lunes, julio 29, 2024
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Hasta que los ciudadanos no entiendan, que los políticos son nuestros empleados y quienes por lo tanto siempre deberán de darnos explicaciones, no habrá manera de que nuestra democracia sea cierta

Podrá parecer extraño el planteamiento y mucho más en un país como este, donde el clientelismo político ha reducido la condición y calidad de ciudadano a una de súbdito o más descriptivo, de sirviente, mientras los organismos del Estado son maquinarias de opresión coercitiva para que sus habitantes enmudezcan y sean sumisos y particularmente cómplices activos de los más denigrantes actos de corrupción contra la República.

Las anteriores, deberían de ser razones y más que suficientes, para que los medios de comunicación cívicamente responsables y a sus periodistas, comunicadores, analistas y productores de radio y televisión e internet, les impulse e impongan un esquema de sistema político, mediante el cual, la sociedad se rebele de cuajo y para que la partidocracia, lo peor en materia de cáncer social, se le pueda hacer desaparecer determinantemente.

Para anhelarlo o desearlo, solo hay que ver el comportamiento colectivo en materia de elecciones “libres y soberanas”, por medio de las cuales y como instrumentos de vasallaje y extorsión, son los mass media y casi sin excepciones, las herramientas al uso que la alta burguesía tiene para imponer sus candidatos y favoritos y hacer de la “democracia representativa” y nunca participativa, la mejor trampa de engañabobos de cada periodo electoral.

Obsérvese lo que siempre ha ocurrido aquí, donde todos los partidos políticos son cómplices entre sí, mientras sus actores realizan la parodia de hacerle creer a la gente que toda la ciudadanía es la supuesta base y mecanismo de acción “pro democracia”, para legalizar y legitimar una supuesta convocatoria electoral libre, cuando en la práctica, se trata de la especie de arma de reglamento, para que la población y manipulada en extremo, haga lo que quieran quienes les dirigen  y les afectan su libre albedrío.

A todo esto, lo más lamentable y denigrante, es ver como el periodismo no es el arma de rescate ciudadano que en su origen se supone que debería de ser y sí el más formidable accionar que impide que los ciudadanos no inmunes a semejante influencia negativa, no se den cuenta, de que cada torneo electoral, es uno que les encadena más al accionar de sumisión y corrupción que les impone venderse en materia de conciencia y voluntad y que es un reflejo de lo que ocurrió ayer en Venezuela, donde el gobierno se le impuso a los ciudadanos.

Es lamentable hablar tan crudamente, pues si bien es cierto que en la etapa balaguerista primera, la de los doce años (1966-1978), se trató de que los ciudadanos no perdieran su condición de tales y no se convirtieran en amanuenses de la fase de anti política de guerrillas urbanas, que PRD y “Oposición” empezaron a imponer y hasta llegar a la desvergüenza de ahora y tanto, que para la segunda etapa de diez años (1986-1996) del mismo PRSC, se vió y comprobó con claridad, como la política se había convertido en el cieno y sentina que convertida desde finales de 1978, en la terrible maquinaria de odio, lucha de clases y dolor con la que esos partidos  convirtieron el sistema democrático en el peor albañal.

Justo por ello y desde 2020, la democracia dominicana dejó de ser y ahora dio paso a la legalización de la corrupción de Estado mediante la falsa legitimidad de políticos no propiamente dominicanos y si con la ambigüedad de extranjeros con menos de tres generaciones de nacidos en el territorio nacional y actuando como si fueran criollos a los que dé a verdad les doliera su país, mientras a lo interno de sus hogares, solo hablan el idioma de su país originario.

En cualquier otro país y si ponemos de ejemplo a EEUU o Canadá, sus continuas inmigraciones, para nada han hecho que los que son acogidos, con el tiempo se entiendan supra ciudadanos y al contrario, siempre se les observa adaptándose a las costumbres del país de acogida.

Lamentablemente, hasta mediados de 1961, los extranjeros residentes y sus descendientes, nunca cayeron en el error de creerse superiores a los dominicanos y jamás intentaron convertirse en sus tiranos, pero desaparecida la Era de Trujillo el 19 de noviembre de 1961 y proviniendo de los inmigrantes dominicanos a EEUU, la mayoría mano de obra barata para factorías y servicios domésticos y de ancianidad, ¿qué sucedió?  

Ocurrió, que cuarenta años después, hablamos de 2001, la República empezó a experimentar la primera y segunda olas de estadounidenses de origen dominicano, que entraron a la nación en plan de conquista y pervirtiendo honras, costumbres, quehacer político y provocando un daño moral irreversible a nuestras generaciones de jóvenes y  quienes de pronto se vieron compelidos  a ser cómplices y por el afán de lucro que se les inculcó y la inversión de valores morales que vino como secuela y al país de ahora, donde la licencia de costumbres, la droga y el libertinaje sexual y la corrupción política desde el poder, ya han tomado calidad de vicio colectivo y destruyendo el sano espíritu de la política y ante el grosero nivel de corrupción a gran escala del presente.

Razones más que fundamentales para la poca calidad moral del liderato político, religioso, docente y de negocios y que en conjunto han sido la plataforma, mediante la cual, gobiernos, políticos y partidos y la mayoría de los medios de comunicación y periodistas han dado un giro inmoral terrible y marcando negativamente, a todo cuanto tiene que ver con gobernabilidad.

Por ello fue que el presidente Luis Abinader, ha impuesto su gobierno plutocrático asociado a burguesías de otros países y con raíces árabes y turcas y que es la razón fundamental de que ciudadanos de EEUU de origen dominicano, han terminado por asociarse ampliamente con el poder político y también el económico y financiero y en un maridaje tan vergonzoso, que la nación es prisionera o preso de confianza de la amoralidad a gran escala en las redes sociales y sus lupanares mediáticos y en lo que Abinader ha cimentado el poder usurpado en razón del fraude electoral que impuso el PRM, mientras a hurtadillas, Washington nos planta los cimientos del intento a la vista de fusionar este país con el suyo.

El resultado que se vive es pues, el propio de dos oleadas de extranjeros de origen dominicano que nos han invadido en plan de conquista y en razón y fundamento de que dominicanos de origen extranjero, árabe y turcos y originados en la burguesía haitiana, son ahora la parte determinante del gobierno plutocrático y del que Abinader dice, que es “dominicano”.

Con razón entonces que digamos, que hasta que los ciudadanos no entiendan, que los políticos son nuestros empleados y quienes por lo tanto siempre deberán de darnos explicaciones, no habrá manera de que nuestra democracia sea cierta. Con Dios. (DAG) 29.07.2024

 

 

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