Los periodistas que cubren el Pentágono y el gobierno de Donald Trump se han enfrascado en una disputa por las nuevas reglas que limitan el acceso de los medios a la mayoría de las áreas dentro del Pentágono y que parecen condicionar la entrada al edificio a aceptar restricciones en la cobertura.
El equipo del secretario de Defensa, Pete Hegseth, caracteriza los cambios como un plan para proteger la seguridad nacional y la seguridad de quienes trabajan en el Pentágono, mientras que muchos en la prensa lo ven como un intento de ejercer control y evitar historias embarazosas.
A los periodistas que deseen conservar las credenciales que permiten el acceso al Pentágono se les informó el 19 de septiembre que deben firmar una carta en la que se dan por enterados de las nuevas reglas para este martes o la credencial «será revocada». La nueva política establece que la información del Departamento de Defensa «debe ser aprobada para su divulgación pública por un funcionario autorizado apropiado antes de ser divulgada, incluso si no es confidencial». El material confidencial enfrenta restricciones aún más estrictas.
Ese nivel de control alarmó de inmediato a periodistas y sus defensores.
«Pedir a periodistas independientes que se sometan a este tipo de restricciones está en claro discrepancia con las protecciones constitucionales de una prensa libre en una democracia, y es un intento continuo de restringir el derecho del público a entender lo que su gobierno está haciendo», señaló Charles Stadtlander, portavoz de The New York Times.
Disputa sobre lo que realmente significan las nuevas reglas
En una carta posterior dirigida al Comité de Reporteros por la Libertad de Prensa, el asistente de Hegseth, Sean Parnell, insinuó que los periodistas malinterpretaron algunas de las nuevas reglas. Dijo, por ejemplo, que la restricción contra la divulgación de información no clasificada es la política que deben seguir los funcionarios del Pentágono, no algo que los periodistas deban cumplir.
«No debería sorprender que los medios de comunicación convencionales estén una vez más tergiversando los procedimientos de prensa del Pentágono», afirmó Parnell en una publicación en X. «Seamos absolutamente claros: no se requiere que los periodistas reciban aprobación de nosotros para sus historias. Esa afirmación es una mentira».
Sin embargo, la nueva política dice que los periodistas que alienten a los funcionarios del Pentágono a romper las reglas —en otras palabras, pedir información a las fuentes— podrían perder su acceso al edificio.
Aunque parecía que Parnell buscaba suavizar algunos de los aspectos más duros de su política en respuesta a las preguntas planteadas por el comité de reporteros, todavía hay suficiente confusión como para justificar una reunión para aclarar las cosas, señaló Grayson Clary, abogado del comité. Hay cierta cautela entre las organizaciones de noticias sobre a qué estarían accediendo si firman la carta, y no está claro cuántas personas lo han hecho.
Las nuevas reglas se inscriben en un contexto de relaciones tensas entre la prensa y el equipo de Hegseth, que ya había desalojado a algunos medios de comunicación de sus espacios de trabajo habituales para dárselo a medios más amigables, y limitado la capacidad de los reporteros para moverse por el Pentágono. Hegseth y Parnell rara vez realizan conferencias de prensa.
Parnell no respondió a una solicitud de comentarios de The Associated Press.
Para un editor, se trata de control
Jeffrey Goldberg, editor en jefe de la revista The Atlantic, dijo que «se trata de control, 100% de control». Goldberg, quien no está estacionado en el Pentágono, escribió la historia más embarazosa del mandato de Hegseth hasta ahora cuando fue incluido inadvertidamente en un chat grupal de Signal donde Hegseth y otros funcionarios nacionales discutieron un ataque contra los hutíes de Yemen.
La cúpula del Pentágono también estaba supuestamente descontenta con una historia que decía que Elon Musk recibiría un informe sobre la estrategia militar para China, lo que llevó al presidente Donald Trump a detenerlo, y otras historias sobre evaluaciones iniciales de daños en el ataque militar contra Irán.
Goldberg dijo que ningún reportero estadounidense acreditado en el Pentágono que él conozca está interesado en subvertir la seguridad nacional o poner en peligro a alguien en el ejército.
En su propio caso, Goldberg no informó sobre lo que supo hasta después de que el ataque había terminado. Dijo que contactó a los funcionarios en el chat grupal para preguntar si había algo entre lo que se había enterado que fuera perjudicial para el país de alguna manera. No incluyó en su historia el nombre de un funcionario de la CIA mencionado en los mensajes que técnicamente aún estaba encubierto, dijo.
«Las únicas personas del ‘Signalgate’ que estaban poniendo en peligro a las tropas estadounidenses eran los líderes nacionales de Estados Unidos al discutir en una aplicación de mensajería comercial los tiempos de lanzamiento de ataques contra un país hostil», dijo.
El acceso a los funcionarios en el Pentágono ha sido invaluable para ayudar a los reporteros a entender lo que está sucediendo, comentó Dana Priest, una veterana reportera de seguridad nacional en The Washington Post que ahora es profesora de periodismo en la Universidad de Maryland. De acuerdo con las nuevas reglas, a los reporteros no se les permite caminar por el Pentágono sin un escolta oficial, con la excepción de algunas áreas.
Priest dijo que los pasillos del Pentágono eran como las áreas alrededor del Congreso donde los reporteros abordan a los políticos. Priest recordó haber esperado a funcionarios militares para abordarlos cuando salieran de un baño.
«Ellos saben que el objetivo de los medios es sortear la palabrería oficial y sacar la verdad», señaló Priest. «Puede que no te ayuden. Pero algunos de ellos quieren ayudar a los estadounidenses a saber lo que está pasando».
Los reporteros experimentados en seguridad nacional saben que hay muchas maneras de obtener información, incluso a través de otros canales del gobierno y personas en el sector privado. «El Pentágono siempre está muy bien versado en las ventajas de controlar la historia, así que siempre intentan hacer eso», dijo. «Los reporteros lo saben. Lo han sabido durante décadas».
¿Hay espacio para un terreno común entre el Pentágono y la prensa?
Parnell dijo al comité de reporteros que los reporteros que no sigan las nuevas reglas no serán necesariamente expulsados de inmediato. Pero que el acceso será determinado por el equipo de Hegseth.
Aunque a los reporteros ya estacionados en el Pentágono se les dio hasta el 30 de septiembre para firmar, se les permitió solicitar cinco días adicionales para una revisión legal.
Aunque el Times, Washington Post y Atlantic emitieron declaraciones en contra del plan del Pentágono, ninguna de las publicaciones ha dicho qué han recomendado que hagan sus reporteros, lo que quizá es indicio de que consideran que las negociaciones pueden ser fructíferas.
El presidente Donald Trump no ha dudado en enfrentarse a los medios cuando cree que ha sido agraviado, y ha presentado demandas contra CBS News, ABC News, The Wall Street Journal y el Times. Sin embargo, también es frecuentemente accesible a la prensa, más que muchos de sus predecesores, y ha habido cierta incertidumbre en la Casa Blanca sobre la política del Pentágono.
Cuando un reportero preguntó si «el Pentágono debería estar a cargo de decidir sobre qué pueden informar los reporteros», el presidente respondió: «No, no lo creo. Escuchen, nada detiene a los reporteros. Ustedes lo saben».
Goldberg señaló que es más que un problema sólo para los reporteros. «El pueblo estadounidense tiene derecho a saber lo que hace el ejército más poderoso del mundo en su nombre y con su dinero», comentó. «Eso me parece bastante obvio». (AP-LD-OJO)