“Marcha patriótica” sin objetivo definido y sí con una postura cursi de propaganda nada creíble, reunió menos de dos mil personas de clase media y como muestra, de que el tiro le salió por la culata a sus auspiciadores

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Sería la primera vez en los últimos 178 años, que una marcha cívica con etiqueta de patriótica se haya presentado y con el dudoso intento de llamar la atención a la comunidad internacional y con miras de que supuestamente esta atienda las necesidades y requerimientos del vecino país transfronterizo, Haití y que auspiciada por el principal nicho de sediciosos ultranacionalistas, pretendió hacer un espacio o más bien un hueco, como aparente referente de defensa a ultranza de la dominicanidad.

De ahí que no nos haya extrañado, que salvo por la propaganda interesada de un sector mediático oportunista y en una urbe de cuatro millones de habitantes, menos de dos mil y como mucho tres mil ciudadanos, se dieron cita en la calle El Conde y con miras de hacerse sentir como si en verdad ese nicho sedicioso pudiera representar el corazón de la dominicanidad.

Al contrario y si atendemos el discurso difuso y abigarrado de muchos de los concurrentes, quienes olvidando el propósito de la convocatoria, proclamaban un discurso opuesto y totalmente racista y anti haitiano, definitivamente habría que decir, que la susodicha convocatoria fracasó de plano y que quienes la auspiciaron, realmente mostraron que no tienen poder alguno de convocatoria y al extremo, de que ni siquiera pudieron realizar una supuesta marcha con las suficientes personas que hubiese cubierto el kilómetro de extensión que tiene la calle principal del sector colonial capitaleño.

Lo otro y que de suyo es un crudo como aplastante testimonio, que, dentro del país político, prácticamente nadie les hizo caso y tanto, que en la misma no se vieron participar a los llamados referentes del liderato político y ni siquiera de los empleados directivos que dirigen los principales medios de este país y quienes brillaron por su ausencia.

Habíamos dicho, que esta sería una especie de marcha verde al revés y nos quedamos cortos, pues ni eso y sí se mostró como el mayor mentís de que en este país hubiese un sector político anti haitiano y seudo nacionalista que tuviese el peso social y la credibilidad moral como para arrastrar a millones de dominicanos, quienes conociendo la realidad geopolítica isleña que se vive, pocos están dispuestos a ser parte de una payasada de egos maltrechos y casi todos momificados, queriendo hacer creer que Haití fuera la amenaza a nuestros intereses y que en sus elucubraciones asumen equivocadamente que se vive.

La verdadera marcha patriótica se dio en este país en el 2010 y a nivel nacional, con todo un gobierno y miles de dominicanos desplazándose hacia el país vecino y para ser actores de primera línea con el apoyo humano y abierto que esta nación le dio a la vecina y a su pueblo y en un despliegue de rescate humano de parte dominicana, como nunca antes se había movilizado y el que todo Haití y desde todas sus capas sociales aplaudió y reconoció la actitud de ayuda, colaboración y protección que los dominicanos hiciéramos y sin ser convocados por nadie y sí solo por el profundo sentimiento humano de ayudar a quienes a ese momento habían sido tocados por un terremoto que se convirtió en la mayor tragedia humana que en tiempos modernos Haití estaba experimentando.

Y lo que nos hace decir, que el grupo de sediciosos seudo nacionalistas y sí profundamente racistas y anti haitianos que ocupó parte de la calle El Conde, ni siquiera logró convencer al grueso de las fuerzas vivas nacionales y para no hablar de la mayoría de millones de dominicanos, en cuanto a que motorizando la supuesta “marcha patriótica”, Haití podría ser reducida dentro de un aislamiento suicida y a su valiente pueblo, que es el origen de sus devaneos guerreristas tan absurdos, a una suerte de apartheid que pudiera impedir su libre tránsito hacia el Oriente de la isla compartida.

