Ciertamente que la policía está para preservar el orden público y no para agredir y atropellar abusivamente a la ciudadanía y en particular a la juventud. Véase el espejo haitiano y sáquense las conclusiones de lugar

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Ahora mismo, la amenaza más terrible que pende sobre la ciudadanía y en particular contra su juventud en los barrios marginados o periféricos de las ciudades, es el accionar policial atropellante y anti-derechos humanos, de una policía, que como nunca, se ha convertido en una especie de agente de persecución nazista contra todo cuanto en República Dominicana signifique el ejercicio del libre albedrío ciudadano.

En este aspecto, parecería que los altos mandos policiales y desde su plana mayor y decididamente a espaldas o sin importarle la reacción a contrario que el Ministerio de Interior y Policía pudiera mostrar, se encuentran porfiados por librar un fuerte pulso y no con el gobierno y sí con el propio presidente Luis Abinader, quien a demostrado una firme posición de iniciar el proceso gradual de adecentamiento, de una institución policial que ya es imposible negar que está formada en gran mayoría por psicópatas y asesinos pagados por el erario.

Y de lo que ya es imposible que nadie pudiera darle el beneficio de la duda a la institución en sí, cuando tan abiertamente, esta permite que sus efectivos masacren y maten a detenidos esposados en sus propias mazmorras y celdas de sus cuarteles. La situación es de una dimensión tan grave, que absolutamente nadie dentro de la población, tiene certeza de que en algún momento no le fuera ocurrir un atropello policial infamante.

Basta con recordar, que hace menos de seis meses, el presidente creó una comisión especial para que esta elabore un plan o esquema introductorio y respecto a detectar los males policiales, para que la misma institución y desde su interior criminal, respondiera con una ola de agresiones y crímenes y ataques de todo tipo contra la ciudadanía y que políticamente, es la reacción más peligrosa y como evidencia concreta de pretender desestabilizar políticamente a las instituciones.

Por eso y hasta tanto el Poder Ejecutivo no asuma su realidad, de que su policía quiere obligarle a dejar las cosas como las encontró y a menos que Abinader se empantalone y rompa por la calle del medio limpiando arbitrariamente si se quiere, a una policía criminal y esto, en base a efectuar una purga total de sus mandos y efectivos, parecería que no habría manera de como detener la continua ola de atropellos policiales de los que ni las mujeres y tampoco niños escapan a sus desafueros.

Es decir, como la criminalidad se ha aposentado en la institución policial y parecería que no hay manera de erradicarla, que entonces el gobierno se aboque a realizar cancelaciones masivas, de suerte, que si los que sean cancelados son parte del nicho criminal y se lancen luego en represalias y constituyéndose en bandas de exterminio, el gobierno tendría la justificación de lanzar al Ejército a las calles y cómo policía militar y para que los localice y extermine lo más rápido posible.

Lo que estamos diciendo, es, que, con esta propuesta, realmente hija de la desesperación, que, si Abinader no hace ver a la criminalidad de uniforme, que a él no se le aprieta el pulso para cargar con responsabilidades mayores y a lo que está facultado constitucionalmente, sería prácticamente imposible erradicar el cáncer de la criminalidad que en la actualidad corroe al llamado cuerpo del  “orden público”.

En todo caso, el menor de los males podría ser, el acuartelar indefinidamente a los policías y solo permitir que salgan de patrulla a aquellos efectivos que actúen con firmeza, pero sin atropellos y de esa forma, gradualmente ir limpiando la institución de la parte de sus efectivos criminales.

Recordemos, que recientemente, Abinader y dirigiéndose a la inútil oposición, les reclamó que le hicieran propuestas o sugerencias y no simplemente criticas y en este afanar va este análisis político de Estado y al ver, que ni la clase gobernante y tampoco la política, parecería que no hay ánimo de que la policía sea purgada y de lo que quede, crear una institución moralmente limpia y confiable.

Tampoco vemos que el sector mediático cumpla su obligación institucional de ser contrapeso del poder de gobierno y del poder de oposición y que fue la razón, del por qué ahora, el vecino Haití se encuentre en la grave situación de anarquía absoluta por la que bandas de antiguos militares y policías y tantas otras de pandilleros, se disputan a aquel país y llevándolo a una situación de inestabilidad e inseguridad tan graves, que quienes viven allí están conscientes de que deben actuar a su propia cuenta y riesgo.

Viendo entonces aquel escenario tan terrible, de un país disputado por bandas armadas y también empresariales, que definitivamente, los pocos dominicanos que tenemos medios para hacernos escuchar, recordemos a nuestras autoridades, así como a la clase gobernante y ni hablar de la clase política, que en Haití el proceso de ingobernabilidad comenzó, cuando al gobierno de turno se le dejó solo y los medios de prensa desertaron de su importante obligación cívica de ser contrapeso de todos los poderes públicos y privados.

Situación de ingobernabilidad tan terrible, que como se ha visto, ha terminado por convertir al país transfronterizo, en uno fallido y al extremo, de que la comunidad internacional tendrá indefectiblemente que intervenir y conformar algún tipo de fuerza multinacional de paz y junto a un gobierno provisional y para ver si de algún modo se logra que la fe de los haitianos en su propio país pudiera ser establecida y con la misma, su interés de rescatar la gobernabilidad y hacer de su nación un miembro digno de la comunidad interamericana y para los dominicanos, un destino y socio seguro que se pudiera confiar.

En definitiva, consideramos, que ciertamente que la policía está para preservar el orden público y no para agredir y atropellar abusivamente a la ciudadanía y en particular a la juventud. Véase el espejo haitiano y sáquense las conclusiones de lugar. (DAG)