Denuncia presidente SIP sobre agresión o violencia económica contra los periódicos de sus socios, pero callando sobre la concentración de medios en pocas manos empresariales

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Sin duda que la misma vida es una notoria demostración de cuan honda es la hipocresía y la maldad, cuando los intereses de unos traten de imponérsele a muchos y peor cuando se trata de dueños de periódicos escritos tradicionales disputándose el pastel publicitario de cada país.

En este punto, el afán de lucro más desmedido se apodera del espíritu de los millonarios dueños de periódicos y quienes moral a un lado, se convierten en verdaderos filibusteros queriendo toda la publicidad privada para sí y al igual la gubernamental y en esa ambición, sin importarles llevar a la quiebra a quien sea que entiendan su competencia o desterrar del ejercicio periodístico a periodistas y reporteros dueños a su vez de sus medios propios.

Por esa lucha tan encarnizada, esos dueños a los que nos referimos, imponen la autocensura en todas y cada una de las informaciones que sus medios publican y con el solo afán de no perder ingresos por publicidad y lo que, en este tipo de caso, no son uno ni dos los periodistas y reporteros que han sido víctimas y sus medios, de semejante violencia impuesta por los editores y dueños de periódicos y que en el caso dominicano es la inconducta que más abunda.

Todo abría que resumirlo, con que los empresarios mediáticos que pertenecen a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y en particular los dominicanos, solo entienden como “libertad de prensa”, la libertad para ellos y no para la generalidad de los periodistas y reporteros y por lo que sorprende que el presidente de la referida sociedad, Jorge Canahuati Larach, denunciara hoy que  “los medios de comunicación sufren dos tipos de violencia, que además de amenazar la democracia de los países los llevan a desaparecer”.

Canahuati Larach y ya como vocero político, ataca los gobiernos nicaragüense y venezolano, los que ciertamente tienen una amplia impronta persiguiendo periodistas y medios y concretamente La Prensa y El Nacional, al tiempo que puntualizó que los gobiernos “que se han apropiado de la prensa” son el mayor enemigo y también, lo que llamó “los cambios de tecnología que están destruyendo los medios.”

Cuando el reputado maestro del periodismo y periodista de cinco décadas de ejercicio, Daniel Adriano Gómez era miembro de la SIP, expresó, que pudo darse cuenta de la gran hipocresía que existía en esa sociedad y al punto, de que su directiva y en líneas generales, nunca a aceptado que nadie la critique y mucho menos lo que hiciera Gómez, que por preguntarse como era que la SIP protegía al represor uruguayo de la dictadura de Bordaberry, Danilo Arbilla y quien no solo encarceló periodistas y les cerró sus medios sino que miró para el otro lado, cuando parecería que aquella dictadura los asesinaba, por expresar ese criterio, a Gómez  su membresía le fue suspendida y con el apoyo caluroso de los principales dueños y directores de periódicos dominicanos.

Ahora mismo, la realidad dominicana marca, que en el país solo hay libertad de prensa para los dueños de los periódicos, pero no para el ejercicio profesional de los periodistas e incluyendo reporteros, comentaristas, analistas y productores de radio y televisión y tan estrecho es el ejercicio, que solo si los periodistas se inclinan sumisos frente a sus empleadores, entonces pudiera darse que estos los premien desde sus fundaciones y en consecuencia, les acepten y mucho más, si uno que otro se convierte en traficante de influencias desde sus fuentes noticiosas gubernamentales y les consigue contratos millonarios de obras o de servicios.

De ahí que sea risible la denuncia de Canahuati Larach y mucho más, cuando por no saber competir, los medios que defiende el presidente de la SIP, se han dejado ganar espacio e ingresos por parte de las grandes plataformas tecnológicas globales, las que en cierto modo, su nacimiento a significado una bendición para la libertad de información y de opinión para periodistas y ciudadanos y dicho sea de paso, la mejor garantía a través de las redes sociales y para actuar como dura contraparte que garantice la genuina libertad de prensa.

En consecuencia, es risible la denuncia del presidente de la SIP sobre agresión o violencia económica contra los periódicos de sus socios, pero callando sobre la concentración de medios en pocas manos empresariales, que es el mayor atentado de la empresa periodística contra la libre opinión, también contra la libre información y ni se diga contra la libertad de prensa como tal y al mismo tiempo, la más dura afectación de la libertad política y de disidencia en los países en los que se ejerce y aunque sea a medias, la democracia representativa y participativa. (OJO)