jueves, agosto 1, 2024
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Mientras aquí se está jugando a la cucaramacara, geopolíticamente el mundo nos está cercando y por lo que parece, nadie podrá salvarse

Israel genera otro crimen de estado, asesinando al cabeza del grupo combatiente árabe y anti sionista Hamas y sin importarle haberlo provocado en visita de este a Irán.

La reacción inmediata de los ayatolas es izar la bandera roja de venganza total, al tiempo que desde Rusia se advierte que ya se está a las puertas de una guerra total y globalizada, que, para mayor intranquilidad, se había estado acelerando con las posturas belicistas e injerencista de EEUU, carcomido en sus cimientos al ver que el mundo unipolar se le escapa de sus manos.

Paralelamente, es imposible no asociar los mecanismos de terrorismo a gran escala que se movilizan en la vieja Europa y acicateada por el producto de una inmigración africana, cuyos resultados han provocado una desestabilización integral de la gobernabilidad en el viejo continente.

Y como telón de fondo, la invasión rusa en Ucrania en el 2022 y como respuesta real al golpe de Estado que EEUU provocó allí en el 2014 y arrastrando a una OTAN que en base a “estados aliados” despojó a estos de autonomía propia y convirtiendo sus ejércitos en los estados vasallos de esa multinacional belicista a grado superior.

Siguiendo el hilo conductor, nos encontramos, que a estas alturas no existe alguna nación en el mundo que no esté imbuida de las influencias de todos estos aprestos belicistas en los que sus actores principales: EEUU, China Popular, Rusia, OTAN y BRICS+, de una u otra manera, han empujado a las naciones aliadas a la fuerza y por el poder del dinero, al punto o esquema de quiebre de una probable guerra global, que empezando con tanteos, ha terminado por imponer un ámbito de guerra sin cuartel, que por lo que se ve, parecería que absolutamente nada ni nadie podrá detener.

De hecho y a este día, es poco lo que podría suponerse como alternativa de paz y en un mundo, en el que la que creía ser la nación dominante desde los años cuarenta del pasado siglo y después de la Segunda Guerra Mundial, aun no asimila  que por sus propios planes de desarrollo e inversiones en ayudas globales, hoy el planeta en una composición de fuerzas hijas de la multipolaridad, nacida a su vez de que ya no es solo EEUU el imperio unipolar y si que se encuentra desafiado por poderes regionales que juntos, conforman un poder multipolar, por el que a las claras, Washington tiene que compartir hegemonías o en caso contrario, abocarse a la política de riesgos que significa creerse que podría dominar la nueva situación geopolítica de alcance global.

Concomitantemente, Francia otrora potencia colonial por la fuerza bruta y el saqueo de las riquezas naturales de una parte de África, se encuentra ahora inmersa en el desafío que le representa 14 naciones, otrora colonias suyas, exigiéndoles que salga de sus territorios y lo que parece se está cumpliendo, mientras por lo menos, cuatro de los gobiernos de esos países ya han creado una alianza militar macro, que si Paris intenta doblegarles, podría experimentar una derrota humillante y por más bombas atómicas que empleara.

Mientras tanto, esos 14 países que conforman el Sahel, es decir, “la costa” y desde sus seis mil kilómetros cuadrados entre África Oriental y África Occidental y con sus 400 millones de habitantes y lo decisivo, con sus más de 20 millones de nacidos en Francia, pero siempre africanos y todos dispuestos hasta a lo irracional con hacer de la nación gala y junto al islam el territorio a conquistar y hasta crear una Francia o una Europa panárabe, que como ya se está viendo, es lo más parecido a un escenario catastrófico de extinción de nacionalidades individuales y de lo que por lo visto, es más que evidente que Europa y como tal no podrá sobrevivir.

Ante tal escenario, el mundo se empequeñece políticamente y las grandes potencias globales toman su espacio y lo único que queda es el llamado “Occidente”, manejado y controlado por EEUU y no solo con sus fuerzas vasallas de la OTAN y sí con los cinco ejércitos que el propio EEUU tiene esparcidos en los cuatro confines del planeta.

Si aparte de lo anterior, miramos con ojos críticos los efectos de esa ola geopolítica en esta parte del mundo y se comprueba, que Rusia y junto a China Popular domina la política exterior de Venezuela, Nicaragua y Cuba y con un México ambivalente por su lucha de vida en la frontera con EEUU, mientras China hace rato y vía sus inversiones  en naturaleza y tecnología dominando aparte de Suramérica, definitivamente, se comprueba que el rosario de naciones isleñas caribeñas “más o menos” independientes o que se creen serlo, nunca tendrán espacio para impedir que los grandes poderes globales decidan por todas ellas.

Compruébese lo que ocurre en la isla compartida por las repúblicas de Haití y Dominicana:  Especie de feudos jerarquizados del Comando Sur, ejército que los gobiernos de los dos países le entregaron sus soberanías y por eso el ejército del CS entra y sale de sus costas como les plazca y teniendo a sus gobiernos respectivos dentro del cruel chantaje de una especie de gendarmería pandillera haitiana, que es el pretexto único para no dejar que Haití se estabilice y sí impedir que República Dominicana y en particular su gobierno plutocrático de nacionalidades mixtas originadas en países árabes y la misma Turquía y que primero dominaron a Haití vía su burguesía y esta, ahora asociada al gobierno plutocrático dominicano, pueda ser una economía y una nación realmente independientes.

Volvamos entonces hacia atrás, retomemos la situación geopolítica y compruébese, que desde ayer nos encontramos ante una alerta general emitida por Rusia y con el aval de su gobierno -ya en pie de guerra- respecto a una guerra y caos total en Venezuela, que, al estar sucediendo, precipitará hacia una cadena de hechos continuos de anarquía generalizada y que en este país no habrá forma alguna de escapar a su influencia.

Pero aquí, Abinader y su gobierno, también la clase gobernante y la misma población, todos, estamos metidos en una curiosa cucaramacara o cosa engañosa, que egoístamente, no permite que se entienda, que en el resto del mundo hay vientos de tormenta y que ahora 500 kilómetros más abajo de nuestra costa sur, Venezuela, se está formando un terrible huracán político regional del que solo un irresponsable podría decir que podríamos salvarnos o eludirlo, en tanto en el país transfronterizo, el caos organizado es tal, que de pronto y por miedo a la reacción estadounidense, a si los dominicanos nos defendiéramos, Abinader y su gobierno y él mismo e ignominiosamente, se ató de manos.

De ahí que expresemos, que mientras aquí se está jugando a la cucaramacara, geopolíticamente, el mundo nos está cercando y por lo que parece, nadie podrá salvarse. Con Dios. (DAG) 01.08.2024

 

 

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