A propósito del homenaje rendido ayer por el Senado a Pepín Corripio y su fructífera trayectoria de vida útil

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Pudiera ser extraño, pero la realidad es, que lo poco de anécdotas que pudiéramos contar sobre el magnate económico y financiero y barón mediático, José Luis -Pepín- Corripio Estrada, son hijas de la relación afectiva entre nuestros padres, comerciantes ambos y no porque entre nosotros hubiese habido algún gesto de amistad y dado el profundo ego del domipañol y de nada de alcance para quienes no están a su nivel.

Aun así y por aquello de que al ser figura pública, una que otra de sus actividades y protagonismos, necesariamente que pudo facilitar que algunos conociéramos su desenvolvimiento de comerciante y luego como emprendedor, magnate y dueño de amplios como diversificados medios de comunicación de masas y los que en lógica pura y de acuerdo con los textos legales, nunca debieron de estar concentrados en pocas manos y nos referimos en términos monopólicos.

Sin embargo, la realidad ha sido, que los alcances inmediatos y pragmáticos, de un señor del que a la fecha no hay político en ejercicio que alguna vez no hubiese conversado con él o fuera beneficiado con esa apertura mental que le caracteriza, pocos pueden decir que Pepín no le haya facilitado las cosas y para que, por su bonhomía, tantos le entiendan como algo particular suyo o los menos, como su probable aliado.

Y esto así, Porque Pepín y como gusta que le llamen y porque así entiende que le llega a todo el mundo, es una personalidad, que como ninguna otra en los últimos 70 años de la vida democrática de este país, ha sido un factor entre preponderante, decisivo e indispensable en la fragua de la creación de la clase gobernante y lo que se acentuó, desde el momento que adquirió el tabloide El Nacional, que como herramienta de vínculos le catapultó definitivamente para que la vieja oligarquía que solía recelarle o que trataba de ignorarle, de pronto le descubriera como la personalidad y voluntad que había que tener a mano y al disponer de un cañón mediático que tanto ayudaba o como que pudiera perjudicar.

Es de ese modo y también en la medida que fue adquiriendo otros mass media, que Pepín consolidó su imagen de ser un adversario comercial al que había que andarle con cuidado y salvo si alguien dentro de las fuerzas económicas, pretendiera ser más listo de la cuenta.

De ahí que, a puro esfuerzo, maña, tesón, capacidad de lucha e inteligencia notable, poco que mucho, forjó un imperio comercial y financiero y también mediático, que sin discusión alguna le catapultó a los primeros planos de la vida nacional.

Por supuesto, enemigos o adversarios tiene, unos, porque no se resisten en su intrepidez al imponérsele a su competencia y otros, porque simplemente y por sus incompetencias, quedaron atrás y nunca pudieron lograr desafiarle y triunfar.

De esta manera y poco que mucho, aquel niño de ocho años que emigró a este país en mejores condiciones que las de sus padres y ancestros y casi sin proponérselo y en la medida que se “hacía dominicano”, fue y cumpliendo a letra regada con sudor y sangre, se creó una coraza de comerciante de inteligencia poco común, que en cierto modo fue inspiración y aspiración de otros y notorio ejemplo ante sus hijos de como el esfuerzo propio retribuía satisfacciones.

Naturalmente, mirlo blanco no es, es decir, tonto de capirote que otros pudieran engañar y decididamente que esa característica no le va. Dos muestras. Tan pronto compró el tabloide vespertino, casi a las 48 horas, los otros ricos que se decían parte de la oligarquía tradicional y de la capital como en Santiago, se disputaban el tiempo tratando de llamarle y saludarle y todos, con el interés de que, si “somos amigos”, su periódico no les mortificara. Fue así como se labró una imagen de político apartidista de curioso sentido de la oportunidad, así como de saber hacer alianzas políticas institucionales, que en muchos casos coadyuvaron a la solidez de nuestra democracia y sin duda, al fortalecimiento de sus negocios. No en balde, ahora se le reconoce como “el banquero de los bancos” y de tanta liquidez de la que puede hacer uso

La otra muestra tiene que ver, cuando ocurrió lo del secuestro de varios adinerados comerciantes y entre ellos, Pepín y quienes metidos en una especie de cisterna y como estaban aquellos tiempos “revolucionarios”, se suponía que los facciosos comunistas que cometieron la fechoría dizque “para salvar a la patria” terminarían por matarlos.

