Los datos que ternemos indican, que en la medida que se comprueba el terrible destape delincuencial de policías vendiendo uniformes, insignias y hasta alquilando sus armas asignadas y lo otro tan significativo, de bandas de delincuentes con armas de guerra desafiando a las patrullas policiales a tiros limpios, mientras otras bandas más sofisticadas, actúan desde áreas del mismo gobierno y como gestores de actividades del narcotráfico desde el poder….
O recientemente, como cartel de proveedores que desfalcaron a los contribuyentes con cerca de diez mil millones de pesos y el que ahora desde el Palacio Nacional se incentivó una denuncia pública y al entregar la documentación critica a una productora televisiva allegada a Abinader y como un paso arriesgado para eludir responsabilidades directas.
Ante semejante muestra de degradación de la autoridad y su evidente complicidad con la delincuencia organizada, parecería que muchos ciudadanos están llegando a la conclusión, de que ha llegado el momento de exigirle a Abinader su renuncia y ante su notoria incapacidad e incompetencia para ejercer la presidencia de la República apegado a las normativas constitucionales que juró y diciendo que defendería.
Y lo que entendemos debe plantearse y con seriedad como determinación, viendo, como de buenas a primeras, la ciudadanía se encuentra huérfana de la protección que la autoridad legal debería de proporcionarle y lo que se agrava, con la ola de ilícitos y asesinatos incluidos, de policías que responden a la presidencia del fideicomiso empresarial policial que lo dirige y por encima de la estructura de mandos de la organización o cadena de mandos y quienes como ya se vió, realizan operativos sin importarles a quienes matan y tal como se comprobó con los cinco asesinados en el sector santiaguero de la Barranquita.
Es decir, ¿habría que hablar de que el gobierno que preside Abinader, en la práctica, funciona como una banda de malhechores, que tanto comete tropelías contra los ciudadanos y mediante su policía o toma por asalto los recursos públicos a través de suplidores o contratistas del Estado y desde que increíblemente, el presidente autorizó que el mismo gobierno se despojara de la autoridad que le compete para manejar las finanzas nacionales y disponer respecto a quienes podrían obtener contratos de obras y también los de servicios?
¿Cómo es posible por ejemplo, que desde el sistema carcelario, presos allí, amenazan, coaccionan o preparan y dirigen crímenes y robos de todo tipo y desde el gobierno no se hace nada correcto para impedir todos estos delitos a gran escala?
Ya ni siquiera es suficiente con qué desde los medios en las redes sociales se desgañiten denunciando tantas tropelías y mientras los medios de la prensa tradicional, su sistema de autocensura les impide divulgar y en la dimensión que corresponden, todos estos hechos criminales, pues como va todo el proceso de degradación moral desde el poder, se está llegando al extremo, de que nadie se siente seguro y en ninguna parte del territorio nacional.
Si el ciudadano anda por una carretera y de pronto le detienen policías y hasta militares y mejor si en horas de la noche o de la madrugada, si el ciudadano no les cumple con el soborno de lugar, no hay certeza de que llegue a su destino y lo mismo ocurre en centros turísticos desde La Romana hasta lo más profundo de la zona este, donde ladrón o criminal que es atrapado, no sale del cuartel policial de que se trate o lo otro y por lo que no puede decirse que sea menor o peor, de cuarteles policiales en la zona este, que de noche y aunque el lector no lo crea, son convertidos en moteles clandestinos. ¿Por qué se da todo esto desorden amoral?, por la ausencia de autoridad y gobierno que castigue lo mal hecho y ante el hecho, de que Asuntos Internos no hace su función de vigilancia y corrección.
Anomalía que está provocando toda esta anarquía inducida por el poder y llevando a los ciudadanos a que comiencen a preguntarse y en su desesperación e impotencia, qué hacer para salir de estas inconductas y que es la razón, de que no solo se pregunten si hay que tomarse la justicia por sus propias manos, sino que la mayoría entiende, que si Abinader y su gobierno son incapaces de imponer la autoridad, que mejor fuera que renunciara y se forme un gobierno provisional que concluya su mandato y con un solo objeto de imponer la dictadura de la ley, la recuperación de la paz y seguridad social y la imposición cierta del estado de derecho.
Lo que observamos, es que la gente se está cansando de un gobierno que permite tantos latrocinios y fechorías, igual de esa corrupción generalizada, que como nunca, nadie discute su origen y coincidiendo de que está alentada, organizada y apoyada por el poder y desde el mismo partido oficial.
Al mismo tiempo, lo otro peor, es entender, que debido a la complicidad de las 28 fortunas en Competitividad y al actuar como gobierno en la sombra, Abinader, no solo que ha perdido su autoridad como gobernante, sino también, la misma autoridad moral que se le reputaba y en la medida que esa presunción abarca más y más ciudadanos, es evidente que ya se entiende, que la nación algo drástico debe hacer y si es que al final no se descubre, que tanto Abinader, su gobierno y Competitividad, realmente nos están robando nuestro propio país.
De ahí que consideremos, que parecería que se ha llegado a un callejón sin salida y del que habría que salir sin importar su costo, pues la degradación amoral que se vive y alentada desde el poder, empuja a que los ciudadanos de bien, entendamos que ya basta de tanto latrocinio, desorden amoral y desfachatez desde el poder.
Obligándonos entonces a efectuar una sola pregunta: ¿No sería mejor solicitar la revocación del mandato de Abinader y su gobierno, a que la población se vaya a una poblada que ocasione muertos y heridos y perdidas a la propiedad? Con Dios. (DAG) 11.11.2025
NOTA: imagen de parecida circunstancia en otro país caribeño y apropiada para robustecer este análisis político de Estado.
última actualización: 09:51 am.





