Abinader, salió el viernes para México en viaje calificado de “familiar”, para que una hora después la Procuraduría General de la República dispusiera el allanamiento-comunicación a un imputado en un supuesto hecho de corrupción ligado al oficialismo y bajo el predicamento de impedir que el apartamento de su propiedad donde vive con su familia, “no sea enajenado”.
Lo cómico del vistoso hecho, radica con que bastaba que el ministerio público hubiese enviado una comunicación al Registrador de títulos, colocándole impedimento para el inmueble no pudiera ser utilizado fraudulentamente.
Pero como lo que se quiere es distraer al público y hacer creer que las autoridades de ese ministerio público son diligentes, vino este show mediático de pura distracción. Una sola pregunta: ¿Y cuando la tortilla cambie? (DAG-OJO)