Aunque lo quieren disimular, en realidad, tanto el PRM como determinados partidos opositores empiezan poco a poco a conformar un movimiento de opinión sibilinamente anti-reelección constitucional presidencial

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La mayoría de los miembros de la partidocracia y nos referimos a sus principales directivos han diseñado un parecido movimiento de pinzas en el que sin aparentemente ninguna conexión entre sí, buscarían que en el Poder Legislativo se pudiera  generar un fuerte debate critico por el que los entregados presidentes de Diputados y Senado, señores Pacheco y Estrella a quienes se les imputa una especie de entrega de subordinados frente al Poder Ejecutivo, pudieran ser sacados el día menos pensado de las funciones que ocupan.

El objetivo está puesto en las elecciones de mayo de 2024, en las que parecería que el actual presidente de la República, Luis Abinader, podría ir tras su reelección presidencial y que es una pretensión, que parecería que no cuenta con una mayoría significativa dentro del partido oficial, el Revolucionario Moderno (PRM).

Y hay que hablar de que Abinader no cuenta con una mayoría significativa real, cuando se conoce, que tras aposentos, el presidente es mordazmente criticado por sus parciales, muchos con funciones del gobierno y otros, que solo responden a los intereses del expresidente Hipólito Mejía, quien por lo visto y con todo ser ya un señor de edad, alienta ciertas “interpretaciones críticas”, que quienes están en sus cercanías  y que le responden directamente, por momentos, no ocultan determinadas criticas ácidas contra el mismo Abinader.

El presidente mientras tanto y muy creído de lo que sus propagandistas le dicen y aun cuando sabemos que encuestas que el mismo mandatario ordena a entes independientes de la comunicación, le otorgan un saludable indicador de popularidad militante y creciente, parecería que no repara, respecto a que de buenas a primeras ha empezado a levantarse y organizarse una opinión cauta y soterrada, pero oposición al fin y al cabo y originada en criticas de esas que los inconformes lo menos que susurran, es que entienden que se ha endiosado “y que no le para a nada”, aunque con esta última expresión, todavía no hemos podido captar a que es que se refieren realmente.

Sin embargo, cuando se observa que desde el Poder Legislativo se ha instalado una especie de cabeza de playa contra el pleno de la Junta Central Electoral o que desde el mismo PRM se les ha advertido a sus legisladores que la ley de fideicomiso “debe pasar sí o sí”, a razonamiento a contrario, lo que entendemos, es que, por medio de la legislatura, algunos quisieran y dicho en sus propias palabras, “que Abinader aterrice”.

Desde luego, solo queremos llamar la atención en cuanto a que hay un mal de fondo, no que la inconformidad que hay pudiera afectar los planes de la parte del oficialismo proclive a la continuidad presidencial o que, si Abinader no se despabila, no pudiera continuar manteniendo el poco o mucho control que Pacheco y Estrella le tienen con la camisa de fuerza que estos han impuesto con sus chanzas y mañoserías, al resto de los legisladores.

Por lo pronto, el oficialismo no debe perder la atención sobre el curioso interés y común de legisladores oficialistas y opositores y con relación al contencioso electoral y lo del fideicomiso, donde muchos no están en eso de acatar aquello que sea sugerido por los presidentes de ambas cámaras.

Unos, porque entienden, que, si se plantea una sinrazón en todo rango contra lo que juiciosa y legalmente aspira el tribunal electoral de primera instancia, estarían atentando contra sus propios intereses y comenzando por los de los legisladores oficialistas que quieren reelegirse. Vamos, al menos que tienen la intención y otros, porque si se permite que lo de la futura ley sobre el fideicomiso se lleve de encuentro el estado de derecho, todos estarían auto suicidándose políticamente y peor, si se toca el tema de los portes de los grupos económicos y financieros en lo electoral.

De fondo, ambas situaciones presentan el otro punto de vista, de una atrapada opinión pública que ya no es tan dócil como los medios de la prensa mercancía quieren hacer creer y la que tampoco es tan creída de aquello que digan los llamados “lideres de opinión” pagados por gobierno y oposición.

En consecuencia, lo que planteamos, es que el aparato político y como un todo, sus miembros y activistas deberían entender, no solo que estos no son tiempos en los que los perros se amarran con longanizas, sino que poco que mucho, existe una nueva mentalidad sumamente inquisitoria y proveniente de un fuerte segmento de nuevos votantes y de electores entre 18-48 años, quienes acostumbrados a hacer valer sus opiniones y disidencias y no solo a través de la prensa controlada por los barones mediáticos,  sino primordialmente por las redes sociales y los canales, la mayoría panfletarios, en You Tube, harán lo indecible porque sus opiniones sean escuchadas y acatadas por el poder político.

Lo que significa, que esa mezcla de oficialismo y oposición desde la partidocracia y la que a estas alturas nadie la entiende inocente, se está planteando un cierto esquema de oposición sorda y hasta sórdida y si llegado el momento, la ciudadanía entiende que son los políticos y no nadie más, los que en el fondo quisieran que nada ocurra en contra de sus intereses partidarios y con miras de mantener la aparente dictadura de fuerza institucional y que, en términos amplios, es el factor que también entendemos que debe prestársele toda la atención.

Tómese la realidad, de que nadie entiende, que los políticos y de todos los partidos sean unos referentes a los que se les pudiera tener absoluta confianza y a muchos no escapa, que los meses que vienen, económicamente serán duros y que si en el gobierno se descuidan pudieran encontrarse entre la espada y la pared ante una atrapada opinión pública nada complaciente y sí agresiva como contestaria.

En este sentido, el presidente Abinader debería de estar más atento a tratar de llegarle personalmente a la mayor cantidad de ciudadanos, que siendo lideres en sus propias comunidades y no porque el gobierno les pague o la oposición les compre, están en una mejor posición y equidistante, de saber opinar sobre la realidad política y social y lo otro, de que sí de ahora en adelante no logra crear un puente comunicacional que le haga contrapeso a sus periodistas y medios, no solo que nunca podrá repetirse el fenómeno aquel tan frívolo de la Plaza de la Bandera y el que como tal, es el referente del porqué tantos que en el participaron, ya son casi disidentes al mismo Abinader y les sería muy cuesta arriba plantear una reelección constitucional que el grueso de los electores no entiendan y para no hablar de que pudieran oponerse.

Ya Abinader tiene dos años en el poder y, por lo tanto, sabe conocer quienes les hacen cuentos o quienes quisieran embaucarle, no engañarle y por esa experiencia, él debe de ser el mejor juez de sus actos y convicciones y en cuanto a los que estos les marquen en materia de popularidad real y que hay que enfatizarle, porque de ahora en adelante su camino electoral estará vidrioso y nada empedrado a su favor.

Ante esta realidad, es que decimos, que, aunque lo quieren disimular, en realidad, tanto el PRM como determinados partidos opositores empiezan poco a poco a conformar un movimiento de opinión sibilinamente anti-reelección constitucional presidencial. (DAG)