Sobre el acuerdo final de la Cumbre de las Américas y la postura del Gobierno dominicano de no firmarlo inmediatamente, hay que decir algo en primer lugar: hasta ayer no se conoció el texto final en lo relativo al tema migratorio, aunque sí proliferan los análisis y comentarios.
La cumbre dejó un primer sinsabor: las declaraciones del gobierno haitiano, difundidas internacionalmente por la agencia Efe y cuya nota era desde el principio insólita: como bien se apresuró a desmentir el presidente Abinader, no habría habido tal compromiso de dar papeles a todos los inmigrantes indocumentados que residen en República Dominicana. Eso habría sido más que improbable, incomprensible.
Si uno de los temas principales de la Cumbre de las Américas ha sido el de las migraciones, la cautela de República Dominicana está más que justificada. Según Le Nouvelliste, Estados Unidos ha expulsado desde septiembre más de 25,000 haitianos. Esta cifra representa, dice el periódico haitiano, el 6 % de los indocumentados que pasan la frontera mexicana pero el 60 % de los expulsados. En la Cumbre, Canadá propuso acoger 4,000 refugiados hasta 2028, dando prioridad a los provenientes de Haití con formación, un detalle crucial.
Pero la presión de la crisis humanitaria haitiana es más fuerte sobre RD que sobre cualquier otro país del continente. Cualquier tratado sobre el tema requiere de la mayor prudencia. (Y no es obligatorio firmarlo).
La presión migratoria, que Estados Unidos quiere controlar en su frontera y que llama “de segunda ronda”, cederá cuando se cree empleo suficiente y de calidad en los países emisores. De ahí la importancia de alianzas como la firmada por República Dominicana, Costa Rica y Panamá. La colaboración con el sector privado es el camino. Por: Inés Aizpún [Diario Libre]
