Dos errores tácticos impropios de un Estado moderno y funcional y un prejuicio racista y como si el Estado Dominicano fuera un partido racista y anti haitiano, que no cuida de los intereses permanentes de nuestra nación

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A diferencia de todo un grupo de dominicanos que han tomado por asalto las redes sociales e instalando en ellas sus lupanares mediáticos, volcando allí todos sus odios y frustraciones y lo más descriptivo, ese racismo de negros mezclados contra negros puros, creemos que, en lo referente a la República de Haití, quienes vivimos en la parte oriental de la isla compartida y como República Dominicana, nunca debemos caer en el error de entender a Haití como nuestro peor enemigo y porque en algún momento las circunstancias lo hicieran creer.

Cuando y, al contrario, ha sido la nación extranjera que más contribuyó a la consolidación de nuestra independencia y no obstante las 14 guerras que sus ancestros de cuando la primera República, entablaron con tal de impedir que la Francia napoleónica la invadiera y tratara de imponer de nuevo la esclavitud en la parte oeste de la isla.

Lamentablemente, un amplio grupo de dominicanos, la mayoría analfabetos funcionales, equivocados en la interpretación prejuiciada de hechos históricos comunes a las dos naciones y desde que se instalaron en las redes sociales, han mantenido un discurso absurdo de retaliación y venganza contra un país transfronterizo, cuyo único pecado fue defenderse más allá de la muerte y con tal de no desaparecer como la primera nación americana y negra que se independizó y aboliendo la esclavitud, que fuera el legado francés más infame de sus años de ocupación y colonización allí.

Los dominicanos que han asaltado las redes sociales y en gran mayoría y olvidando que también llevamos el negro detrás de la oreja, manifiestan un odio irracional contra Haití y para decirlo claramente, por ese complejo que esos prejuiciados tienen, de que Haití -una nación de negros libertos- obtuvo su independencia, mucho antes que los habitantes de la parte este en la provincia española perteneciente a la corona, tuvieran el coraje de haberlo hecho con firmeza y rapidez y lo que no pudo hacerse en aquel conglomerado humano de no más un millón de personas, porque esa terrible costumbre ibérica, de las castas, impidió en la mayoría de aquellas personas, haber tenido una mentalidad abierta e independiente y lo suficiente como para haber aprovechado las batallas pro independencia haitianas para hacer lo mismo frente a la metrópoli española.

Tan fuerte fue ese sentimiento de huida de su realidad, que aquellos provincianos no pudieron superar, que uno de los suyos, hatero, hubiese sido el capitán general reconocido por la corona como Marqués de las Carreras, que con mayor firmeza, criterio y determinación abogó por la consolidación de nuestra independencia que en su origen el 01 de diciembre de 1821 se hizo bajo el nombre de “Estado Independiente de Haití Español”.

Lo más grave ha sido, que debido a burócratas al servicio de la corona en el gobierno provincial y con capacidad de escribir y de narrar y bautizados luego como “historiadores”, lograron tergiversar los hechos de nuestra historia y al extremo, de que a 202 años de nuestra independencia y la que todo país nuevo solo lo hace una vez en su vida, se continúa diciendo la falsedad de que la misma fue “efímera”.

Por semejante divorcio de nuestra realidad concreta y si vale la expresión, esos seudo “historiadores” que tanto daño le han hecho a más de cincuenta generaciones de dominicanos, han inculcado, que supuestamente la independencia fue el 27 de febrero de 1844 y al separarnos de Haití,  donde por efectos de la geopolítica estuvimos adscritos, desde el 1822 y hasta que la reafirmación independentista fuera llevada a efecto por un grupo de jóvenes de 13 a 22 años, a la cabeza de los cuales y como su ideólogo, Juan Pablo Duarte y Diez, hijo de inmigrante español y comerciante.

Separados de Haití, de inmediato se restableció la independencia y con el nuevo nombre de República Dominicana, hecho, que nunca los burócratas que controlaban el gobierno local aceptaron, pero que sí toleraron por el puro cálculo de que al ser ellos quienes tenían el control de la administración pública de entonces, asumieron que podían desplazar a los jóvenes afiliados en la sociedad patriótica La Trinitaria.

Al efecto, solo hay que ver las tantas veces que el Padre de la Patria, Duarte y Diez fue desterrado y la última vez a Venezuela y en donde con el dinero de su padre comerciante, creó una fábrica de velas, que como microempresa fue fundamental para que por lo menos la mitad de los caraqueños se hicieran de luz en sus viviendas y negocios.

Tampoco sus enemigos criollos nunca aceptaron y haciendo creer que el hombre pasaba hambre y frio y era mantenido por una ayuda social, que todavía hoy algunos venezolanos, creen a pie juntillas y como si ese país sudaca le hubiese mantenido.

