La carta de despedida del arzobispo de Santo Domingo, Francisco Ozoria Acosta, cayó como un rayo en la cúpula eclesiástica dominicana.
En ella, Ozoria reconoció que el Vaticano lo había despojado de todas sus responsabilidades por “mala administración”, una decisión que podría interpretarse como un golpe inédito en la historia reciente del catolicismo local.
Pero la salida de Ozoria no se gestó de un día para otro.
Su carta, difundida el 12 de noviembre, reveló los rastros de su arzobispado que venía desde hace unos años: cuestionamientos sobre su liderazgo, señalamientos sobre su entorno familiar, y alegados ‘chismes’ que llegaron hasta el Vaticano.
Un “gran vacío de liderazgo” en la iglesia
En 2021, el entonces obispo de Baní, Víctor Masalles, pronunció unas declaraciones que sacudieron la Iglesia dominicana. Aquel mensaje fue interpretado como una crítica directa al manejo pastoral del momento de la Arquidiócesis de Santo Domingo.
“La Iglesia ha perdido mucho espacio (…) hay una ausencia de líderes que estén sirviendo como mediadores para poder trabajar en situaciones conflictivas y ayudar a que los conflictos se solucionen”, dijo.
Masalles profundizó: “Hay un gran vacío que hay que reconocerlo, la Iglesia lo está pasando, no a nivel numérico aunque políticamente se quiera decir”.
En ese momento, Francisco Ozoria llevaba cinco años como arzobispo metropolitano, responsable de la arquidiócesis más grande e influyente del país. Ozoria fue nombrado en la arquidiócesis el 4 de julio de 2016 por el papa Francisco.
Denuncias sobre su hermano llegaron hasta Roma
En 2022, el propio Ozoria reveló públicamente que su fallecido hermano, Secundino Ozoria Acosta (Nino), quien colaboró como constructor en diversas obras eclesiásticas, había sido objeto de acusaciones de enriquecimiento indebido.
El arzobispo reaccionó en una misa por su eterno descanso: “Algunas personas han acusado de que Nino se hizo rico al lado del arzobispo. Tengo esa acusación y eso llegó lejos, llegó al Vaticano”.
Esta declaración fue interpretada como un síntoma de que ya existían expedientes informales, denuncias o informaciones dirigidas a la Santa Sede sobre su administración.
Ozoria no detalló quién realizó las acusaciones ni qué parte del Vaticano las recibió, pero dejó claro que había sido cuestionado en Roma. Por primera vez, el arzobispo admitía públicamente que podría estar bajo escrutinio de la Santa Sede.
El caso Benito Ángeles: agresión sexual
En febrero de 2024 estallaron en la prensa las informaciones de que el obispo auxiliar de Santo Domingo, Ramón Benito Ángeles, estaba siendo investigado por una denuncia de agresión sexual ocurrida en 1994.
Benito Ángeles había sido ordenado obispo auxiliar bajo la gestión de Ozoria.
El caso volcó la atención sobre el proceso de selección, supervisión y promoción del clero dentro de la arquidiócesis.
Aunque la investigación del Vaticano no implicaba responsabilidad directa para Ozoria, la opinión pública asoció el escándalo a su ad ministración, ya que, según medios, tenía conocimiento de lo ocurrido.
Un mes después, el papa Francisco aceptó la renuncia de Benito Ángeles, quien ya había llegado al límite de edad establecido por el código de derecho canónico.
Un nuevo obispo y diócesis: el reordenamiento territorial
La creación de la diócesis Stella Maris en agosto de 2025, y el nombramiento de Manuel Antonio Ruiz de la Rosa como su primer obispo, marcaron un cambio geográfico y administrativo dentro del mapa eclesial dominicano.
Aunque públicamente no se registraron choques directos entre Ozoria y Ruiz, el nacimiento de la nueva diócesis supuso la fragmentación de parte del territorio y de la estructura pastoral que hasta entonces dirigía el arzobispo metropolitano. Ruiz fue nombrado por el papa León XIV.
“Usted tiene muchos enemigos”
La carta final de Ozoria menciona una reunión clave con el entonces prefecto del Dicasterio para los Obispos, cardenal Marc Ouellet, quien —según contó el arzobispo— mencionó “unas acusaciones contra mí”.
