¿Cómo se puede tener un Estado funcional si este se encuentra atrapado entre la corrupción a gran escala y esta, apoyada por la mayoría de las franquicias mediáticas que se cobijan como prensa mercancía y «bendecida» por la Justicia?

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Lo cierto es, que desde que desapareció la Era de Trujillo (1930-1961) y se estableció “la democracia”, la corrupción política, social, administrativa, empresarial y sexual, domina plenamente la vida nacional y al extremo, de que se tienen 62 años ininterrumpidos que la misma y por lo de la hipócrita ola de la supuesta” destrujillización” que se impuso desde el mismo día que el dictador fuera asesinado.

Cómo ya se conoce, la primera muestra del descontrol moral desde el poder, la dio la oligarquía encabezada por los Vicini, creando las condiciones, de que mediante actos notariales privados se suplantaran a los actos auténticos y lo que ocurrió en uno de sus gobiernos del triunvirato dirigido por uno de sus parientes y con miras, de que 500 millones de dólares en propiedades de la nación y que la dictadura había creado, prácticamente más de 300 millones fueron a parar en un santiamén y vía dinero en efectivo, activos y propiedades, a manos de quienes entendieron que fraguaron la conspiración con apoyo de la CIA y para hacer desaparecer a Trujillo y con el solo propósito de saquear bárbaramente la economía de este país.

Ocioso sería repetir lo que todos conocemos en materia de ese despojo y robo a gran escala que se perpetró al amparo de los gobiernos de la oligarquía, el Consejo de Estado y el Triunvirato, cuando durante todos esos años (1961-1965) aquellos delincuentes de cuello blanco que saquearon la cosa pública, ninguno fue apresado y menos condenado y mucho menos despojarles de los bienes que no eran suyos.

Ocurrió lo previsible en aquella sociedad mental y económicamente subdesarrollada y en la que la población no tenía ningún acceso a las fuentes de información y mucho menos a los periódicos dirigidos por viejos trujillistas, quienes más ocupados en desprenderse el sambenito de “trujillistas”, lo daban todo con tal de que el paredón de la destrucción de reputaciones no les tocara y por lo que en gran mayoría, todos esos medios en la prensa escrita y los pocos electrónicos en la radio y la televisión, fueron los instrumentos de la política de odio que se puso a correr y en la que llevaron gran protagonismo los llamados “antitrujillistas del exilio” que vinieron con el inconfesado interés de hacerse ricos al amparo de los robos de los “bienes públicos de Trujillo” y de golpe, dividiendo a lo inmediato, a un país manso que no conocía de divisiones sociales, en “hijos de Machepa y tutumpotes”.

Así mismo, relatar el desastre que se produjo con la destrucción del aparato económico y en un país cuya moneda tenía más valor que el dólar y el que circulaba libremente, era autosuficiente y el 90 por ciento de los 2.5 millones de habitantes no pasaban hambre, de hacerlo, seguro que las dos nuevas generaciones que después han venido al desaparecer el trujillato, les daría coraje y asombro ante el inmenso daño que se le provocó a los intereses permanentes de la República. Trujillo ahora es el malo y para nada quienes le asesinaron y los otros que derrocaron su régimen, todos, responsables del robo a gran escala que en esos años se perpetró contra la nación

Todavía a peor, hay que resaltar, que solo en los 4 años después de la dictadura, la República fue obligada a tomar su primer préstamo en el exterior, uno de 25 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que los extraordinarios Servicios tecnológicos militares, que fabricaban de todo y abastecían el mercado e incluyendo la fabricación de neveras y todo tipo de productos domésticos y lo grave, de la destrucción de la fábrica de armas cuyo producto emblemático fueron las ametralladoras San Cristóbal, así como la de pólvora y en los que se perdieron 200 millones de dólares invertidos y que de haberse mantenido, esta economía fuera hoy ampliamente mucho más exitosa y sin deberle a nadie.

