Cada semana, se nota con preocupación que el gobierno está entrando en una deriva totalitaria, que llama la atención en quienes no somos intolerantes y que sí queremos unas elecciones absolutamente libres y transparentes

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¿Qué necesidad tiene el presidente Luis Abinader de mostrarse en sus encuentros con la prensa, entre intolerante y altanero y siempre dejando la penosa imagen, de que le es difícil aceptar opiniones contrarias a la suya y peor, que los periodistas que van a sus ruedas de prensa las autoridades les entiendan como extremadamente osados en las preguntas que formulan?

El presidente y como nunca, ha logrado convertirse en el presidente más poderoso que ha tenido este país y su impronta totalitaria, la vemos y que, de tan enraizada en su psiquis, fácilmente que podría hacerle perder la popularidad que tanto requiere de aquí a las elecciones de mayo 19.

A nuestro modo de ver, él no tiene porqué mostrarse osco y molesto, cuando a nivel de pueblo y desde luego, a nivel del millón de dominicanos que dependen directamente de ingresos del Estado, que es donde se encuentra el nicho duro de quienes se entienden como sus más $fieles admiradores$, aunque, a decir verdad, parecería que a su entender ya no son tantos los que deben halagarle y mostrarse obsequiosos a su paso.

¿Sabrá el licenciado Abinader, que desde que tomó la mala costumbre en los actos públicos que preside, de ignorar y no saludar a personalidades que se le acercan, que a ojos del resto de la ciudadanía ese gesto envía una pésima señal, en cuanto a que al primer mandatario haya que tenerle miedo o recelo o mucho peor, desconfianza y de que sus gestos de hostilidad sean interpretados por la especie de guardia romana que le rodea y que con tanto fervor hace lo imposible por alejarle de la gente?

Esa última rueda de prensa suya fue extremadamente emblemática, mostrando al Abinader autoritario, que unas veces con sarcasmo, otras con burlas hirientes, pero siempre haciendo ver que no le gusta que le fastidien con preguntas incómodas, parece que ha olvidado, que el cargo que ocupa lo obtuvo por las cercanías y simpatías que generaba en sus tiempos de candidato opositor y de lo que también parece y que ha distancia hemos percibido, que el joven político populista, en lo personal, se ha desviado de su anterior forma de ser de acercamiento y amistad.

Quién escribe, que ha tratado a todos los presidentes de la República desde Bonnelly hasta la fecha y parece mentira, con menor contacto con el licenciado Abinader, no había conocido de ningún otro anterior, el trato realmente poco cortés, que el primer mandatario ahora tiene y dando la imagen y por las razones que fuere, de que en cierta forma también teme el contacto con la gente.

Y esto quiere decir, que, si el presidente se aleja de la gente y esta le tiene miedo por sus arranques emocionales y peor, que su círculo de poder no oculta que está a la caza de gente a la que haya que marginar y haciéndolo en el punto que más le duele a cualquier persona, que no es un ataque del corazón y sí el dolor de cartera, al final, en el gobierno nadie puede presumir de que la gente le simpatice. Al fin y al cabo, comprar lealtades para nada garantiza apoyos futuros.

Obsérvese, que hablamos de la gente y no nos referimos como ciudadanos y es, que al ver que en el gobierno hay ya una tendencia al uso de la represión fiscal, publicitaria y política contra cualquiera que la autoridad entienda su adversario, que lo menos que haya que decir, que parecería, que ese temor difuso ya empieza a hacer presencia en el ánimo de los futuros electores.

Por ejemplo, en la forma que el primer mandatario demostró que él puede o no objetar u ordenar la muerte de alguien que sea un antisocial o criminal y peor, si este es aliado de la fuerza policiaca  y que lo demostró con esa parte tan crispante y refiriéndose a un bandolero que la policía mató por San Cristóbal, concretamente en Cambita y que es una  reiterada mala práctica policial de eliminar drásticamente testigos directos y que llevados ante un tribunal, con lo que digan puedan mortificar o inquietar a socios o compinches ocultos y en particular policiales, es una, que todo el mundo entiende como la más penosa muestra de un poder gubernamental absolutamente desbordado.

Igual percepción hubo, pero desde otro sesgo, en aquello   que dijo sobre Haití y la innecesaria forma tan dura de enviar el meta mensaje, de que como “protector de la nación” no le importaría asumir responsabilidades más que controversiales y sin importar a quien afecte y que son imágenes muy difíciles que la población olvide y ni qué decir, del país al que las dirigió.

Naturalmente, todo gobernante y si en algún momento llega a perder la serenidad y hasta la compostura, al fin y al cabo, es una persona y como todos, humano. Pero Abinader es el presidente de la República y, por lo tanto, se le supone que tiene más contención de ánimo que la generalidad de sus conciudadanos y porque simplemente, su experiencia y destreza de ejercer el poder, le deben hacer entender, que su obligación es transmitir serenidad y alto control de sí mismo.

Justo porque así entendemos que es el comportamiento que siempre debe de tener un buen gobernante, que nos animamos a realizar estas observaciones y es que ahora mismo, el presidente, su gobierno y su partido, tienen la parte más dura en todo gobierno que quiere su continuidad: No fallarle a sus ciudadanos y aglutinar y ganarse la mayor cantidad de simpatías y comprando votos, presionando sectores y mostrarse con un ánimo de querer mantenerse en el poder sin importar lo que cueste o lo que haya que hacer y golpeando al oponente, sinceramente no es el mejor de los caminos.

Mírese como ahora ha empezado a reaccionar la Oposición y algo que es natural cuando se tiene miedo de que el poder gane las elecciones de mayo con trampas: alertar a la JCE, ponerse vigilante y aun cuando uno que otro de sus lideres traicione a sus militantes y seguidores aliándose en secreto con el gobierno y su partido y para venderle los comicios, que tampoco es una situación que este país no haya conocido.

Incluso, ya hay rumores que apuntan, a que uno que otro opositor y sea por enconos personales y si la oportunidad se le presentara, daría lo que no tiene, no para que Abinader les gane, sino que lo haría para que otro opositor pierda y que, si sucediera y la nación no reacciona, se merecería la dictadura abierta del PRM y que es la meta escondida de su poder avasallante.

Mientras tanto, puntualizamos, que cada semana se nota con grande y grave preocupación, que el gobierno está entrando en una deriva totalitaria que llama la atención en quienes no somos intolerantes y que sí queremos unas elecciones absolutamente libres y transparentes. Con Dios. (DAG) 13.03.2024