Es decir, por razones de la geopolítica de los años mil ochocientos, nuestra independencia no fue reconocida y debieron pasar 22 años para obtenerla y desde ahí, los viejos “historiadores” y pertenecientes a los gobiernos de aquel tiempo, hicieron todo lo que fueron capaces y manipulando la verdad de lo que ocurrió, provocando, que de sus escritos emergió Haití y como el gran enemigo.

Desde entonces los dominicanos hemos vivido con nuestros propios miedos y viendo fantasmas donde no hay y lo que se acrecentó, cuando por miedo a Francia, el gobernante de entonces, Pedro Santana, decidió y como expresión del apoyo de la alta burocracia, anexar la República al reino español en el 1861 (año en que nació Trujillo) y lo que duró hasta el 1865, en el que dominicanos de la época declararon la guerra de la Restauración y descalzos y con pocas armas pero con enorme coraje, enfrentaron al ejército de ocupación español y aquí la otra gran mentira, que supuestamente se había logrado porque gente solo del Cibao había podido hacerlo y lo que no es cierto, toda vez que si lee el libro, “Dominicana. La anexión frustrada” del historiador y general español, Luis Alejandre Sintes y que fuera publicada por el Ministerio de Defensa español en el 2022, se comprobará lo contrario y reconocido por los mismos militares e historiadores españoles.

En el citado libro, se revela, que la mayor derrota que el ejército español tuvo en República Dominicana fue a manos de guerrilleros dominicanos en la zona que hoy es turística de Punta Cana, donde en batalla, los dominicanos de a pie ocasionaron y enfrentaron a 18 mil soldados españoles y muertos en combate. Pero de esta gesta nada se dice, ni se enseña en la historia dominicana y solo se habla del “triunfo de la Restauración” pero a manos de supuestos generales y campesinos del Cibao Central. Sin embargo, España lo testimonia.

Es de esta manera, que los dominicanos hemos vivido con miedos sin sentido e historia falsa y fraudulenta y que ha sido el condicionamiento mental con el que se nos ha hecho creer, que Haití es nuestro gran enemigo y que no es así y tanta ha sido la mentira, que se puede decir, que de los 10.5 millones de dominicanos actuales, si menos de 100 mil conocen a Haití y a su pueblo y desde la parte occidental de Puerto Príncipe hacia toda su geografía, serían muchos. Pues la mayoría solo conoce la aglomeración poblacional de los barrios de la capital haitiana en donde los ciudadanos de a pie, la mayoría, tan “wawawa” como cualquier dominicano en los barrios de nuestras ciudades.

Con el recuento anterior, caemos en la dura crítica que le hacemos al gobierno del presidente Luis Abinader, que con todo y ser plutocrático y con un amplio segmento de iguales de la alta burguesía haitiana, da la torpe impresión de entender a Haití con una visión maniquea y falsa, que no ayuda a que las mejores relaciones se mantengan entre los dos países y naciones limítrofes.

Por eso, entendemos, que contra toda prudencia y no obstante que de gobierno a gobierno se supone que existen las mejores relaciones diplomáticas, el Gobierno Dominicano cometió el grave error, de negarle la entrada al primer ministro de facto, Ariel Henry, quien habiendo ido a dos reuniones internacionales en Guyana y Kenia, se dirigía por la vía aérea hacia su país y al darse un percance de tiroteos en el aeropuerto internacional de la capital haitiana, solicitó aterrizar en territorio dominicano y lo que increíblemente le fuera negado y no obstante que es el gobernante de un país con el que se entiende tenemos relaciones amistosas y comerciales y debiendo entonces aterrizar en Puerto Rico.

El segundo error táctico, fue cometido por el gobierno y al permitir, que por una orden militar burocrática, el principal jefe militar en la frontera, dispusiera y como si se viviera en una dictadura militar, que a los haitianos que viven en el borde fronterizo y quienes por más de cien años y junto a su vecinos dominicanos se trasladan libremente y hacen negocios en el perímetro fronterizo y por lo que se les llama rayanos, se les prohibió la libre circulación, ocasionando el desbarajuste de cientos de empleos y actividades comerciales  que fueron afectados por medida tan draconiana como estúpida.

Ambos errores tácticos y si no se corrigen y se ofrecen las excusas de lugar, alejará y enemistará más que todo cuanto de ataques, malas interpretaciones y prejuicios se hubiesen podido emitir en los últimos tres años y desde las infames redes sociales criollas.

Solo lo advertimos y ante lo cual recordamos, que   han sido dos errores tácticos impropios de un Estado moderno y funcional y con un prejuicio racista y como si el Estado Dominicano fuera un partido racista y anti haitiano y mucho menos, cuando sólo debe velar por la buena marcha de los intereses permanentes de nuestra nación. Con Dios. (DAG) 07.03.2024