El pasado 18 de febrero, el PRM demostró que ha llegado a los niveles más altos en materia de imposición de un golpe de Estado contra la institucionalidad en base a la compra de votos y voluntades y el uso absoluto de los recursos del Estado

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Quienes recordamos los tiempos de cuando la Guerra Fría y de aquel PRD de Peña Gómez, insensato, brutal y enemigo del estado de derecho, hemos quedado realmente fascinados al ver como su discípulo más aventajado, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) dio un golpe de estado contra la libertad de escogencia y apoderándose de unas elecciones, que por la incompetencia y falta de valentía de la oposición Rescate RD, supo apropiarse ante sus propias narices.

Y lo más grande y grave, que ante la absoluta impunidad con la que llevó a efecto el también nuevo tipo de fraude electoral y viéndole, que gracias a esa tremenda maquinaria propagandística y mediática y en base al accionar inescrupuloso de tantos electores que vendieron sus votos, se apresta a repetir, lo que indudablemente será su nueva hazaña y mucho más en este mundo de ahora, en el que los golpes de estado no son militares y si de alteración absoluta del estado de derecho y violación sistemática de los fueros institucionales, vía el Congreso Nacional y los gobiernos municipales.

Por eso, que ahora se anuncie y por el mismo presidente Luis Abinader, que ha aceptado concurrir al debate preparado por una institución empresarial del área juventud y frente a sus demás oponentes a la misma posición, no solo habla de que el primer mandatario tiene los suficientes arrestos como para enfrentar directamente a sus opositores y sin importarle lo que aquellos le endilguen o acusen con fines de desenmascararle en su accionar osadamente inconstitucional, sino que increíble como contradictoriamente, se muestra y esto lo paradójico, que el accionar político institucional está lo suficientemente fuerte como para aceptar una prueba semejante y por la que en definitiva, los votantes se desnuden así mismos, viendo y como espectadores, a quien volverán a venderse y que por los niveles de éxitos que obtenga Abinader, tasar entonces el valor de su voto.

De ahí que hablemos también de lo fascinante que entendemos ha resultado el comprobar la cara dura de todos los candidatos presidenciales y quienes abiertamente y con la complicidad disimulada y expresa de los grupos económicos, irán a un circo mediático en el que, quien sea más demagogo podría ganar el debate.

Desde luego, nuestra apreciación es la propia de un medio de comunicación y de información de masas digital, cuyo editor, director general y redactor jefe, no tiene hachas que afilar en materia de lealtades políticas y al ser un ciudadano absolutamente independiente a todos los poderes públicos y privados  y quien sabe expresar con mediana claridad, aquello que entiende, debe y tiene que ser lo correcto en materia de políticas de Estado y en lo atinente al ejercicio abierto del voto y la mesura debida en el comportamiento de los potenciales votantes, frente a lo único que importa y como debe ser el cuido y preservación de los intereses permanentes de la República.

Justo por ello, entendemos que al presidente Abinader no hay ni siquiera que atacarle o reprocharle por malas prácticas políticas, cuando hasta ahora ha sido claro, que lo que parece una fuerte mayoría nacional ha aceptado que la política es ahora un escenario de falsías, trampas y engañifas.

Es decir, y si eso es lo que hay y los opositores se prestan de maravillas a la escenografía, ¿cómo criticar a una Junta Central Electoral (JCE) cuyo pleno y tan abiertamente se encuentra comprometida con el PRM y no con la ley electoral y ni siquiera con la Constitución de la República?

Se va pues el 25 de abril, fecha del “debate presidencial”, no a una simple pantomima y sí a la instauración institucional de la nueva modalidad política de golpe de estado vía la compra y venta de votantes y lealtades políticas, fundamentada en los evidentes acuerdos internos dentro de todas las fuerzas políticas y para ganar cada una a su modo, unas elecciones y sin mostrar el mínimo respeto a la institucionalidad y menos al votante ya comprado.

Dentro de esta perspectiva, recalcamos, al presidente Abinader no hay que reprocharle nada en la aplicación de su osadía extrema y menos a sus oponentes aparentes y la mayoría, con acuerdos secretos previos respecto a los niveles de porcentajes cómodos que deberán tener y para impulsar una reelección presidencial, que todos ellos y por sus animosidades personales, ya han vendido en el nuevo mercado de Baltazar que la partidocracia ha instaurado.

Naturalmente, da pena que esto suceda después de 63 años continuos de elecciones sucesivas, una legión de activistas políticos muertos, la instauración de la corrupción política a nivel de puro mercurialismo delincuencial y de involución terrible en materia moral dentro del cuerpo mediático nacional y con un pueblo elector, que increíblemente ha llegado a un nivel de corrupción propia y como nunca nadie pudo haberse imaginado.

Entonces, ¿qué hay que hacer, sino plegarse ante esta nueva realidad, mediante la cual, la democracia de este país ha sucumbido de pleno y con una parte del electorado joven, que yendo contra su propio futuro ha abrazado las banderas del delito proveniente desde el bajo mundo dominicano de Nueva York y representadas en esos teteos infames y conductas de pura inversión moral, que no dan espacio para que las generaciones de más edad, pudieran salvar el cuerpo de la República de la debacle amoral que le ha penetrado a lo absoluto?

Al conceptualizar esta realidad, pues simplemente hay que ir a presenciar el inusitado debate presidencial y como testigos de piedra, los que todavía nos apreciamos de ser decentes, viendo entre fascinados y temerosos, como un partido en el poder arrasa con las instituciones democráticas, las entierra y se yergue como la fuerza política preponderante y con el solo propósito de imponer un nuevo tipo de dictadura populista de corte presidencial y partidista clientelista y para beneplácito de las inescrupulosas mayorías.

El 25 de abril comienza la gestación de la nueva política y el 19 de mayo su alumbramiento y que, si recordamos los primeros tanteos el pasado 18 de febrero, estaremos ante la nueva República Dominicana, que por lo visto y de aquí al final de este siglo y si Dios no dispone de otra cosa, será la que domine y con su característica fundamental de represión absoluta de las libertades de conciencia, prensa, de crítica y libre pensamiento y expresión.

La verdad, ¿no dan ganas de llorar? Tanto que se ha hecho y tantos muertos para crear una democracia representativa que ahora se disfrazará de dictadura popular participativa. Ojalá equivocarnos, pero es que ya no hay milagros.

Lo que nos obliga a decir y con gran respeto a quienes disientan de lo que expresamos, que y de cara al abismo institucional, el pasado 18 de febrero, el PRM demostró que ha llegado a los niveles más altos en materia de imposición de un golpe de Estado contra la institucionalidad en base a la compra de votos y voluntades y el uso absoluto de los recursos del Estado. Con Dios. (DAG) 16.03.2024