1.El llamado milagro del Santo Cerro no fue la aparición de la Virgen de las Mercedes en una batalla de 1495 en la que los españoles derrotaron a los indios por su intercesión.
Para esa fecha no había curas de la orden mercedaria ni se había introducido su imagen o culto, aparte de que la batalla no se realizó en ese lugar. Nada hablaron del supuesto milagro Colón, Pané, Mártir de Anglería, Ovando, Las Casas, Oviedo ni Pedro Suárez Desa, el primer obispo de la Vega entre 1513-1522.
La asociación de Las Mercedes con el milagro del Santo Cerro es tardía y quienes primero la mencionaron en ese rol en libros de texto fueron los historiadores Del Monte y Tejada en 1853, José Gabriel García en 1894 y Bernardo Pichardo en 1922. El culto mercedario del Santo Cerro tomó fuerza después de 1853-1857 cuando el cura vegano Dioniso de Moya, para cumplir una promesa hecha durante un naufragio, reparó el santuario que había sido destruido por un terremoto en 1842.
Otro hito importante fue la construcción de la actual iglesia de las Mercedes realizada en 1888 en el Santo Cerro.
Aunque actualmente se denuncia como un engaño colonialista y reaccionario -el abuso de españoles contra indios, el golpe contra Bosch en 1963 hecho un día después de la fiesta de Las Mercedes-, la leyenda del milagro del Santo Cerro y el culto de la Virgen mercedaria forman parte de nuestra historia y de nuestra cultura popular desde la colonia y, como bien señala Roberto Marte, no debemos ridiculizar ahora dicho relato porque es una tradición que avala orígenes hispano-criollos de nuestra nación (2018:136-137), aunque sí debemos quitarle a la Virgen de las Mercedes esa mácula de haberse aparecido en una batalla contra los indios porque ni fue registrado el hecho ni la batalla se realizó en el Santo Cerro.
Su gran riqueza literaria, histórica y antropológica estriba en que mezcla poéticas leyendas y tradiciones fantásticas sobre un sustrato histórico muy antiguo, como reconoció Rodríguez Demorizi (1945, 1957,1972).
En efecto, combina anacrónicamente una cruz colombina de 1494, dos batallas entre españoles e indios de 1495 y 1497, una aparición de la Virgen de las Mercedes del siglo XIX, un capellán mercedario que nunca vino a la isla y una antiquísima devoción popular.
Primero se plantó la cruz, luego ocurrió la batalla, más tarde apareció el prodigio de una mujer vestida de blanco con un niño en los brazos, el cual en el siglo XIX se convirtió en el milagro de la Virgen de las Mercedes, se incluyó la arenga de un cura mercedario apócrifo y el santuario es visitado por el pueblo en la fiesta mercedaria del 24 de septiembre, celebrada en esta fecha a partir de 1734.
- El llamado milagro del Santo Cerro fue el de la cruz plantada en el lugar por orden de Cristóbal Colón, la cual era venerada por españoles e indios antes de 1527, según el padre Las Casas.
El primer documento que menciona a la cruz del Santo Cerro es el codicilo firmado por el virrey Diego Colón el 2 de septiembre de 1520 en que ordena que «a la cruz de palo que está en el Cerro de la Concepción (La Vega) que el Almirante mi señor allí mandó a poner… se le haga una cublerta o tabernáculo sobre cuatro pilares de piedra y texado…y cercada con su verja de palo y su cerradura y puerta™ (en Rodríguez Demorizi 1984:22).
Cinco años después, una relación dirigida al emperador Carlos V registra en 1525 la primera mención de la cruz del Santo Cerro «que puso el Almirante en un cerro y la aparición de *una mujer de Castilla, muy hermosa, encima de la cruz vista por los indios».
Dicho documento ponderó las ventajas de la villa para evitar la desaparición de la Vega y su unión con el de Santo Domingo (lo que se hizo en 1528) y propuso repoblarla con la licencia del monarca para introducir cuatrocientos negros, ayuda financiera e indulgencias del papa a los que visitaran «una cruz que puso el Almirante en un cerro» los días de la Cruz de Mayo, septiembre, viernes y cuaresma (en Flores 1982:16; Cocchia 1960:320). Describió la cruz y una ermita, pero no la batalla colombina ni la Virgen de las Mercedes.
Carlos V permitió que cada vecino llevara seis esclavos y aportó veinticinco mil maravedies al culto de la cruz del Santo Cerro durante cinco años hasta 1530, pero el papa no otorgó las indulgencias solicitadas debido a que según Rafael Celedón, párroco del santuario, no se asoció la cruz a Colón y la Iglesia no acepta milagros «en plural» (1885:18).
