CELAC: Mucha espuma y poco chocolate y en el fondo, discriminación abierta hacia el Caribe

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Los llamados expertos criollos dizque especializados en asuntos interamericanos, siempre han sido incapaces de entender y por sus mentalidades de serviles dependientes de que algún tipo de poder colonial los domine, de que en lo que respecta al trato de los gobiernos y países sudamericanos con relación a los del área caribeña, este es uno fundamentado en el racismo y la discriminación y también por una alta cuota de envidia por los éxitos de gobierno, administración y economía de países como República Dominicana.

Y lo que se vio ayer en los actos de trabajo de los gobernantes convocados a la VI  cumbre CELAC, donde la endeudada y fracasada Argentina, quiso mostrarse de tú a tú con un Brasil redivivo, al que en conjunto, todos los otros gobernantes aspiran que fuera la gran potencia que todos ellos quisieran, pero que por la cuota de subdesarrollo mental que corroe al brasileño del interior, no facilita las cosas para que aquella pujante economía llegue a niveles propios del éxito de la economía dominicana en términos macros y sociales.

Aquello fue mucho de discursos floridos, la mayoría irrealistas y sin el menor sentido de las proporciones, por lo menos, de acuerdo  como cada país de los convocados ha tenido éxito en el manejo de la crisis originada en la pandemia y ahora agravada por los efectos de la guerra en Europa y su colateral de guerra económica global de EEUU contra Rusia y vía la OTAN.

Sencillamente, lo que se vio, es que el club de los “izquierdistas” que se pretenden agrupar frente a Lula y el que ya no es ni sombra de lo que fue y apoyados por un Boric que todavía se desenvuelve en el aire, sin tocar tierra y creyendo que, por movilizarse en bicicleta, ese comportamiento lo haría más cercano a su mismo país, es uno, no confiable y menos diestro.

Por ejemplo, CELAC mantiene a favor la especie de “cordón sanitario” con el que quiere proteger a los gobernantes totalitarios “hermanos” de Venezuela, Nicaragua y Cuba, que son la negación absoluta de lo que deben ser y frente a los gobernantes de conducta demócrata que se desenvuelven dentro de esquemas de democracias  semi autoritarias pero de comportamiento abierto.

Al mismo tiempo, fue evidente como los gobernantes sudacas tienen una especie de envidia y con mucho de resentimiento, porque las “islas de negros” del Caribe, en muchos aspectos, pueden darles lecciones de gobernabilidad pragmática y dado el   espíritu de libertad de razas que vive en todos estos pueblos y naciones de islas-estados caribeñas, que en conjunto son una mayoría significativa y que, en votos, es superior a los que conforman CELAC.

Sí observamos, que en ese grupo de países sudacas con “gobiernos de izquierda”, pero significativamente facilitadores de bases militares estadounidenses en sus naciones, tienen un comportamiento propio de la pasada guerra fría y el que erróneamente les hace entenderse  como si fueran “superiores” a los habitantes de las islas caribeñas y ni hablar de cómo hasta quieren hacer creer cuales de esas naciones o de sus gobernantes, ellos los entienden suyos y como es el caso del primer ministro de San Vicente y las Granadinas (caribe oriental) Ralph Gonsalves, quien ahora queda a cargo de la nueva cumbre para el año próximo y uno que otro de raza negra, pero sin representación correcta en materia del peso económico de cada nación. Se comprenderá fácilmente el norme abismo cultural que les separa.

La discriminación de que hablamos fue tan notoria, que un presidente como Luis Abinader, cabeza de la economía más pujante de la región y la que compite de tú a tú con las principales economías sudacas, prácticamente y si no hubiese sido por el discurso que pronunció en la tarde de ayer, hubiese pasado desapercibido y lo que fue inexplicable, si solo se hubiese tomado en cuenta, que el peso de opinión de República Dominicana como nación contrapeso del Estado fallido en que ha sido convertida la República de Haití, debió de haber sido determinante y mucho más, cuando el primer ministro de facto haitiano, Ariel Henry, solo se le colocó en la foto de familia, al lado del presidente títere cubano, Miguel Díaz-Canel.

También lo otro tan significativo, fue la ausencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de su secretario general Luis Almagro, uruguayo que no es bien visto en la zona  y mientras Abinader habló de lo necesario de que todos esos país tuvieran una política cercana con Haití, desde Washington, la portavoz de la Casa Blanca, la estadounidense de origen haitiano, Karine Jean-Pierre, y en lenguaje nada diplomático, manifestó y refiriéndose al pedido haitiano de intervención militar internacional para acabar con las pandillas que asolan a Haití, que "esto es algo que hemos estado siguiendo de cerca y hemos hecho todo lo que podíamos hacer, en este momento, para ayudar al pueblo haitiano".

Es decir, nuestro primer socio comercial en el mundo, EEUU se niega a salir en auxilio del país transfronterizo y en la práctica, le deja el caso al gobierno dominicano y lo que debió de merecer una respuesta categórica de nuestra Cancillería y habida cuenta de que el vicecanciller Silié y hasta donde pudimos conocer, tuvo un breve contacto con el primer ministro de facto Henry y en uno de los pasillos del hotel anfitrión de la reunión “panamericana”.

Sin duda, que Abinader pudo comprobar en sí mismo, que tanto él como su gobierno, solo fue recibido cortésmente y tanto, que la prensa de Buenos Aires ni siquiera reseñó su presencia y lo que, dicho sea de paso, también fue una notoria falla del embajador dominicano allí y para no decir de la misma cancillería.

En resumen y como dice una nota periodística, “la VII Cumbre de la CELAC reunió a los jefes de Estado y funcionarios de países de América Latina y el Caribe. El documento final, firmado por los 33 países participantes, consta de 111 puntos y 28 páginas donde se destacan la recuperación económica post pandemia y la necesidad de trabajar para reducir la pobreza”. Y para nosotros, CELAC: Mucha espuma y poco chocolate y en el fondo, discriminación abierta hacia el Caribe. (DAG)