Rafael Leonidas Trujillo Molina, ex presidente de la República Dominicana y uno de los más grandes dictadores de la región y de toda la historia del país (que tuvo otros como a Lilis), es recordado por ser un tirano que abusó del poder desde que asuminó el mando de la nación en 1930; también por su opulencia y el culto a la personalidad.
Muerto a tiros en la carretera Santo Domingo-San Cristóbal (hoy autopista 30 de mayo), ajusticiado por un grupo de hombres alrededor de las 9:45 de la noche de ese martes mientras se dirigía a su casa en la mencionada provincia. Suceso del que hoy se cumplen 61 años exactos desde la muerte del tirano.
Muchos son los mitos que rodean la figura de este hombre, hoy en día hay quienes dicen que hace falta alguien como él para resolver los problemas de la nación. Los historiadores coinciden en que esta creencia nace y crece en errores de la historia que se han ido afianzando con el tiempo, mentiras como que pagó la deuda externa del país, entre otras.
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Sin embargo, y a pesar de que los beneficios de sus acciones solo iban a parar en sus bolsillos y los de sus más cercanos allegados, la obra del dictador quedó para la posteridad.
En el campo educativo, tras asumir el poder, Rafael Leonidas Trujillo impulsó el uso de uniformes en los estudiantes, el desayuno escolar en los centros de educación; Además, propició la construcción de escuelas, el Conservaotrio Nacional de Música y Declamación, el Teatro Escuela de Arte Nacional, la escuela y la Dirección Nacional de Bellas Artes, así como, la Academia de Historia Dominicana. Todo con un trasfondo que buscaba enaltecer la figura del tirano.
Trujillo también fue quien construyó los primeros hoteles turísticos del país, entre ellos, El Embajador, El Hispaniola, El Jaragua y El Comercial, todos ellos en la ciudad de Santo Domingo. Además, construyó hoteles en Santiago Rodríguez, Monte cristi, Puerto Plata, Jimaní y Barahona y cuyo plan incluía la construcción de un hotel en cada provincia del país.
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A estas acciones se suman los primeros intentos de explotación turística realizados por un gobierno en la República Dominicana. Fue Trujillo quien desde 1931 hasta 1958 promulgó una serie legislaciones que crearon un marco legal para incentivar, fomentar y cimentar la indutria del turismo en el país. -¡Claro! No sin antes hacerse con varios hoteles turísticos-.
El mismo profesor, Juan Bosch, escribió una vez sobre Trujillo, (en la Vanguardia del Pueblo y en el Listín Diario el 23 de agosto de 1981) que le tenía que reconocer al dictador que este había creado un Estado «Moderno y poderoso».
Trujillo construyó un sinnúmero de obras sociales entre las que se incluyen puentes, carreteras, hospitales, edficios y más, entre ellas el mismo Palacio Presidencial; la Basílica de Higüey; el campus de la Universidad de Santo Domingo (hoy UASD); el matadero público; el mercado modelo; el hipódromo; los edificios que albergaron las oficinas de las instituciones estatales; el Palacio de Justicia; el Estadio de beísbol (hoy conocido como Quisqueya); el Banco Central; el Monumento de Santiago, entre otros.
Sin embargo, las malas acciones de Trujillo son más que las que pueden ser consideradas como buenas y aún estas tenían intereses personales ocultos por lo que estas acciones no deben alejar la verdad de quien realmente era este personaje.
Esto tampoco desviar la atención de la realidad que indica que Trujillo instauró un sistema de gobierno que aún hoy en día prevalece entre el culto a la personalidad de los presidentes que han llegado al poder después de él y la incesante construcción de infraestructura social que realizan los gobiernos prometiendo avence y modernidad para el pueblo dominicano que no ve tras la cortina de corrupción y negocios que obedecen a intereses particualares que tienen estos mega proyectos.
Fuente: Hoy