Simplemente, lo que ocurrió fue el huracán destrujillizador de destruir la cosa pública, llevar al país a la ignominia y arrastrarlo a la desesperanza y con la demoniaca situación, de que cuando se reinstauró la democracia funcional propiamente dicha con el gobierno constitucional de Joaquín Balaguer (1966-1970) y siguientes hasta el 1978, la nación pudo recuperarse económica y financieramente, al tiempo que lo peor de lo peor en materia de bandidaje político, asentó reales y llevándola al extremo de dar un salto hacia el vacío con los gobiernos dizque socialistas del PRD, que abarcó el periodo 1978-1986 en los que fue notorio como la corrupción llegaba a amplios niveles y estableciéndose la contracultura del robo desde el poder vía funcionarios y empleados públicos y suplidores del Estado y lo otro tan terrible, de aquella parte de la inmigración dominicana en EEUU y que en gran mayoría hizo fortuna en base al narcotráfico, el lavado de activos y las estafas continuas contra los servicios sociales y médicos estadounidenses y cuyas cabezas principales entraron a la economía con el disfraz de más de 80 “financieras”.

Hubo un lapso de diez años, aquellos en los que Balaguer volvió al poder (1986-1996) en el que se trató de volver al control de la cosa pública y aunque se avanzó de nuevo por el camino del crecimiento y desarrollo, fue como si se rompiera lo poco que de freno moral podía existir y al extremo, de que concomitantemente con el crecimiento económico sostenido que lleva esta economía con un PIB de cerca 120 mil millones de dólares y ya como país de economía emergente, los gobiernos que se dieron luego, del PRD y el PLD hicieron lo imposible por continuar con la expansión del crecimiento, pero al costo, de que no hubo atadura ni control moral de ninguna índole para que la nación pudiera desprenderse de las manchas de corrupción que todavía la acogotan.

Es el caso, por ejemplo, de que por una conspiración de burócratas en el ministerio de Hacienda y tanto en el gobierno anterior como en el actual, un grupo de altos burócratas creo un espectro de corrupción a gran escala en base a la búsqueda de todo aquel individuo o empresa a los que el Estado les debiera, llegándose al extremo de hacerse pagar, los compinches de la trama, la suma de más de 17 mil millones de pesos y de los que ahora, parecería que el gobierno no cuenta con los mecanismos legales ciertos para recuperarlos, mientras un concierto de funcionarios, políticos y abogados conforman un muro protector para que no se les toque, en tanto a nivel de la población y por la corrupción que a parte de ella la corroe, pocos se han interesado en que semejante latrocinio sea castigado y para colmos, ahora hay un diferendo si se va los administrativo o se llega a lo penal para que el Estado recupere los dineros saqueados.

Así se tiene, que de esa manera es que la corrupción a llegado a niveles jamás establecidos y que es la razón del por qué el presidente Luis Abinader y haciendo extraordinarios esfuerzos, no se ha cansado de meter en la cárcel a tantos que han intentado robar en su administración y la razón también, de que haya dictado instrucciones respecto a que, en este último caso de corrupción, se llegue hasta las últimas consecuencias.

¿y Qué es lo más grave de todo esto?, que en el país hay un vuelco hacia la amoralidad en crecimiento continuo y que por lo constante, torpedea las iniciativas de corrección moral del presidente, así como de las nuevas autoridades en Hacienda y en otros ministerios de Estado y quienes junto al ministerio público, están haciendo de tripa corazón para que tantos delincuentes de cuello blanco y en los ámbitos públicos y privados, civiles y militares sean castigados y lo robado sea devuelto al patrimonio nacional.

Paralelamente, la situación de amoralidad continua se agrava a más, cuando se descubre, que muchas de las franquicias mediáticas de ahora y el tropel de periodistas y analistas y comentaristas “independientes” que son protegidos por la publicidad estatal desde los gobiernos del PLD y en gran mayoría, más de cien, son millonarios con capitales entre 250 y 1,000 millones de pesos y quienes han conformado un anillo delincuencial, que solo descubrirlo, sonroja por su gran desfachatez .

De ahí que preguntemos, ¿cómo se puede tener un Estado funcional y si este se encuentra atrapado entre la corrupción a gran escala y esta, apoyada por la mayoría de las franquicias mediáticas que se cobijan como prensa mercancía y "bendecida" por la Justicia? (DAG)