El caso criminal militar Coral 5G y paradójicamente, le ofrece al presidente Luis Abinader, la oportunidad de resurgir como el nuevo líder nacional que la nación requiere

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Cómo muchos, creíamos que los aprestos judiciales en el orden del ministerio público central, que es una jurisdicción dentro del Poder Judicial que solo le compete al Poder Ejecutivo, la nueva “lucha contra la corrupción”, sería una nueva etapa en el ya conocido mecanismo persecutorio de paño con pasta que el nuevo presidente implementaría con el propósito de acorralar a sus adversarios políticos externos.

Pero en la medida que pasa el tiempo, también nos hemos dado cuenta y a un año de los primeros pasos, por lo que desde sus inicios el viejo liderato político nacional ha quedado en entredicho y prácticamente acorralado por unas circunstancias políticas inusuales en nuestro medio, toda vez que por lo que hasta ahora se percibe desde la Procuraduría General de la República, ciertamente que hay una actitud totalmente independiente frente a todos los ciudadanos y el aparato político y ni hablar del empresarial, de que esta vez es serio que se va contra la corrupción.

El fenómeno que se presenta, hasta ahora totalmente nuevo en la vida nacional y el que de golpe a levantado en el ánimo ciudadano profundas apetencias de que en esta oportunidad el nuevo presidente y gobierno dejen a un lado el canibalismo político ya conocido de todos y cambien por una nueva forma y definida como creíble de accionar reconvencional contra todo cuanto signifiquen o hayan significado las amplias evidencias de corrupción generalizada que abate a las instituciones gubernamentales y para poner fecha, desde el 1966 hasta este año, da profundas esperanzas de que los dominicanos estemos en los umbrales de un nuevo como enriquecedor quehacer político gubernamental, dirigido a limpiar de una vez y por todas el aparato político de esta nación.

En tan singular afán, a nadie escapa y menos a  las nuevas generaciones políticas nacidas 18 años atrás en el 2003 y por el grosero impacto de un presidente y gobierno, Hipólito Mejía, que decidido a  ser ejecutor de una política retaliadora personal absurda como increíble y en cuanto a consentir en destruir el aparato económico y financiero de la nación con el pretexto de mostrar la peor cara del revanchismo político, social y de profundo resentimiento personal de aquel presidente y su gobierno, al tiempo que satisfacía los apetitos más incalificables como deleznables, de una clase empresarial y alta burguesía, que con lo del “mercado atrapado”, realmente habían hecho del gobierno de la República un predio particular de enriquecimiento ilícito y desajuste moral absolutos.

Ese hecho, de un presidente de la República llevando a la quiebra al principal banco de desarrollo de esta nación, heredado del gobierno de Leonel Fernández como pago a los apoyos económicos percibidos por ese presidente y de parte del hijo del empresario naviero y pequeño banquero que le ofreció los primeros aportes significativos para correr por la presidencia de la República y lo que no debe olvidarse, terminó en el gobierno de Mejía, con un descalabro generalizado, hijo de la envidia de los otros banqueros y al ver que el presidente Fernández no solo le entregaba las instalaciones del quebrado Banco de Comercio, sino que le otorgaba facilidades tan amplias al pequeño banco y tanto con capital de trabajo como también, ordenando  la mudanza de la mayoría de las cuentas bancarias de todos los organismos públicos, por lo que al llegar al poder, era obvio que el Banco Intercontinental (Baninter) era el banco preferido de Fernández y su gobierno.

Mejía y al llegar a presidente, ya tenía entre ceja y ceja su ánimo de destrozar “a ese pichoncito de dictador” y que era como calificaba y dijo a quien escribe y en audiencia privada en su despacho de Palacio, al novel banquero Ramón Báez Figueroa. Con tal actitud, era asunto de meses, que tanto encono se materializara y con Mejía como punta de lanza de los banqueros del segundo banco privado del país a ese momento.

Logrado el hecho, el cierre y quiebra del susodicho banco y la ola de descrédito que cayó sobre el banquero en desgracia, a quien de pronto todo el mundo dentro de la alta burguesía le salía huyendo, significó para toda esa clase media que estaba surgiendo gracias al empuje decidido de su institución bancaria, la caída terrible en una quiebra generalizada, que al final significó una pérdida económica para la finanzas y economía dominicanas de no menos 4 mil millones de dólares, al tiempo que Mejía permitía, que a aquella institución bancaria le cayeran encima y como buitres, la terrible combinación de banqueros envidiosos y políticos y empresarios totalmente dispuestos a renacer de los despojos del caído.

Y es ahí, en este hecho que marcó a la República, social, financiera y políticamente, donde nosotros entendemos que se dio la terrible revolución de ánimo generacional y en procura para que dé una vez y por todas, acabar con la detestable clase política de origen tradicional, que, con Mejía de exponente, significaba la caída de la nueva clase media que surgía y la que buscando a quien cargarle las culpas de su súbito derrumbe social y económico, marcó los tiempos y hasta llegar a nuestros días, de esa ansia tan terrible de toda una nueva generación política y social, que quería quitarse la camisa de fuerza de aquel liderato político moralmente trunco y representado en los lideres políticos de aquel entonces.

