Lo cierto es, que para quienes y que es nuestro caso, somos analistas políticos totalmente independiente a gobierno, empresarios y oposición, este ha sido un año negro tratando de sobrellevar los constantes errores y procedimientos irregulares de administración que el gobierno plutocrático del presidente Luis Abinader y como si fuera un castigo divino, ha mantenido como una constante y en contra de los intereses permanentes de la República.
En este sentido, no han valido las mejores intenciones de no querer que el clima político y social se enrarezca o radicalice y desde que se entiende el sordo malestar social que una fuerte mayoría nacional tiene contra un gobierno, que realmente y desde hace cinco años, pero mucho más en este que dentro de poco terminará, ha estado cometiendo un atropellante ejercicio administrativo del que poco se pudiera decir que haya sido de beneficio genuino a favor de la ciudadanía.
Y es que todo indica, que al gobierno poco le importa que los contribuyentes se vean afectados por un ejercicio político que para nada pudiera describirse de nacionalista positivo en materia de preservación del nivel y calidad de vida heredado desde el 2020 y sí de uno terriblemente atropellante y dando la lastimosa impresión, de que al haberse apropiado de las elecciones del veinte como las siguientes del veinte y cuatro, el gobierno del PRM todavía no ha caído en cuenta de que la gente se resiente y mucho y por la manera abusiva de como las autoridades se administran.
Lo primero fue, que desde el primer día ha habido un festival de préstamos que no tiene parangón y al grado, de que todavía en el 2075, dominicanos que no han nacido, estarán pagando los préstamos escandalosos que Abinader se ha permitido.
Lo otro, fue la terrible racha de cancelaciones masivas de la empleomanía pública y sin importar experiencias y capacidades y solo por el enfermizo interés de partir la empleomanía pública para imponer sus propios colaboradores y empleados y todos sin ninguna experiencia de administración y sin importarle afectar el exitoso funcionamiento de administración y en todos los órdenes, que hubo antes del 2020 por parte de los gobiernos pasados del PLD.
Se recibió una empleomanía que no llegaba a 300 mil individuos y a este día ya hay cerca de 600 mil y por consiguiente, se aumentó fuertemente el nivel de gastos fijos, mientras al mismo tiempo se descalabraba la economía y por su efecto, entró de lleno una inflación galopante que a cinco años, el poder adquisitivo del peso se ha reducido en más de un cincuenta por ciento y las alzas salariales para satisfacer a compañeros partidarios o lo otro, que de menos de 30 mil pensionados del Estado, Abinader lo ha llevado y a este día, a cerca de 130 mil y la mayoría partidarios políticos, provocando un aumento descomunal en gastos fijos que ya llegan al cien por ciento con relación a lo anterior, mientras más que abusivamente, el gobierno se ha resistido a aplicar la indexación y para más irritación, apropiándose cada año por este concepto de cerca de 50 mil millones de pesos que le pertenecen a los empleados públicos y que utiliza supuestamente «para equilibrar el presupuesto».
En paralelo, la corrupción desde el poder se ha tragado más de cien mil millones de pesos de los contribuyentes y escándalo va y escándalo viene y el gobierno impertérrito continúa tomando préstamos en el exterior y nadie conoce en qué utiliza los ingresos fiscales mensuales que pasan de los 500 mil millones de pesos.
¿Más grave?, que todo este desmadre ocurre, porque el Poder Ejecutivo y en base a corrupción a gran escala, a comprado las voluntades de senadores y de diputados y por eso se ha descubierto que el gobierno no tiene contrapeso alguno, mientras el Poder Judicial, desacreditado extremadamente y desde los más altos tribunales: Suprema Corte, Tribunal Constitucional, etc. y siguiendo con su ministerio público, son lacayos del Poder Ejecutivo y como simples matasellos, aprobando cuanta ley o proyecto de ley o instructivo le llega desde el Palacio Nacional.
De lo inmediato anterior, Abinader, que había logrado introducir una ley autoritaria que reforzara el sistema de inteligencia presidencial, logró hace dos días que su Congreso le aprobara una ley de “reestructuración institucional” de su sistema de inteligencia, data y espionaje, mientras casi a ocultas introdujo hace un tiempo otra ley de control de opinión de los ciudadanos y coronando ahora con la promulgación de un código penal reformado en el que introdujo todo un capítulo contrario a la libre expresión y rematando con una nueva ley restrictiva y la que para sorpresa de todos y que ha sido algo temerariamente insólito, dejó en manos de los dueños y directores de medios de comunicación tradicionales, el colegio de periodistas y la asociación de diarios, su redacción y para que su Congreso gomigrafo la aprobara y él luego la promulgara y como en efecto ha ocurrido.
Prácticamente y debido al “Código Abinader” para la restricción de las libertades públicas, el gobierno y en su práctica diaria, se maneja como si fuera una dictadura y la que va en consonancia con la dictadura plutocrática que desde hace 64 años el empresariado ha logrado que no haya gobierno que pudiera erradicarla y todo esto reforzado por la bárbara represión policial que apenas los medios recogen.
Sin embargo, ahora que estalló el fraude y robo masivo en el sistema de salud oficial, Senasa, que pasa de 20 mil millones de pesos y por lo que ya se conoce podría pasar de los 100 mil millones de pesos y que motorizara el vicepresidente más importante del partido oficial, Santiago Hazim, estrecho colaborador de Abinader; en la nación, semejante abuso de poder continuo ha explotado peor que una bomba de tiempo y por primera vez en cinco años, provocando que la ciudadanía y a todos los niveles, esté mostrando firmes indicadores de desaprobación y rechazo.
Por esta nueva actitud ciudadana, Abinader, a quien hasta hace poco, se le daba el beneficio de la duda, ya la ciudadanía empieza a descubrirle como el origen de tanta corrupción desde el poder y por lo que se está viendo, el ánimo público está tan alzado, que el sentido común indica, que si Abinader no le da un giro a su gobierno y cambiando a todos los funcionarios que el señalamiento público califica como delincuentes, es muy posible que pudiera enfrentar y cuando menos se piense, una fuerte reacción social de la que si estallara, nadie podría garantizar qué podría quedar en pie.
De ahí que nos sea tan difícil y como analistas políticos de Estado, el poder atenuar nuestras observaciones sobre la realidad política nacional y estimemos, que para Abinader debería de ser de urgencia reestructurar su gobierno, pedir perdón por el estallido de robo a gran escala en Senasa y manejarse mejor en el aspecto administrativo y financiero y si es que quiera que se le vea como un jefe de Estado y de Gobierno que respeta a sus ciudadanos, acata la Constitución y las leyes y comportándose de una manera decente y prudente en el manejo de la cosa pública.
Pero y con lo que acaba de suceder en el Congreso donde se aprobó la nueva ley de presupuesto para el año que viene y sin tomar en cuenta para nada a los legisladores opositores y que hubiese sido lo correcto, ya los ciudadanos no sabemos que pensar.
Y que son las razones por las que advertimos, que, entre la aplanadora en el Congreso, la represión desde Palacio, la corrupción del PRM de por medio, ¿hasta dónde se llegará? Seis días atrás, Congreso aprobó más préstamos y por 15 mil millones de pesos. ¿Qué clase de ciclón batatero es que nos ha caído encima? Con Dios. (DAG) 17.12.2025
última actualización: 10:13 am.





