A quienes participaron en el accionar conspirativo y de asesinato como sicarios de la estación local de la CIA y hace 61 años y la mayoría como descendientes de aquellos que se jugaron la vida para garantizarse que el pueblo dominicano y en base a una supuesta heroicidad que machaconamente y todos los años los medios de la prensa mercancía proclaman que aquellos hicieron, sea un pueblo dócil y sumiso siempre dispuesto a pagarle en dinero la “heroicidad” que protagonizaron.
Está visto, que, a la desesperada y a 61 años de aquella tragedia nacional, recordando a Trujillo, y sabiendo la posición destacada que a la nación le merece aquel gran hombre público y sin duda alguna, pretenden por derivación, que todos ellos puedan mantener sus vigencias públicas y lo que muchos creemos que ya es hora de que ese continuo pase de factura que le ha salido tan caro a los contribuyentes, cese definitivamente. Cómo que también es hora, de que se desarrolle un fuerte movimiento de opinión para que las osamentas del Generalísimo retornen al país y descansen en su cripta en la catedral de San Cristóbal.
Solo enterrando a Trujillo, los antitrujillistas perderán la insultante como abusiva vigencia pública que hasta ahora han mantenido y gracias a la corrupción política y gubernamental reinantes y la artera como mentirosa manipulación mediática.
Y esa debe ser la ruta por seguir y si realmente queremos que la nación vuelva a reconciliarse con su pasado trujillista e incluidos a los participantes del magnicidio, todos ellos, trujillistas de primera generación desde el 1928, cuando Trujillo era solo jefe del Ejército. (DAG)
