La historia dominicana de los últimos sesenta años, revela, que el dominicano y a diferencia de otras nacionalidades y nos referimos al ciudadano dominicano en el territorio nacional, sus reacciones frente a los desmanes gubernamentales, tiene la tendencia a tomar su tiempo, pero cuando menos se piense o se entienda, reacciona violentamente. La única excepción fue la poblada de 1984.
Pero en eso de reaccionar con presteza cuando los políticos y la partidocracia perpetran un daño flagrante contra la gobernabilidad, al dominicano no se le da con rapidez y, al contrario, actúa en principio con lentitud y al rumiar para sí el coraje contenido que su comprobación de hechos le provoca.
Si tal comportamiento se entiende, se comprenderá porqué todavía en este país no ha habido una reacción contestataria sensible ante el fraude perpetrado en los resultados electorales últimos y debido a los cuales, electoralmente, el Partido Revolucionario Dominicano (PRM) se los robó a cara descubierta y contando con el apoyo del cartel mediático que tiene bajo compra y control.
De esta manera, todos nos damos cuenta de la grande como grave diferencia entre el fraude del domingo perpetrado en los resultados electorales en Venezuela, donde un partido de pandilleros populistas en el poder desde hace 20 años decidió mantenerse en el gobierno cueste lo que cueste, robándose unos resultados electivos, que testigos terceros y tanto en el país sudaca como en el exterior, se veía venir que el grueso de la población votaría en su contra.
En este sentido, la osadía como la intrepidez más osadas y unido al hecho de la fuerte corriente de culto a la personalidad de las principales figuras del chavismo y del que desde hacía más de diez años se había establecido en Miraflores, ha terminado por hacer explosión y de manera tal, que desde ayer, los inicios de una verdadera poblada insurrecta comenzó a manifestarse y ya casi teniendo una reacción nerviosa extrema de parte de elementos armados de ese chavismo que el presidente Maduro, evidencia que le ha sorprendido y que a estas alturas, parecería que tampoco sabe cómo neutralizar.
A todo esto y en el mejor de los casos y tal como está el ánimo violento de parte de la población, lo mejor que debería suceder, sería la entrega de todas las actas de votaciones o una interrupción institucional armada y fundamentada en el golpe de Estado electoral que, de hecho, Maduro y su partido le han dado a los votantes.
Sin embargo y si no ocurre una mediación internacional de urgencia, lo probable, es que los mandos militares tomen la decisión de sacar del poder a Maduro y en el caso de que este se resistiera, convertir el alzamiento en un principio de insurrección militar abierta y con los peligros que esta entraña en materia de eventual magnicidio.
Si al mismo tiempo los observadores críticos desde el exterior, miramos el desenvolvimiento torpe del gobierno venezolano y como fue esa medida de retirar el personal diplomático en siete países y entre ellos en República Dominicana y lo que por obligación provocará que los políticos venezolanos en huida no podrán tocar en las embajadas de esos siete países en busca de asilo, proyecta una grave interrogante respecto al nivel de lo que a ese momento debería de ser una sublevación cívico militar en toda regla.
Para colmos, con esa medida, Maduro coloca en una delicada posición de riesgo, la presencia de su hasta hace poco aliado el expresidente Leonel Fernández, a quien recibiera en Caracas como presunto observador internacional de elecciones y quien anoche y junto a otro expresidente, el colombiano Samper, se pronunció reclamando comedimiento, sensatez y sentido común y reclamando que las actas de votaciones fueran entregadas y para comprobar la realidad de los votos emitidos y sugiriendo que "el CNE habilite los recursos institucionales pertinentes para que se puedan solventar de manera institucional las diferencias que puedan existir sobre los resultados electorales".
Entonces y si se recuerda que el expresidente Fernández fue el principal gobernante sustentador del entonces presidente Hugo Chávez en sus primeros años de gobierno, se tendría que suponer, que con los acontecimientos casi fuera de control, la integridad física de nuestro exmandatario se encontraría en grave peligro y lo que debería obligar al presidente Luis Abinader, a que desde ya, ordene que se le abra la sede diplomática criolla y de cobijo al expresidente, por lo menos, hasta que haya la probabilidad de sacarle con vida de aquel maremágnum y del que se sabe, que enemigos del chavismo le tienen como un objetivo a perseguir y con mayor odio y saña, que la situación que debe de estar viviendo el expresidente de España, Zapatero y si es que a este día no pudo salir de Venezuela.
En líneas generales, lo que está ocurriendo, sin duda es el mejor recordatorio para los políticos que creen que al llegar al poder a como fuere de lugar, tendrían la seguridad de permanecer indefinidamente en él y lo que y rotundamente, no es así.
Abinader, por ejemplo, se alzó con el santo y la limosna y su partido robó unas elecciones en las que ni por asomo la totalidad de los electores pudo votar y por la abrumadora abstención de más de un 45 % que se experimentó y lo otro, que, de casi ocho millones de votantes, “ganó” los comicios con menos de dos millones y medio de electores. Cómo se mire, resultó una gran verdad, que su nuevo gobierno no será legal y tampoco legítimo y que es un malestar institucional que le traerá consecuencias y también pase de factura y si no corrige la situación.
Si hubiese que darle un consejo a nuestro intrépido primer mandatario, uno solo habría que darle: Legitímese ganándose la buena voluntad de la nación, siendo humilde y planteándose disculpas ciertas a una nación y su pueblo que ya le mira con ojos más que críticos.
Al contrario, y sin haberse instalado en el nuevo gobierno el 16 del mes que viene, el presidente ha empezado a realizar cambios en su gabinete y lo que constitucionalmente no está permitido y tampoco es aceptable y por la contundente razón, que, como gobierno en funciones, no tiene facultad constitucional para ello.
Se está entonces ante lo más parecido a una gran paradoja, que Abinader, sabiendo que su partido se robó los resultados electorales pasados, da la impresión de querer presentarse propagandísticamente, tal si realmente pudiera realizar las extravagancias de cambios y nombramientos y como la mejor iniciativa hasta lograr que la nación olvide el ilícito a gran escala que su partido y la partidocracia cometieron y lo más grave, contando con la complicidad personal de los expresidentes Fernández y Medina y sus respectivos partidos y lo que hasta ahora y salvo nosotros, nadie más a dilucidado. Pero que ya llegará.
Por eso y en lo que el hacha va y viene, se presenta el desenlace emocional del saqueo perpetrado en Venezuela y que como siempre ocurre, por derivación, afectará emocionalmente a los dominicanos dolidos por el fraude electoral del PRM y que es suficiente para que nuestra gobernabilidad pudiera peligrar.
Justo por esta inquietud, es que decimos, que el descomunal fraude electoral del domingo en Venezuela es peor que los dos ocurridos aquí en febrero y mayo. La diferencia está, que allí la ciudadanía sale a la calle a protestar y aquí no. Con Dios. (DAG) 30.07.2024