Por eso aplaudimos a los millones de dominicanos, que no solo no fueron a la cita envenenada, sino que son testigos, de que la población haitiana inmigrante en nuestra nación no es carga alguna para nuestra economía, sino que ciertamente, es la más eficaz herramienta de trabajo y colaboración para el motor de nuestra economía y en momentos, que no menos de un millón de dominicanos se niega a ocupar la labor de trabajo diversificada que toda esa mano de obra diestra y extranjera trabaja dentro de nuestra economía y en la que sus familias, muchas de ellas binacionales, se han ganado un notorio espacio de trabajo y esfuerzo propio.

La nación dominicana y es lo que el grupo sedicioso seudo nacionalista no ha entendido, acepta la mano de obra haitiana y por vía de consecuencia, ningún dominicano tiene miedo de perder su nacionalidad y cultura y al contrario, sí dinamizarla con la inmigración del vecino país y tal como los dominicanos hacemos en calidad de inmigrantes en EEUU y Europa.

Lamentablemente, la única minoría bullanguera que no acepta esta realidad tan positiva es el grupo de sediciosos y obtusos que se dicen “nacionalistas” y quienes realmente, con sus desvaríos “nacionalistas” le hacen más mal que bien a las relaciones afectivas entre las dos naciones y sus pueblos.

Véase la otra cara de la moneda. En Haití, sus grupos de fanáticos nacionalistas anti dominicanos, son militantemente más fuertes, solidarios y tenaces que sus iguales a este lado de la isla y disponen, al igual que los de aquí, de esa prensa equivocada que a la primera oportunidad azuza bajas pasiones y para que ambos países vecinos se encuentren en una confrontación perpetua y sin embargo, en Haití a nadie se le ocurre decir que porque sus ciudadanos y como trabajadores que viven en el territorio nacional y que como es natural, adquieren las costumbres y cultura del país que los recibe, para nada ellos sean una amenaza para la nacionalidad y soberanía haitiana y menos cuando sus trabajadores envían remesas a sus familias por más de 3 millones de dólares cada mes y ahí la gran diferencia entre unos y otros.

En consecuencia, para nosotros no ha sido una sorpresa que la susodicha “marcha patriótica” no hubiese logrado su propósito de “concientizar” a la comunidad internacional para que vaya a Haití en plan de ayuda y como permanentemente hacemos los dominicanos de buena voluntad y cuando nuestra principal ayuda es tener cerca de un millón de ciudadanos haitianos trabajando entre nosotros, al tiempo que Haití como economía, nos compra cada año productos dominicanos por una cantidad de 800 millones de dólares y lo que facilita, que más de 200 empresas, negocios y fábricas puedan trabajar y mantener cerca de 200 mil dominicanos trabajando directamente para solo satisfacer sus necesidades de vida  y manutención propia.

Locos estaríamos en este país, si a nuestro principal socio comercial en el área caribeña le agrediéramos y con ello, provocáramos un daño fuerte e irreparable a nuestra economía, dándole la espalda a nuestro primer socio comercial caribeño y en momentos, que empresarios, negocios y fabricantes estadounidenses darían lo que no tienen porque esta nación perdiera su fuerte intercambio comercial con Haití y por lo que en razón de ello, todo gasto que podamos tener por año y en materia de asistencia médica y clínica a las parturientas haitianas que viven en la franja rayana de nuestra frontera, es una “pecata minuta” frente a los ingresos que la economía haitiana provee a la dominicana y gracias a la esplendida manufactura y plataforma de negocios que nuestros grupos empresariales y agroindustriales productivos han creado y de lo que todos estamos orgullosos.

No nos asombra entonces, que esta mañana, la llamada “marcha patriótica” sin objetivo definido y sí con una postura cursi de propaganda nada creíble, reunió menos de dos mil personas de clase media en una protesta singular, de esas a las que el tiro le salió por la culata a sus auspiciadores. (DAG)