InicioECONÓMICAS¿Cómo enfrentar las presiones cambiarias?

¿Cómo enfrentar las presiones cambiarias?

El mercado de divisas ha estado sometido en las últimas semanas a notables presiones, situación reconocida por el propio Banco Central, que se dispone a aprobar un conjunto de medidas en la reunión de la Junta Monetaria del próximo jueves.

La experiencia de las autoridades monetarias es indiscutible, décadas de estabilidad así lo atestiguan, pero nunca está de más subrayar algunos elementos esenciales para que la intervención resulte exitosa.

Lo primero es la oportunidad de la acción. Los movimientos recientes en la tasa de cambio indican que no hay tiempo que perder. Bien lo han entendido las autoridades, al evitar intervenir demasiado pronto, cuando el mercado aún podía autorregularse, y al mismo tiempo no dejar que la especulación desbordara los cauces. Han decidido, con acierto, tomar el toro por los cuernos.

Lo segundo es realizar un diagnóstico certero de las necesidades reales de divisas y, a partir de ahí, definir tanto la magnitud de la inyección como la capacidad del Banco Central para sostenerla. En este punto no hay dudas: las reservas internacionales bordean los 14,000 millones de dólares, cifra suficiente para respaldar la acción.

En tercer lugar, y no menos importante, se impone diseñar una estrategia de distribución clara y rigurosa. El éxito de la inyección dependerá de que los dólares lleguen a quienes los necesitan para atender compromisos legítimos: importadores que deben honrar facturas, empresas con deudas externas, familias que costean estudios o tratamientos en el extranjero, inversionistas que repatrian utilidades. Atender estas demandas es vital para que la economía funcione sin tropiezos, para que el comercio internacional fluya, la producción local no se detenga por falta de insumos y el país mantenga intacta su credibilidad ante acreedores y socios comerciales.

Lo contrario sería un error: permitir que las divisas se filtren hacia manos especulativas, hacia quienes compran dólares no por necesidad real, sino por la expectativa de un alza en la tasa que les rinda ganancias rápidas. Esa dinámica devora reservas sin fortalecer la economía, alimentando espejismos que nada aportan al bienestar colectivo.

Que las divisas que se inyecten sean, pues, agua clara en el desierto: alivio verdadero para quienes producen, no cántaros llenos de humo para quienes persiguen quimeras. Por Mario Méndez (HOY)

 

 

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