones punitivas y las que contra la creencia errada, no fue una operación limpieza ejecutada por nuestro Ejército y sí por elementos armados y la mayoría ciudadanos que habían pasado a la reserva, por lo que propiamente, nuestras gloriosas fuerzas armadas no tuvieron nunca responsabilidad alguna en lo ocurrido y sí en aquellos grupos paramilitares de civiles ultranacionalistas.

En Haití mismo, su clase intelectual y universitaria conoce perfectamente esta realidad, pero como el discurso nacionalista reditúa votos, los políticos haitianos lo han mantenido y por supuesto, logrando la conmiseración debida de la comunidad internacional “ante la maldad y perversidad de los dominicanos” y lo que, como país soberano hemos tenido que cargar a modo de conciencia nacional.

Entonces, al ver aquellos acontecimientos en adecuada perspectiva, los dominicanos tenemos que entender que las voces plañideras llenas de odio que viven constantemente hablando del supuesto “genocidio” perpetrado y teniendo su mayor soporte en una parte de la intelectualidad y el periodismo haitianos, que nos calmemos y entendiendo, que realmente el pueblo haitiano necesariamente no piensa igual.

¿Y esto por qué?, porque son más de 300 mil los miembros de familias haitianas de origen dominicano, cerca de 35 mil los profesionales haitianos preparados en nuestras universidades y cubriendo ellos mismos sus costos y generando a su vez familias mixtas y en el historial de los dos pueblos y en particular el haitiano, el hecho de que cuando el 1937, cerca de o mejor dicho, entre cinco y diez mil haitianos fueron salvados por dominicanos que desafiaron al mismo Trujillo y con tal de no permitir que murieran, esta realidad es una que se encuentra firme en la memoria histórica de las dos naciones.

Lamentablemente, desde que la burguesía haitiana fue copada por elementos árabes y turcos y parte de estos inmigraron hacia nuestro país y formando familias a las que quieran o no tienen parte dominicana, es que ha ocurrido la deformación de perspectivas con las que esos árabes, libaneses, sirios y turcos han querido enemistarnos.

Los Abinader y con su abuelo paterno, su familia provino de EEUU donde había llegado desde la parte de África en donde está el Líbano, entraron por Puerto Plata y se radicaron en Santiago y allí echaron raíces, pero la otra parte de los inmigrantes árabes, entraron desde Haití y ahí la familia Arbaje y todos como tenderos, la mayoría se radicó entre Barahona, San Juan y Azua.

Ahora los descendientes de esas familias tienen concentrado el poder político dominicano y al aliarse con la parte de la burguesía haitiana árabe, libanesa y turca y la mayoría, furibundos racistas anti haitianos, se descubre el por qué desde el 2020, la nueva migración de esa burguesía y formando parte del gobierno plutocrático de Abinader, ha llevado a las dos naciones, a que una parte de sus pueblos se vean con cierta acritud  y que en nuestro caso es necesario desterrar y por eso de que no estamos de acuerdo con el discurso racista de los extremistas del Instituto Duartiano y el que de continuar, no llevará a nada bueno para quienes se impliquen en tal tanda de odio infecundo.

Al efectuar pues esta especie de retrospectiva, concluimos diciendo, que definitivamente, no puede darse reconocimiento de refugiados a haitianos supuestamente en riesgo en su país y mucho menos a los indocumentados que residen aquí. Con Dios. (DAG) 23.07.2024

 

 

 

 

 

 

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