Si ya de por sí es más que ofensiva la pretensión haitiana y proferida por individuos que no tienen ni sesenta años y hablando descarada y mentirosamente de que Haití fue dueña y primera de toda la isla que la República Dominicana, que de tanto insistir con semejante falsedad, por obligación los dominicanos deberíamos de preguntarnos y poniéndolo todo en perspectiva, de si deberíamos iniciar un amplio movimiento nacional de rescate de nuestros antiguos territorios.
Por ejemplo, con solo conocer el mapa de la isla cuando los primeros territorios ocupados por los franceses para los años 1656-1680 y lo que se puede comprobar por el gráfico originado en los archivos del historiador Frank Moya Pons, se entiende de inmediato, que el mapa general de la isla, el conocido por la primera expedición española del descubrimiento de las nuevas tierras y continente, se comprueba que entre 1492 y 1669 (177 años de la provincia de ultramar de Santo Domingo) en la isla solo la habitaban sus aborígenes, la mayoría taínos y españoles, que luego y con el cruce de razas, dio paso a habitantes españoles blancos y mestizos y nada de negros.
Lo que ocurría de manera natural y debido al cruce entre blancos y aborígenes que originan a su vez una población criolla de mestizos. Fue solo cuando los piratas bucaneros y filibusteros europeos que llegaron por la isla de la Tortuga (1640-1653) donde se asentaron ilegalmente y más tarde, su excursión a la isla grande, al posicionarse en cinco localidades de inicio de ocupación francesa y con la explotación de aquellas tierras dentro del esquema plantacionista francés, que originó y al carecer de mano de obra, del mercado francés de trata y tráfico de esclavos africanos, cuando realmente se inicia la entrada (1669) de la raza negra a gran escala en el occidente de la isla y como base originaria de la población negra y mulata haitiana.
Fenómeno que ocurre, porque la metrópoli española, al desinteresarse del gobierno de la Real Audiencia con sede en Santo Domingo, facilitó las cosas para que Francia tuviera interés en legitimar su arbitraria ocupación en base a un tratado con España.
Es en ese hecho, que la abandonada provincia de ultramar, con autoridades escasas y vecinos tanto o más escasos, que se origina la situación determinante para que el gobernador Osorio hubiese dispuesto entre 1606-1655 la política de las despoblaciones de todas las villas y villorrios en el resto del territorio isleño de habla española y al extremo, de facilitar las cosas para que la colonia francesa de Saint Domingue se expandiera como gran centro plantacionista, poblado en gran parte por negros originarios de sus ancestros esclavos africanos.
De esta suerte, el Santo Domingo español es víctima de las torpezas de Osorio como de la geopolítica llevada a efecto por los reinos francés y español, por eso y si nuestros lectores observan con atención el mapa que acompaña este análisis y que como expresamos, se origina en el gráfico del historiador Moya Pons, se observa claramente como la prácticamente tercera parte de la isla quedó al abandono de España y la provincia española cuya capital estaba donde se encontraba la Real Audiencia, terminó arrinconada desde y esto para dar puntos de referencias, desde Baní al Sur, Moca al Noreste y La Altagracia al sureste, mientras la colonia esclavista francesa en los límites de lo que ahora es frente a Pedernales y yendo al norte hasta hacer frontera con Dajabón y el resto del escaso territorio compuesto por todas las tierras bañadas por las aguas de la bahía de Gonaïves y con sus cinco villorrios más importantes.
Producto de aquella situación es que en ese pequeño espacio de menos de 12 mil kilómetros cuadrados que Haití como tal emerge y como hemos dicho, bueno es repetirlo, empieza a ser ocupado por esclavos negros africanos al servicio de sus amos franceses en una territorialidad en la que los blancos de España y los mestizos originales de la isla ya estaban aposentados desde hacía 177 años.
Consecuentemente, la negritud y esto, no dicho peyorativamente se asienta a partir de 1600, en realidad, a partir de 1669, la población negra africana que luego da paso a la población derivada y negra de Haití propiamente.
Si estos datos se toman en consideración, se entiende de inmediato que el Haití negro, nunca fue primero que los habitantes mestizos y blancos y por lo tanto y al irnos a los tiempos actuales, que los haitianos nunca estuvieron primero que los dominicanos, cuyos ancestros entraron, colonizaron y crearon el nuevo asentamiento español en esta parte del Hemisferio y como provincia de ultramar, nunca colonia, a partir del 1492.
De esta manera debería concluirse y si los dominicanos tuviéramos ese espíritu irreflexivo de odio y venganza de los haitianos de los últimos sesenta años, quienes dizque reclaman “las tierras que nos pertenecen”, que quienes deberíamos de estar demandando y exigiendo el retorno y ocupación de aquellos territoriales originales deberían de ser los dominicanos que tenemos un marcado derecho de sangre y origen sobre los mismos.
Claro está a nadie de nosotros se le ocurriría una sinrazón semejante, pues la historia de vida de las dos naciones y pueblos que comparten la misma isla ha devenido en la realidad territorial e inmutable de ahora. Sin embargo aquellas voces extremistas y de ignorantes de parte haitiana y ahora en las plataformas en internet y en las redes sociales, se desgañitan tratando de impresionar a un pueblo dominicano, que no solo está consciente de las 44 batallas que fueron libradas por nuestros ancestros para defender y sostener nuestra independencia y dominicanidad, sino que gracias a Dios y por nuestro propio esfuerzo somos la parte más desarrollada en crecimiento económico y que nos da las razones del porqué y como potencia militar, los reclamos insensatos de aquellos extremistas no nos quitan el sueño, aunque sí que estamos totalmente alertas.
Ahora bien, desde el año 1920, ciudadanos haitianos propiamente y viviendo en República Dominicana, para ese año, al hacerse el primer censo nacional de población y familia, arrojó 35 mil haitianos residiendo legalmente y lo que significa, que 104 años después, sus descendientes son dominicanos en gran mayoría y los que no, están impregnados de la idiosincrasia dominicana.
Igual ocurre con el casi millón de haitianos que residen aquí en base a contratos de trabajo y creando familias y al grado, de que la mayoría y para decirlo de alguna manera, se han dominicanizado o “domiquein” como despectivamente se les dice cuando visitan a Haití y que a su vez significa, que nunca serán enemigos nuestros y sí parte de nuestra dominicanidad que siempre les ha protegido y dado cobijo en las buenas y en las malas y si esto se entiende, se verá que los ultranacionalistas del Instituto Duartiano no tienen razón alguna en calificar de “invasión de vientre” a los nacionales haitianos quienes con trabajo y esfuerzo propio trabajan noblemente en nuestras fábricas, comercios y campos.
Lo que procede pues, es no hacerle caso y rechazar firmemente el discurso de odio de los extremistas haitianos y dominicanos a los que nos referimos y entender que en las relaciones de nuestros dos países y pueblos hermanos, más pesa todo lo bueno que nos une que la pequeñez de división insensata que los extremistas quieren prohijar. Y que no quiere decir que se rechace al indocumentado haitiano y sí que se le demande legalizar su situación migratoria y ahora más que sus extremistas quisieran que fueran dos pueblos y naciones enemigos.
De ahí que señalemos, que la atrevida neohistoria haitiana que habla de que la isla era toda suya y primero que Colón, obliga a que los dominicanos debamos pensar en puntualizar sobre nuestras antiguas tierras al occidente de República Dominicana. Con Dios. (DAG) 26.07.2024