- El milagro del Santo Cerro se hizo popular en toda la isla después que el terremoto que destruyó a la ciudad de la Vega en 1562 no afectó el lugar donde estaba la cruz. Como servía para la protección contra sismos y tempestades, el palo de la cruz se cortó, pero siguió creciendo. De tanto cortarlo «sin devoción» se redujo a una pequeña vara de la que se hicieron dos cruces, de las cuales sólo una ha quedado en el Museo de la Catedral de Santo Domingo.
Del hoyo donde estaba la cruz se sacaba tierra o polvo usado en remedio para enfermos desahuciados.
El milagro fue conocido en España y América después que Antonio de Herrera publicó en 1601 la primera crónica oficial conocida, en la que citó «una fortaleza construida por Colón en La Vega al pie del Cerro Grande» donde los primeros cristianos pusieron en lo más alto una cruz hecha de un grandísimo madero.
Narró que los indios, indispuestos con los españoles, subieron al cerro para tumbarla con sogas y cavaron la tierra, pero ésta milagrosamente volvía al lugar de donde la sacaron. También le pegaron fuego y la cortaron con pedernales y piedras de río, pero la madera cortada volvía a crecer.
Los indios desistieron cuando vieron un milagro: «Muchos indios que se encontraban en esto afirmaron a los castellanos que vieron a una hermosa y venerable mujer que, puesta en un brazo de la cruz, impedía quemarla, cortarla y derribarla» (2001:285).
Herrera no identificó «la mujer hermosa y venerable» con la Virgen de las Mercedes, sostuvo que fueron los indios, no los españoles, quienes vieron el milagro, ubicó el hecho hacia 1514, no cuando Colón, y en 1622 afirmó que Colón, cerca de la ciudad de La Concepción «venció aquella gran batalla de la Vega Real» (en Flores 1981:14).
La palabra Virgen no aparece en su texto, pero en uno de los grabados que acompañaron su obra, se observa la imagen de lo que parece una virgen con un niño en los brazos sobre una cruz que los indios intentan cortar.
La batalla decisiva de Colón contra los indios se realizó el 25 de marzo de 1495 entre Mao y Esperanza, muy lejos del Santo Cerro, como lo probaron Apolinar Tejera en 1908 y Casimiro Nemecio de Moya en 1911. Edwin Espinal ha ubicado en el Batey No. 1 Usamita de Esperanza el lugar de la batalla. Ésta se confundió con otro combate que hubo en contra del cacique Guarionex y catorce caciques en 1497 cerca del fuerte de la Concepción de la Vega.
Colón y sus hombres pelearon en la ocasión con catorce ballestas, cuatro lombardas, veintisiete espingardas, numerosos perros, indios y algunos caballos. Los indios huyeron ante el trueno de la artillería y los jinetes a caballo que les parecían bestias humanas.
Aun así, era difícil que doscientos españoles derrotaran entre treinta mil y cien mil indios «sin algún favor de Dios». Hernando Colón escribió en 1539 que el Señor envió enfermedades y muerte a los indios para que vieran que de su mano y voluntad procedía tal victoria y dominio. Tanto los indios como los españoles interpretaban guerras, enfermedades y catástrofes como castigos divinos.
La Virgen de las Mercedes posee la historia más larga de una deidad vinculada a la historia de Santo Domingo.
Su popularidad no se debe al Santo Cerro sino a su declaración como patrona de la ciudad y la isla en 1617 después que protegió con milagros y prodigios a la ciudad y a sus fieles de un terremoto y un ciclón.
Documentos señalan que se apareció contra los ingleses en 1655, fue invocada en la batalla del Limonade en 1691 (junto a La Altagracia y Santiago Apóstol), su imagen se estampó en el estandarte de la batalla de Palo Hincado en 1809, un manifiesto separatista fue repartido en su fiesta del Santo Cerro en 1843, la Constituyente de San Cristóbal hizo una pausa ante una misa mercedaria en noviembre de 1844 y luego terminó la primera la Constitución de la República, se apareció en la batalla de Santomé en 1855 y Cabral instaló en 1865 el primer gobierno nacional después de la Restauración en la iglesia mercedaria de Santo Domingo.
La tardía y errónea asociación de la Virgen de las Mercedes al milagro de la batalla no realizada en Santo Cerro no puede empañar el extraordinario papel que ha jugado el culto mercedario en la defensa patriótica del territorio y de la nación dominicana.
No debe olvidarse que fue la virgen proclamada por nuestros patricios y por el pueblo dominicano durante la separación de Haití y la Restauración de la República en contra de España.
La Historia no es religión, pero la religión es parte de la historia. Por: Prof. José G.Guerrero (Listín Diario)