No habían pasado quince minutos del encierro, cuando Pepín y mientras los otros secuestrados prácticamente se empequeñecían como hombres, reclamó que se le pusiera en comunicación con el maleante político cabeza del hecho. Casi a lo inmediato, este se presentó y hasta donde sabemos, era una especie de verso libre del comunismo local, Fafa Taveras.

Pepín, “bueno Fafa ¿y cómo podemos resolver esto”? la respuesta la desconocemos, pero sí sabemos, que a Pepín se le facilitó un teléfono y raudo llamó al gerente general del Banco de Santo Domingo, que era de su propiedad y ojo, Pepín a ese momento no era dueño de periódicos y cuando el empleado ejecutivo se puso al aparato le dijo: “Te habla Pepín y me figuro que sabes en que situación estoy”. Respondiendo el otro que sí sabía y de inmediato Pepín le ordenó, “colócame en una funda grande de traza, aquí omitiremos la importante cantidad, el dinero que te pido y que voy a enviar a buscar”.

Para sorpresa del empresario, su empleado dudó en enviarle el dinero, argumentaba las situaciones típicas de todo burócrata y hasta que Pepín y perdiendo la compostura, le dijo “cuatro Sanantonios”. Resuelto el impasse, sus “colegas” de secuestro, comprobaron, que no pasaron dos horas de ocurrido el hecho, cuando Pepín estaba de vuelta a su hogar y negocios.

Después de aquella experiencia, Pepín se hizo más pragmático y si se quiere un tanto letal y mantuvo a pie firme el criterio, de que en los negocios no hay amigos ni enemigos y solo intereses y lo que también aplicó a la política diaria. Fue así como su carcelero no experimentó ningún tipo de represalia y cuando Pepín empezó a acumular periódicos fue uno de los primeros a los que les facilitó espacio para que resurgiera como “columnista”.

Pero anterior a la experiencia del secuestro, hubo un precedente de su comportamiento pragmático frente a las tempestades. En el país estalló una revuelta militar con disfraz de popular y en los muelles había muchas mercancías de Pepín y las que había que velar porque “las masas” no las destruyeran. Pepín tomó el teléfono y logró llamar al jefe militar a cargo proveniente de la Marina. ¿Hubo soborno?, francamente se desconoce, pero lo que sí sabe es que sus mercancías nunca fueron tocadas.

Luego de la revuelta y cuando se estaba en un gobierno provisional, Pepín dio un paso audaz y visionario: Adquirió cientos de miles de metros de terrenos en la parte oeste capitaleña donde luego se construyó la avenida Luperón y un aeropuerto y ahí estableció las oficinas centrales de sus negocios. La inversión le retribuyó en veinte años un 500 por ciento de utilidades. Luego y detrás suyo llegaron otros.

Ayer, en el Salón de la Asamblea Nacional, la clase política y parte de la gobernante le rindió homenaje al magnate y barón mediático y no solo por sus fructíferos años de singular emprendedor y comerciante, sino por su indudable aporte institucional a favor de la institucionalidad democrática de esta nación y la que también es suya y en la que sin duda de ninguna clase ha sido una pieza clave y dinámica de su resurgir como economía emergente.

Pepín agradeció el gesto, frente a él, todos a los que de una u otra manera, sienten que le deben algún favor, estaban allí sonrientes y dadivosos, el magnate y barón mediático dio su discurso, resaltó primero y en un gesto de caballerosidad, galantería y amor, lo decisiva que ha sido su esposa Ana María en la creación y formación de su hogar y como coraza de temple y moralidad que le ha servido de soporte en su vida empresarial nada común y luego, se fue en elogios hacia la patria de acogida y la que es la de hijos y nietos.

Nosotros a distancia y sin tener lazos de amistad personales, pero sí los propios de ser tan hijo de comerciante como él, nos unimos al reconocimiento de quien, como persona de bien, logró un puesto positivo e inalcanzable en la sociedad y en materia de actuar y ser tan dominicano como el que más y sin nunca olvidar sus raíces ibéricas y lo que decimos, a propósito, del homenaje rendido ayer por el Senado a Pepín Corripio y su fructífera trayectoria de vida útil. ¡Salud! (DAG)