Son 63 años en los que los grupos empresariales, financieros y comerciales, todos hermanados entre sí, han tenido un dominio absoluto de la vida dominicana y al nivel de cometer crímenes de cualquier tipo y nunca ser tocados por leyes ni códigos. ¿Y esto por qué? Porque hay códigos que le ordenan a los jueces que estos deben primero indagar sobre la posición social y económica del imputado, antes de emitir sentencia condenatoria.
Es decir, si la persona es de clase media a alta o rico, nunca será procesado y los jueces les buscarán todos los pretextos y subterfugios para liberarlos. Pero si se trata de alguien clase media baja a pobre, la rueda de la justicia entonces deberá caerle sin piedad ni consideración alguna.
De esta manera, este país clasista, no racista. Ha admitido durante todos estos años que los ricos y los de clase media alta son los privilegiados de la vida nacional, mientras el resto de la población es alimento para la rueda de la injusticia social que rueda hasta destruir.
Hasta ahora, semejante nivel de injusticia social había transcurrido sin alteración de ninguna especie y por ejemplo, siempre se ha sabido de hijos de ricos con lanchas o yates de recreo, quienes en alta mar cometen todos los excesos habidos y por haber y desde consumo de drogas y asesinatos inclusive y nadie los acusa de nada. Primero, porque sus sirvientes de uniforme y con rangos, se encargarán de borrar las evidencias y los familiares de los afectados, ninguno hablará y porque bastará un cañonazo de papeletas o porque la bala oportuna de un sicario los quitaría del medio.
Con semejante registro y sabiendo que en la mayoría de los casos, guardias y policías son los sicarios al servicio de los ricos…. hasta que estalló el crimen colectivo de la explosión y posterior caída del techo al completo de la discoteca Jet Set, ha sido que la población y estremecida en su dolor, la que ha empezado a despertar y a darse cuenta de que este abusivo estado de cosas no puede continuar más.
Agréguese lo otro, de poderes extranjeros interesados en la tragedia y sea porque relacionados de amistad o sangre o por asuntos de asociados poniendo negocios en peligro, han caído en cuenta de que esta jungla que es la República Dominicana tiene un desenvolvimiento tan criminal, que su clase gobernante es la absoluta responsable de los escándalos de sangre, que como el ocurrido, hasta ahora han sucedido sin que nadie ponga freno, acuse culpables o que estos sean condenados por algún juez.
Por eso y enterados por nuestras fuentes en el exterior, que ya en el país hay y hablemos genéricamente, “de un montón de investigadores y equipos” que tienen a cargo una investigación exhaustiva, por la que absolutamente nadie culpable salga impune, y sabemos, que y de hecho, se está gestando una fuerte crisis política-social-económica, que si el gobierno no deja que las investigaciones se realicen, la economía nacional podría experimentar un retroceso tan grave, que la industria turística y para citar un caso, se podría venir al suelo.
Es decir, y para decirlo llanamente, no nos gustaría estar en los zapatos del presidente Luis Abinader, empresario el mismo y cabeza del primer gobierno plutocrático que ha tenido esta nación y peor, con un “añadido” de socios de la alta burguesía haitiana a la que Abinader le ha entregado todo el sistema de identificación y registro civil e igual los negocios que tienen que ver con la distribución de los combustibles.
Y hay que hablar de que no se puede envidiar al presidente, porque las presiones del exterior que está recibiendo, son y en cierto sentido, peores que las muchas que está recibiendo el mismo país y de sus estratos más altos de su burguesía.
Concomitantemente y como el gobierno se ha comportado con torpeza al no haber ordenado el apresamiento del propietario de la discoteca siniestrada -que es la práctica común en estos casos- dentro de todos los niveles de la población y de su atrapada opinión pública, el más alto nivel de indignación y malestar ha estado creciendo y mucho más, desde que se ha comprobado, que más de la mitad de los medios de comunicación y en particular los electrónicos, están desarrollando una abusiva como desconsiderada campaña de relaciones públicas de ablandamiento y para que la gente entienda, que el propietario de Jet Set, el empresario Antonio Espaillat, supuestamente no tiene ningún tipo de responsabilidad en lo acontecido y que ha originado una ola de indignación y de ira como pocas veces habíamos visto.
Naturalmente y por lo que estamos viendo, consideramos, que poco falta para que haya un gran estallido social de consecuencias imprevisibles y si Abinader y su gobierno no toman medidas correctivas que pudieran calmar a la indignada opinión pública. Pues eso de 231 muertos, y 186 heridos y no menos de 083 desaparecidos, arrojan el total de las 500 personas que se supone estaban en la disco y de lo que las autoridades, sobre los últimos nada dicen y conociéndose, que el gobierno permitió que los materiales sacados de la conflagración, en los que se entiende que pudiera haber cuerpos de personas muertas, realmente, ha aumentado la sorda indignación que se siente por doquier.
Todavía más, hay momentos que por más corrupta y corrompida que sea una sociedad y la dominicana lo es, todo estalla y la rebelión social se hace una dura realidad y al tenerlo presente, advertimos a Abinader que acelere el paso y mire que hacer y porque ahora mismo, no se sabe si la presión que le llega de fuera y de gente e intereses poderosísimos, pudiera ser más fuerte que la interna y para mayor gravedad, viendo la ciudadanía que la mayoría de los medios de comunicación se han ido a favor del dueño de la discoteca y al extremo, de atreverse a rechazar de plano, que Espaillat pudiera tener algún tipo de responsabilidad penal y civil y como en efecto las tiene u ocultando lo que ya está pasando de rumor a verdad, que los banqueros que murieron fue por una conspiración de rivalidad de negocios y entre ricos.
Nos limitamos pues, a plantear sobre lo que observamos y puntualizar, que el crimen en Jet Set es el principio de la caída para lo peor de la clase gobernante y las mafias periodísticas. La indignación generalizada, está haciendo nacer lo más cercano a un grave cambio político radical. Con Dios. (DAG) 15.04.2025