Es de esa manera, como en el lapso de 17 años, 2003-2020, surgió la explosión de la Plaza de la Bandera y la que en un dos por tres, significó la caída del viejo liderato político y social que las nuevas generaciones imponían aunque con el lastre de dejar en pie viejas figuras de aquel pasado de ignominia y al utilizar la herramienta política llamada Partido Revolucionario Moderno (PRM) con la figura de un joven político que de improviso surgía y hasta era fabricado como una especie de nueva esperanza nacional.

Para aquel momento, hablamos de agosto-diciembre de 2020, nadie supuso que el nuevo presidente Luis Abinader, tendría el arrojo de imponer un nuevo tipo de accionar político y sí que se entendía, que se estaba ante un nuevo calco del pasado.

Al conocerse los nuevos pasos del presidente Luis Abinader y en cuanto a concretar, lo que entendía sería una “justicia independiente” y por lo que se ha visto, dando la oportunidad para que las viejas heridas morales generadas por la vieja clase política y junto a la empresarial, pudieran ser corregidas, se despertó cierta esperanza de cambio real y aumentada, cuando de pronto y en menos de lo que canta un gallo, el nuevo poder y gobierno, imponía un nuevo tipo generacional desde el ministerio público central e impulsado por una magistrada que había sido rudamente castigada por el Poder Judicial anquilosado al que pertenecía y el que no le daba la oportunidad de resurgir.

Entonces y de aquellos lodos vino este nuevo tiempo judicial desde la procuraduría general de la República y que desarrollado a una velocidad, criterio y arrojo que no se le suponía, impulsa a toda una nueva generación de abogados y fiscales de criterio amplio, decididos y de una vez y por todas, por aprovechar la nueva política presidencial de independencia propia y dando ahora el resultado, del estallido de más de seis casos criminales de corrupción política, empresarial y social y castrense y tanto en las Fuerzas Armadas como dentro de la Policía Nacional y como nunca antes había sucedido.

Por lo que ya se conoce y solo con dos casos Coral y Coral 5G, la clase política como un todo e igual la empresarial y sin duda las mismas instituciones tutelares de la nación, pero también ese sector mediático tradicional que nunca a dejado de apoyarles, de golpe, quedaban ante la picota pública y de golpe y todavía asombrados, aún no atínan a entender que es lo que está sucediendo.

Repuestos de la sorpresa, en POR EL OJO DE LA CERRADURA sí que nos hemos dado cuenta del nuevo discurrir político-judicial y el que va parejo con las apetencias de las nuevas generaciones y desde la clase media, de salir a como de lugar de la corrupción que ahoga a este país y que fuera impulsada en los gobiernos del 1996 al 2020 y de la que no se creía que la PGR pudiera propiciar su desarticulación y desintegración.

De lo primero, mucho se ha logrado, pero para lo segundo, todavía solo hay expectativas y esto, porque aún muchos no entienden, que el presidente Abinader pudiera ser capaz de llegar al fondo de todas estas indagatorias y pesquisas y de que, en verdad, él se abstendría de tratar de frenar a un ministerio público, que es más que evidente que se muestra innovador y si se quiere decir, hasta revolucionario en el concepto cabal del término.

Concomitantemente, todavía y comenzando por los tres expresidentes de la República, de hecho, sometidos al terrible juicio moral que las revelaciones de los casos judiciales que comentamos les está generando y ni hablar de amplios sectores nacionales, nadie a caído en cuenta, del significado, de lo que otro medio de comunicación matutino calificó hace poco, de la “doctrina Abinader” y que en la práctica está apenas desarrollándose y con una profundidad de acción, que, si Abinader la lleva hasta el final, marcará un nuevo tiempo para la forma de hacer política en este país y la manera de como un gobierno debe de comportarse en materia de decencia, integridad y honestidad en el manejo de los recursos públicos.

De ahí que entendamos, que sí el presidente Abinader llega hasta el final y todos estos casos terminan en condenas ciertas, cárcel definida y expropiaciones correctas. Políticamente, él podría surgir como la cabeza de una nueva clase y liderato político y social de profundo impacto dentro de la burguesía, las clases media y el sector popular y por el efecto transformador de salir de una clase política de ineptos y sinvergüenzas de profunda ruindad moral, a otra nueva generacionalmente, que pudiera marcar un nuevo amanecer en la vida de todos y de nuestra nación.

Las esperanzas están y ojalá que las fuerzas oscuras que han atrofiado la vida nacional no terminen y por la batalla judicial iniciada, rompiéndole el brazo a este presidente y quien de pronto, se encuentra en el ojo de un torbellino, que él y posiblemente y sin saberlo, ha creado.

Teniendo todo lo anterior en cuenta, es que expresamos, que el caso criminal militar Coral 5G y paradójicamente, le ofrece al presidente Luis Abinader, la oportunidad de resurgir como el nuevo líder nacional que la nación requiere y al enfrentar con decisión y ser determinante, en la nueva conformación de liderazgo político que las circunstancias le presentan. Sin duda, suerte le deseamos. (DAG)