domingo, septiembre 1, 2024
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La libertad dentro del orden

El concepto, quien escribe, lo conoció y de boca del presidente-dictador de Nicaragua en 1968, general Tachito Somoza, cuando fue invitado por el gobierno dominicano a ser parte de la delegación artística y política que el presidente Balaguer envió para la inauguración del aeropuerto internacional Las Mercedes de Managua, capital de Nicaragua y ahora aeropuerto César Sandino.

Volvió a escucharlo años luego, cuando en visita oficial del gobernante nicaragüense a la capital dominicana, en rueda de prensa palaciega le recordamos el concepto y este contestó que “solo en base a un régimen fuerte respaldado por la ley, era que los países podían liberarse de sus taras y errores” y que él, como egresado de West Point “lo aplicaba con firmeza”.

Recordando aquella cita y viendo el panorama actual de la realidad social y política dominicana de este tiempo y en particular todo lo relativo a la sensible pérdida de gobernabilidad constitucional desde el ánimo de la mayoría de los ciudadanos, tenemos que concluir que como nunca, el concepto es el más apropiado para ser aplicado en este país, donde ya solo falta que el estado de anarquía social que se ha presentado, parecería que tiene arrinconadas las leyes y acobardadas a las autoridades encargadas de aplicarlas.

A esto, agréguese la especie de insurrección amoral de insultos y diatribas que se tiene constantemente desde las redes sociales y sus lupanares mediáticos, donde no hay instante por el que, al presidente de la República, Luis Abinader, se le ataque en las peores expresiones exentas de decencia y sentido común y con el solo objetivo de socavar su autoridad moral y lo que ciertamente es absolutamente inadmisible como intolerable.

Y hablamos, desde un medio digital como porelojodelacerradura.com.do donde, no que seamos precisamente un medio que nos frenamos al momento de criticar las políticas del primer mandatario y siempre tratando de no faltarle el respeto a nuestra audiencia y mucho menos al primer ejecutivo nacional, de quien, por su propio cargo, se merece lo mejor en materia de respeto a su alta investidura.

Lamentablemente y cuando se hace una retrospectiva del porqué Abinader es víctima del mayor desahogo de irrespeto que presidentes anteriores nunca hubieron de recibir, nos encontramos con un hecho cardinal: El presidente tiene la penosa imagen de ser un gobernante que miente y no comunica toda la verdad a sus conciudadanos y a partir de esa creencia, ya es común que se le pierda el respeto y la gente haga burla de su persona.

Por nuestra experiencia pública de sesenta años de periodismo activo, este medio digital entiende, que un gobernante no puede prodigarse tanto ante una atrapada opinión pública, que como ya se ha visto, se encuentra casi totalmente en su contra y lo que se agrava, por el hecho cierto, de que la mayoría de sus funcionarios y a todos los niveles, son unos incompetentes e incapaces que han entendido que al poder se va a enriquecerse a como dé lugar y sin importar el amplio efecto de corrupción pública que ello entrañe.

Agréguese lo otro y tan testimonial, de un partido, que es el sumun de la anarquía por sí mismo, el PRM y el que como hijo putativo del PRD de cuando la pasada Guerra Fría, es el mayor exponente de lo que es la toma del poder por asaltantes y delincuentes de toda laya.

Semejante situación y en la que para colmos hay una justicia administrativa selectiva desde la Procuraduría General de la República, donde el nicho de corrupción es tan pronunciado, que su propia titular ha criticado reiteradamente, de que, si los casos de corrupción no están documentados debidamente, estos saltarán en los tribunales cuando los jueces se den cuentas de las fallas y falencias que arrastran.

Al mismo tiempo, es más que sospechoso, que el presidente Abinader entienda que el ministerio público no debe continuar en manos del Poder Ejecutivo y menos, que constitucionalmente este sea el motor de la justicia administrativa e investigativa de quien sea presidente de la República y lo que ha generado ese hondo clima de sospecha, que, sobre su propia conducta personal y política, tantos le enrostran al mismo Abinader.

Es decir, un gobierno y su presidente, que la mayoría de los ciudadanos entiendan sin autoridad moral, es uno que siempre tendrá un camino duro para ser aceptado y es lo que está ocurriendo y lo que ya se ha visto, por ejemplo en las últimas veinte y cuatro horas, donde desde la ciudad de Salcedo, el comercio motorizó una exitosa huelga general que abarcó a toda la sociedad y sin importar que Abinader envió un convoy militar y policial de cerca de dos mil efectivos fuertemente armados, mientras en otras comunidades los cortes de circulación en calles y carreteras por el desastre de la falta de energía eléctrica tiene a la gente en un peligroso espectro de rebeldía social, cuando la nación se había acostumbrado a tenerla todas las horas del día y sin interrupción y con una reserva táctica, prácticamente del mismo tamaño de la servida.

Se entiende, que, por aquello de la continuidad del Estado, que gobierno que sale y frente a gobierno que entra, entrega una auditoría de activos e infraestructuras y alta calidad y experiencia de la empleomanía a cargo y de la que se supone que no deberá ser tocada si se quiere que los servicios públicos se mantengan incólumes.

Sin embargo, bastó para que Abinader y el PRM llegaran al poder el 16 de agosto de 2020  y motorizado por un fraude electoral de índole mediática, para que el Estado hubiese sido asaltado por una chusma de políticos delincuentes, quienes cuatro años luego habían retrocedido a la República a una etapa que no se conocía treinta años atrás y al costo, de que el Gobierno ha creado más de mil nuevos millonarios y de ellos casi doscientos de periodistas, comunicadores e influenciadores y ha destruido en base a cancelaciones masivas, a la mayoría de les técnicos y burócratas de mayor capacidad y diligencia.

Entonces, ahí está el resultado de todo este desmadre. El nuevo gobierno nace de un fraude electoral colosal por el que el 55 por ciento de los electores no votaron y del 20 por ciento que lo hizo, se debió al despilfarro de más de cinco mil millones de pesos el día de las elecciones.

Haciendo el recuento, entonces los ciudadanos se han dado cuenta de cuál es el origen de sus desgracias del presente y al hacerlo, ni hablar de que la libertad dentro del orden pudiera sustentarse y de ahí que hasta las instituciones tutelares y en algunos aspectos, casi estuvieran al borde de su desintegración y ante el desorden moral desde el poder que ahoga a la nación. ¿Podrá Abinader solucionar todo este embrollo creado por él mismo? Con Dios. 28.08.2024

 

 

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