Si como pudiera ser, Abinader perdiera las elecciones, ¿entregaría? Y si es el caso de los candidatos de Rescate RD, ¿reconocerían sus derrotas?

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Concurrir a una selecciones presidenciales y legislativas y con tintes apocalípticos, como desde ahora se perfilan las del 19 de mayo, en las que “los numerólogos” calculan, que candidatos y partidos envueltos en los comicios serán responsables del gasto de no menos 500 millones de pesos y ese solo día, parecería que significa el mayor reto de las partes en materia de respetar la voluntad popular que se imponga.

En este sentido, las respuestas definitivas aún no están claras y por la terrible razón, de que los cuatro principales candidatos presidenciales, han tomado el ganar o perder como un asunto de honor personal y por el que sus principales sargentos políticos son incapaces de no suponer, de que al final los resultados se dirimirán en plena calle, mientras los poderes fácticos dentro de la clase gobernante se irán a las greñas para imponer su ganador preferido.

También observamos con gran inquietud, que en la medida que se acerca la fecha eleccionaria, a nivel popular, la crispación es mucha y lo más inquietante, que cada grupo se ve como un bando en batalla y no como electores que concurrirán a las urnas en función de ejercer la mayor apuesta como ciudadano elector frente a su país y como lo son unas elecciones realmente libres en las que la libertad de escogencia ciudadana sea ejercida a plenitud y sin obstáculos de ninguna especie.

Sin embargo y como nunca y a este día, nada es lo que parece, pues todos los intereses en juego están dispuestos a superarse a sí mismos en sus peores excesos y ajustes de cuentas.

Los del PRM afinando desde ahora todas sus probabilidades de efectuar otro gran fraude electoral mucho peor que el efectuado para las elecciones municipales de febrero pasado, mientras los opositores, más dispuestos a cobrarse “la afrenda” y por la vergüenza o deshonra producto de un acontecimiento o hecho ilícito y en su prejuicio y antes de considerar la probabilidad, de que el oficialismo se impusiera y porque los mismos opositores cedieron terreno y al parecer inexplicablemente.

En este punto y a favor del PRM, está la conocida ruptura entre los lideres principales del PLD como de la FP en su lucha terrible ocasionada por sus egos fuera de todo control y la pregunta es una ¿y si vuelve a pasar? O más crudamente, ¿si a Danilo y a Leonel les importara un pepino perder y con tal de ver al archienemigo totalmente derrotado y sabiendo ambos que no tendrán espacio del 2028 en adelante, cabría la posibilidad de que entonces se abra la expectativa de una alianza sorpresa entre Abinader y Abel?

A nosotros no nos sorprendería que estos tipos de escenarios a la desesperada pudieran presentarse, por lo que la gran interrogante quedaría  en la forma, modo y temperamento de como los popis capitostes del PRM, aceptarían una recomposición de fuerzas entre su presidente-candidato y el candidato del PLD y para ganar unos comicios, en los que ambos, como nueva generación política se le impongan al viejo liderato tradicional que se encuentra apertrechado en el Congreso Nacional, provincias, municipios y en una parte del mismo gobierno.

Contestar todo el esquema anterior, obliga a que los observadores más diestros o los críticos más agudos o los analistas más concienzudos, se ajusten a una sola realidad: Que hoy por hoy, no existe a nivel presidencial un candidato realmente ganador, por lo menos de cara a la primera vuelta y en lo de la segunda, sí que hay expectativas abiertas pero nada firmes todavía y por la determinante razón, de que el pleito personal y  “de honor” entre los dos expresidentes opositores, aun no se dilucida.

Sí es verdad que en tal escenario podría hablarse de la abstención como efecto reprobatorio hacia toda la clase política, pero ahí estaría la determinación empresarial, para evitar que sucediera el colapso institucional en el que los ricos empresarios y banqueros perderían todas sus apuestas y en consecuencia, para frenarla o pararla en seco, ese conglomerado de poder fáctico apelaría a su mortal arma de reglamento: los medios de la prensa mercancía que controlan a plenitud y desde la plataforma de concentración de medios en pocas manos.

Pero aquí viene el pero, que cuando el grueso de la población se dé cuenta de que la clase gobernante perdió el control de los resultados electorales, entonces se produciría la alternativa levantisca, de una población, que aunque no lo parezca, está harta de la dictadura partidocrática y cuya reacción inicial se vería en la población rebelde juvenil y tan proclive a ser influenciada por el bajo mundo  de la parte de dominicanos delincuentes en Nueva York, que encontrarían su oportunidad para cobrarle cuentas a los ricos de siempre y su oligarquía.

A ese momento, las elecciones se habrán convertido en una peligrosa situación de lucha social realmente anárquica y no controlada por ningún estamento social, político o empresarial y con la probable certeza, de que se abriría el camino siempre tortuoso del factor militar como punto de contrapeso ante el fracaso de la clase gobernante y su ramal político.

¿Que al plantear esto, nos hemos vuelto locos?, no en lo absoluto. Sino que preocupados por el actual desmadre político, advirtamos al liderato político y a los candidatos presidenciales y legislativos, sobre los peligros reales que tiene nuestro sistema político, social, económico e institucional  y desde el mismo momento que todos están conspirando contra sí mismos y contra la nación y en su alocada lucha proselitista por ganar y sin ver las consecuencias terribles que para nuestro supuesto sistema de gobernabilidad, bautizado como supuesto Estado social y democrático de Derecho representaría en materia del definitivo colapso institucional y que de suceder, no habría vuelta atrás.

Entonces llegamos a este punto y de ahí que digamos, que, si como pudiera ser, Abinader perdiera las elecciones, ¿entregaría? Y si es el caso de los candidatos de Rescate RD, ¿reconocerían sus derrotas? Con Dios. (DAG) 17.04.2024