Cuando cayó el Muro de Berlín

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Alejandrina Germán

Porción del Muro de Berlín al oeste, en la capital de la República Federal Alemana, donada en el 2004 a la ciudad de Nueva York, que la exhibe en Kowsky Plaza, de Battery Park City.
El acontecimiento histórico fue resultado de la literal repartición de Alemania

Nadie previó el derrotero de las inesperadas incidencias de aquella noche, pero a la luz de los últimos acontecimientos, eran bastante sombríos los presagios de las autoridades de la República Democrática de Alemania (RDA) o Alemania Oriental.

Lo precipitaría un error de uno de ellos, fatal para sus propias expectativas.

En conferencia de prensa en vivo y directo desde el mismo Muro de Berlín, la noche del 9 de noviembre de 1989, Günter Schabowski, portavoz del omnipotente Poliburó del Partido del Socialismo Democrático (PSD) se equivocaba en la información recibida por la burocracia… y el error resultó bastante costoso.

Cuando anunciaba la supuesta derogación de las leyes que impedían la migración de la población alemana oriental, un periodista presente preguntó que cuándo y él respondió: “Ahora mismo, a partir de este momento”.

Así cambió la historia de la parte comunista de la entonces dividida Alemania. Cual tromba marina, una oleada incontrolable de habitantes de ambos lados se precipitaba agitada hacia la tenebrosa muralla.

Los militares fronterizos observaban impávidos la escena de gente derribando la vieja estructura con picos, mazos, martillos y cuantos instrumentos estuvieran a su alcance. Tuvieron, en fin, que dejar los acontecimientos al libre albedrío de las masas desaforadas.

Y así cambió la historia del mundo hacia otras perspectivas: sin Cortina de Hierro ni Guerra Fría. Era también el principio del fin de la estruendosa caída del sistema representado por la Unión Soviética.

Schabowski interpretó mal las informaciones recibidas de la dirección comunista, sobre la suavización de su duro tratamiento de las evasiones y fugas mediante la autorización a partir del día posterior de permisos para salidas ordenadas de los que quisieran abandonar su territorio.

Aunque sorprendentes, los acontecimientos del 9 de noviembre no eran del todo inesperados.

Una secuela de hechos angustiaban cada vez más intensamente a los gobernante de RFA y este último revés sería la concreción del desastre augurado por aquella espiral incontrolable de sucesos.

Se había producido semanas antes, en medio de una economía en bancarrota, la dimisión por razones de salud del líder máximo Erich Honecker, situación agravada por una impetuosa cadena de evasiones a través de Hungría y Checoslovaquia.

Como para recalentar aún más la caldera, se producía en Alexaderplatz el más temerario y frontal desafío a las autoridades con la mayor concentración opositora desde la creación de RDA, en reclamo de aperturas y cambios.

En vano intento por frenar el desenlace que se avecinaba, el Poliburó del partido oficial había convocado de urgencia la sesión en que acordaría una nueva política más tolerante frente a las fugas y disidencias, pero vino la equivocación de Schabowski para que todo aquello se fuera a pique.

Los orígenes del muro

El Muro de Berlín fue el resultado de la literal repartición de Alemania, al término de la Segunda Guerra Mundial, por los aliados de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética, tras vencer el nacismo y su líder Adolfo Hitler.

El acuerdo preliminar se ha había producido antes de que cesaran las conflagraciones, en la Conferencia de Yalta, entre los líderes Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill y Iósif Stalin.

Después lo había ratificado Potsdam, con la presencia esta vez del nuevo presidente estadounidense Harry S. Truman, sustituto de Roosevelt, que había fallecido en pleno ejercicio del poder.
En 1949 ya habían sido fundadas las dos repúblicas alemanas. La federal al oeste y al este la llamada RDA

La mañana del 13 de agosto de 1961, la población de Berlín Oriental había despertado con el sorpresivo del aislamiento por alambradas y el inicio de la construcción de la muralla de 44 kilómetros, que buscaba amainar la migración de tan indeseadas consecuencias.

Aquella pared inexpugnable reforzada por la férrea vigilancia de soldados, perros de ataque y miles de minas personales representaría durante 30 años la crudeza de la guerra fría y el sacrificio de miles de personas caídas en el intento. Todo aquello quedaría cerrado la noche memorable del 9 de noviembre de 1989.

Trozos de pared como recuerdo de la infamia

Como para apelar a la conciencia de la humanidad ante la infamia del encarcelamiento de ideas y pobladores en un gris territorio, cientos de trozos de aquella muralla se exhiben en todo el mundo, cual trofeos de la libertad.

Se pueden ver en naciones latinoamericanas como Uruguay, México, Costa Rica, Argentina y Guatemala

También especialmente en algunas ciudades estadounidenses, como Nueva York.

En el décimo quinto aniversario de su caída, donaba la ciudad de Berlín a la de Nueva York otras partes de la tenebrosa pared de 3,65 metros de alto, 2,5 de ancho y peso de 2.75 toneladas.

Parte del muro derribado aquel 9 de noviembre en la zona de la capital alemana situada entre las icónicas plazas de Potsdamer Platz y Leipziger Platz es la que ilustra esta publicación, situada en Kowsky Plaza de Battery Park City, en la ciudad de Nueva York.

Fuente: El Caribe