A 78 días de las presidenciales y legislativas, parecería que la nación va con buen ánimo hacia una consulta electoral de la que salga realmente fortalecida, pues se impone la democratización del Estado

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Poco a poco y en la medida que dentro del país político parecería que los ánimos y a nivel de la población se van serenando del impacto “postraumático” que significaron las elecciones congresionales del 18 de febrero y en las que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) arrasó y no de buenas maneras con el derecho de los electores a escoger sus candidatos, se observa un cierto reagrupamiento de fuerzas políticas e ideas partidarias, que de suyo es una buena actitud para ir con sosiego al reto del 19 de mayo.

En este punto y al nosotros no tener hachas que afilar a favor o en contra de alguna candidatura, entendemos más que aceptables las actitudes y pasos que la dirigencia política en su conjunto está asumiendo y hasta con un cierto despliegue de “decoro y recato” por parte de un partido oficial, cuyos miembros y en gran mayoría, entienden, que, si los electores les desalojan del poder, poco que menos su mundo se le vendría al suelo y serían perseguidos por sus brutales métodos de enriquecimiento ilícito a escala.

Simplemente, entendemos que hay una marcada nota de prudencia del lado oficialista, al menos para los próximos sesenta días y lo que en cierta forma contribuirá a una disminución de la notoria crispación que los sargentos políticos del gobierno como de su partido efectuaron y con voluntad perniciosamente atropellante, desde enero a febrero pasados.

Por ejemplo, los lideres y la masa de seguidores de los partidos opositores principales y en esto, en los dos bandos antagónicos y comenzando por sus propios candidatos, dan la impresión de que se hubiesen replanteado sus estrategias, de menos insultos y enconos personales, diatribas y ataques sin sentido, a confiar en una nueva etapa de la escenificación de la guerrilla de encuestas, a la par que los candidatos a las posiciones electivas en juego, mejor se inclinan por una búsqueda del voto a voto y acercándose con mayor pragmatismo hacia los votantes.

De su lado, los candidatos presidenciales opositores, parecería que se plantean un ciclo de respuestas y planteamientos  de acuerdo al modo de  desenvolverse del candidato oficialista y lo que es bueno, pues de esa manera las reacciones de los activistas políticos irían en igual derrotero, pero con la excepción y que es ostensible, de que si los agentes políticos encubiertos en  los medios y periodistas que se apandillan con los partidos principales, no se lanzan al antagonismo de desesperados que caracteriza sus soflamas y manipulaciones, no habría ningún tipo de probabilidad de que tantos intereses políticos se fueran a las manos.

¿Será que hay más madurez de parte del elector o que las militancias políticas tienen reservas frente a sus partidos y como miembros de la partidocracia?, la respuesta no es fácil ante la diversidad de intereses y ambiciones en juego y cómo también hay que observar con cuidado, el desenvolvimiento de los llamados “grupos amorfos” dentro de las fuerzas vivas y la sociedad civil y estos, rivalizando frente a la cadena de organizaciones no gubernamentales (ong) y la mayoría, miembros activos de los grupos económicos y financieros y uno que otro de potencias extranjeras.

Sobre este aspecto, se conoce de delegaciones diplomáticas tan importantes como la estadounidense y la misma haitiana con su “soporte” de la francesa, que están tiradas a la calle del medio tratando de influir en la mayor cantidad de aspirantes a senadores y diputados, unos, queriendo que el status quo no cambie en la relación de los dos países isleños y otros, comprometidos más allá de lo prudente, queriendo buscar desde ahora cierto ánimo de flexibilidad entre los potenciales ganadores de las legislativas y para lograr que senadores y diputados no respondan al interés supuestamente “populista” de que el nuevo Poder Legislativo no se salga del parámetro de mata sello del Poder Ejecutivo, mientras grupos de presión de la sociedad civil como lo son ciertas organizaciones de carpeta manejadas por bancos y financistas, quienes quisieran que senadores y diputados les respondan a sus intereses y no, a los de la República.

Desde luego, tiempo hay en esta parte tan “dinámica” de la campaña electoral, para que todos los intereses en juego perfilen sus derroteros y den muestras evidentes de inclinación a favor de ciertos poderes fácticos.

Sin embargo y de cara a los intereses permanentes de la República, lo que mejor pudiera suceder y en esto somos enfáticos, debería de ser que los nuevos senadores y diputados muestren una mayor independencia de criterios frente al Poder Ejecutivo y ante ese otro colateral que tiene el sector empresarial y financiero y si es que quisieran fortalecer la independencia de acción de las principales instituciones del Estado.

Lamentablemente y como en este país no existe una verdadera libertad de prensa independiente a todos los poderes públicos como privados y sí un conjunto de medios de prensa mercancía propiedad de la concentración de medios en pocas manos, se hace muy cuesta arriba, que frente a tal realidad, la nación, sociedad y población puedan sacudirse -por ahora- de semejante camisa de fuerza.

Pero aun así, creemos, que si de los ocho millones 100 mil electores registrados para concurrir a las urnas, en donde no menos de un millón 700 mil se encuentran en edades de 26-35 años y si a estos se les agregan todos los que van a votar por primera vez y los otros jóvenes que votarán por segunda y tercera ocasión, que si se imponen como generaciones Y-X-ALFA no nos cabría la menor duda que de los resultados de las elecciones pudiera salir un Congreso Nacional que solo se atenga al mandato de la Constitución de la República y sea un contrapeso firme y de fuerza al totalitario Poder Ejecutivo, por lo que realmente y aunque la reelección de Abinader retuviera el poder, la nación podría salir institucionalmente fortalecida.

Si los nuevos diputados y senadores resultaran menos sumisos que los actuales, perfectamente que podría considerarse que los ciudadanos entendamos, que tendremos un puntal de contrapeso cierto y frente a un Poder Ejecutivo autoritario y que ha sido pieza fácil en todos los presidentes de la República que hemos tenido desde el 1966 al presente.

En otras palabras, hay que democratizar al Estado y el 19 de mayo sería la mejor oportunidad para lograrlo. Solo con la traumática experiencia actual de un Poder Ejecutivo desbordado en sus propias competencias y dominando las pasadas elecciones municipales, debería ser más que suficiente para que la nación se plantee este reto.

De ahí que consideremos, que a 78 días de las presidenciales y legislativas, parecería que la nación va con buen ánimo hacia una consulta electoral de la que salga realmente fortalecida, pues se impone la democratización del Estado. Con Dios. (DAG) 02.03.2024