“Al terminar me dijo: ‘Usted tiene muchos enemigos’”, escribió Ozoria en su misiva. “Han vencido los enemigos”, subrayó.
La frase podría revelar el clima que rodeaba al arzobispo en Roma: informes, tensiones internas, denuncias.
A eso se sumó su confesión pública en la misa de su hermano fallecido: algunas personas hicieron acusaciones que llegaron hasta el Vaticano.
El papa León XIV sorprendió a la Iglesia Católica dominicana cuando anunció desde el Vaticano el nombramiento del monseñor Carlos Tomás Morel Diplán, como arzobispo coadjutor de la arquidiócesis de Santo Domingo, en octubre.
Morel era hasta ese momento obispo de La Vega.
En 2023, al cumplir 73 años, Ozoria pidió un arzobispo coadjutor para asistirlo en los dos años previos a su retiro, dijo en su carta.
En 2025, la Santa Sede se lo concedió.
Pero con una salvedad, según explicó Ozoria en su carta: “El Arzobispo Coadjutor tendrá facultades especiales exclusivas para el ámbito de la administración del patrimonio diocesano, cuestiones económicas-financieras, así como para la gestión del clero y del personal eclesiástico”.
Es decir: el nuevo coadjutor llegaría no a asistir, sino a reemplazar la autoridad práctica del arzobispo titular.
“Se le suspenderá la potestad del gobierno en los ámbitos mencionados a partir del día de la toma de posesión canónica del cargo por parte del nuevo Arzobispo Coadjutor”, indicó la carta.
Y Ozoria lo entendió al instante: “A mí me han dejado solo el título de Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo”. “Lo que menos me ha gustado: los títulos”, agregó.
El también obispo castrense dominicano explicó que, según las Letras Apostólicas, fue suspendido “por mala administración”, una frase que acaparó las portadas digitales e impresas de los medios nacionales.
Ozoria aceptó la decisión “en obediencia de la iglesia”, recordando sus 47 años de ministerio y 28 como obispo, y citando a su mentor, el padre monseñor Jesús María de Jesús Moya: “El obispo debe tener vocación de mártir”.
“Yo me debo a la Iglesia, amo la Iglesia y obedezco a la Iglesia”, subrayó.
Con esas dos frases, Ozoria confirmaba que no solo había disputas internas, sino un flujo de información negativa que minó su credibilidad ante la Santa Sede.
Sorpresa de León XIV: un coadjutor con “facultades especiales”
El papa León XIV sorprendió a la Iglesia Católica dominicana cuando anunció desde el Vaticano el nombramiento del monseñor Carlos Tomás Morel Diplán, como arzobispo coadjutor de la arquidiócesis de Santo Domingo, en octubre.
Morel era hasta ese momento obispo de La Vega.
En 2023, al cumplir 73 años, Ozoria pidió un arzobispo coadjutor para asistirlo en los dos años previos a su retiro, dijo en su carta.
En 2025, la Santa Sede se lo concedió.
Pero con una salvedad, según explicó Ozoria en su carta: “El Arzobispo Coadjutor tendrá facultades especiales exclusivas para el ámbito de la administración del patrimonio diocesano, cuestiones económicas-financieras, así como para la gestión del clero y del personal eclesiástico”.
Es decir: el nuevo coadjutor llegaría no a asistir, sino a reemplazar la autoridad práctica del arzobispo titular.
“Se le suspenderá la potestad del gobierno en los ámbitos mencionados a partir del día de la toma de posesión canónica del cargo por parte del nuevo Arzobispo Coadjutor”, indicó la carta.
Y Ozoria lo entendió al instante: “A mí me han dejado solo el título de Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo”. “Lo que menos me ha gustado: los títulos”, agregó.
El también obispo castrense dominicano explicó que, según las Letras Apostólicas, fue suspendido “por mala administración”, una frase que acaparó las portadas digitales e impresas de los medios nacionales.
Ozoria aceptó la decisión “en obediencia de la iglesia”, recordando sus 47 años de ministerio y 28 como obispo, y citando a su mentor, el padre monseñor Jesús María de Jesús Moya: “El obispo debe tener vocación de mártir”.
“Yo me debo a la Iglesia, amo la Iglesia y obedezco a la Iglesia”, subrayó. (LD-ss / OJO)





