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El mayor reto para el PRM reeleccionista: “El efecto PRD”, la tasa de rechazo y la abstención. Estamos 8-11

Desde que los antiguos seguidores del partido Revolucionario Dominicano (PRD) llegan al poder, lo primero que hacen es marcar terreno generando las peores reacciones emotivas, de una ciudadanía que, al corto tiempo de estar en el poder, ahogan, hastían, cansan y desagradan a los ciudadanos y con una insistencia tan corrosiva, que de pronto, el país electoral les rechaza de plano.

Por eso y debido a esa “herencia genética”, los dos periodos de gobiernos 1978 al 1986, obligaron a los dominicanos a experimentar un rechazo tan significativo, que hasta el año 2000 no se les permitió retornar al poder y lo que para ese último año se logró por el candidato atípico, Hipólito Mejía, quien con sus ocurrencias y desfachatez y sobre todo, su mal manejo económico, hizo que hasta el 2020 los antiguos seguidores del otrora partido blanco volvieran al poder y disfrazados como partido Revolucionario Moderno y su mejor cara: el joven economista Luis Abinader.

Es decir, la primera vez hubo un “exilio” de 14 años y luego, el segundo “exilio” abarcó un lapso de 16 años. Se debe suponer, que, con un registro tan elocuente de rechazo electoral absoluto, las lecciones de ambos exilios debieron de haber sido todo lo significativas, como para que ahora y como PRM, los viejos perredeístas entendieran que deberían aceptar que tuvieran que hacer las cosas mejor y si es que no quisieran volver a confrontar semejante rechazo y que de darse, definitivamente sería consustancial con la manera anárquica de hacer gobierno.

Hasta ahora, van para tres años en su actual periodo de cuatro años que se cumplirá el 16 de agosto 2024 y por lo que se ha visto y en una escala de cero a diez puntos, perfectamente que podría otorgárseles un ocho y más por Abinader que por el partido. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el “efecto PRD” parecería que amenaza a un PRM reeleccionista a cuyos principales capitostes, se sospecha que han empezado a comportarse con las mismas taras, complejos y maldades de ese pasado suyo tan anárquico, que, si no se corrigen, perfectamente que se podría hablar de que vuelven sobre sus pasos.

Y es que, si en el Palacio Nacional aún no se han dado cuenta, se está dando la impresión de llevarse a todo el mundo por delante, granjearse la mayor cantidad de descontentos y lo peor, actuar como si el asunto no les importara y menos, que pudieran salir del poder en base a otra humillante derrota.

Es verdad que la presencia joven, vigorosa y de talento de Abinader y su habilidad al haberse granjeado una nueva generación administrativa de gente joven no contaminada ocupando mayoritariamente los primeros puestos en el gabinete como en los niveles segundo y tercero de la administración pública, ha sido el mejor apuntalamiento para que la gente vea en Abinader, la solución diferente que impida que el “efecto PRD” se apodere del PRM y lo trastrueque todo.

Pero no lo es menos, que si el presidente se deja confundir y cree que con la burbuja propagandística que su brazo mediático-populista le ha creado, es que tendrá la solución para que los ciudadanos en capacidad electoral le puedan ver como una opción realista y pragmática, estaría cayendo en un muy grave error de perspectiva.

Sí, es muy cierto y en eso su brazo mediático ha sido eficaz y al darle a conocer a todos los niveles y por toda la geografía nacional y sin decirlo, haciendo ver que su trabajo de presidente es superior y en cierta forma, independiente al PRM y por ser el jefe de Estado y de Gobierno. Pero no es menos cierto, que, si el PRM no le sirve de apoyo y tampoco de apuntalamiento, las energías e iniciativas se habrían hecho sin resultado positivo alguno.

En este plano, Abinader debería darle frescor a su gobierno. Por ejemplo, resolver la incompetencia e incapacidad del ministerio de Interior para llevar a la policía a derecho y hacer que esta cumpla con su papel de restaurar el orden público y responsablemente acabar con el pandillerismo social y en especial el juvenil, que, junto con el incremento del consumo de drogas, el acopio ilícito de armas y el fomento del sicariato, vienen siendo los puntos graves, de una gestión de gobierno que hasta ahora y en este aspecto, no ha podido pasar la mejor nota.

También el presidente debe darle una vuelta de tuerca a esa relación tan estrecha con esa burguesía criolla en sociedad con su igual haitiana, que de hecho ha penetrado su gobierno de indudable característica plutocráticas.

De la corrupción como tal no hay que hablar, vista la realidad, de que a la ciudadanía no le importa en lo absoluto los niveles de corrupción que la partidocracia lleve y en cambio, solo sí pedirle a Abinader, que controle las hasta ahora “tímidas” muestras que sobre este particular se revelan y por aquello de que “la mujer del César no solo debe ser honesta sino también aparentarlo”.

Igualmente, es menester que se fije y no tanto en los resultados de las encuestas en las que se dice que está a unos altos niveles de aceptación y sin comparar estas con el techo natural que como presidente le corresponde de un 25 por ciento permanente de popularidad o del difuso “favorabilidad” de como se dice ahora.

Pues si se hace el ejercicio matemático de restarle a ese 25 por ciento de aceptación que el cargo le otorga y se les resta a las variables de popularidad que las encuestas dicen. Por ejemplo, de 55 %-25 %, su resultado real sería de un 30 por ciento de posible popularidad real y que, para un gobernante con inclinación reeleccionista, no es un resultado optimo.

El mismo ejercicio y si se habla del opositor al que los periódicos le atribuyen un 41 por ciento de popularidad, pero que, si a este se le resta y nos referimos al expresidente Leonel Fernández, de quien las encuestas dicen que tiene un 37 por ciento a de rechazo continuo, entonces el resultado real sería de un 04 por ciento y con lo que a unas elecciones no se llega ni al comienzo.

Ahora bien y si se da el escenario de que Leonel se alía con el tercer candidato, Abel Martínez, de quien se dice que tiene un techo de aceptación de un 18 por ciento, pero arrastra un 08 de tasa de rechazo, con todo y que arrojaría un 10 por ciento a favor, si ambos se unen, parecería que a lo inmediato tendrían un 18 por ciento favorable y que es un panorama que cambiaría radicalmente, si el porcentaje de Abel se une al otro escenario con Abinader, entonces, arrojaría un triunfo seguro frente al expresidente.

Desde luego, todas son probabilidades y como tales, siempre sujetas a cambios y variables y las que esbozamos ampliamente en nuestro análisis del 29 de mayo pasado: “Guerra de encuestas por posicionamiento económico de sus empresas y para confundir a los votantes y a todo el mundo. Los factores pobreza y tasa de rechazo, serán determinantes en las elecciones” y que ahora ampliamos y estando a 8 meses de las elecciones municipales y a 11 meses de las nacionales, como la mejor colaboración y para que tanto Gobierno, Abinader, PRM, Leonel y partidocracia sepan a qué atenerse y en particular, que estén atentos y no descuiden el terrible “voto inflación” que a todos y de u otra manera les afecta para sus pretensiones electoralistas y para no hablar de la probabilidad del fantasma del voto vengador.

Tampoco es que el panorama político se encuentre muy enrarecido, pero sí que apunta, que al menor descuido pudiera ser fatal para conseguir votos, obligándonos a resumir este análisis y recordando, el mayor reto para el PRM reeleccionista: “El efecto PRD”, la tasa de rechazo y la abstención. Estamos 8-11. (DAG) 06.06.2023

 

 

 

 

 

 

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