Vamos a ver, ¿ hasta donde es posible presumir que se tiene sentido común y juicio bien puesto, si como gobierno, más se está atento a encuestas de valoración y propaganda electoralista de culto a la personalidad de cada potencial candidato presidencial y en vez de estar atentos al impacto más o menos demoledor que a nuestra economía podría suscitarle la actual situación de guerra bélica en Europa y económica global y que de ampliarse la sentiremos con dureza en nuestros propios bolsillos y nivel y calidad de vida?
La pregunta se cae de la mata, viendo como en el país político, sus actores de gobierno y oposición más están atentos en descalabrarse y desacreditarse los unos frente a los otros, en vez de conformar comisiones de seguimiento a los efectos de los conflictos arriba mencionados y dado que los mismos y de una u otra forma terminarían por afectarnos.
De ahí, que, sorprendidos ante tanto surrealismo de vida, realmente nos sintamos alarmados ante la terrible deserción de responsabilidades cívicas, sociales, políticas y económicas que, y lo recalcamos, vemos con gran preocupación y por parte del conjunto de la clase gobernante y sus fuerzas políticas y sociales.
¿Cómo es posible que esto esté ocurriendo, al tiempo que paralelamente y en la mayoría de nuestros connacionales, lo que se observa, es una forma de escapismo brutal, que no ayuda en lo absoluto a entender que se va por buen camino y no obstante, que es evidente, que a nivel del mismo presidente de la República, Luis Abinader, existe una notoria dedicación a adentrarse en los problemas de todos y con el sano interés de buscarle soluciones o al menos, trazar las políticas que pudieran hacer más llevadera la situación?
Por ejemplo, ese acto político proselitista a destiempo y realmente tan innecesario como costoso, llevado a cabo por la secretaria general del partido oficial, PRM en la ciudad de Santiago, donde la alcaldesa distrital y como nunca antes y de atrevida, retó a la República a que haya que aceptar a la buena o a la mala la probable reelección constitucional del presidente Abinader, fue no solo extremadamente costoso e innecesario y para no solo hablar de los pírricos resultados obtenidos y que no lo hacen ningún bien al trabajo de entrega patria en el que está inmerso el jefe de Estado y de Gobierno, sino también porfiadamente inútil.
Y esto, no lo decimos pretendiendo hacernos simpáticos al oficialismo o a la misma oposición, sino porque ese tipo de acto es a nuestro modo de entenderlo, un verdadero tiro por la culata que no contribuye a dejar bien parada a la administración y el que encima, desacredita a mayor al PRM y porque deja traslucir la estupidez, de que si se está en el poder es para imponerse a como de lugar y a cualquier costo.
En este sentido, creemos que los mismos oficialistas y en este año, están actuando totalmente contrario, a cuando llegue el momento de que el presidente pudiera anunciar su aspiración continuista legal y a la que constitucionalmente tiene derecho.
¿Fue que los oficialistas se asustaron por el despliegue de voluntades y dineros que arrastró el opositor Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en su encuesta de simpatías disfrazada de atípica elección de escogencia interna sobre probables precandidatos presidenciales, la mayoría inorgánicos, mientras uno de ellos y en base al poder acumulado que le ha dado ejercer con absoluta desfachatez la política desde el poder, como nuevo millonario hizo un indecente despliegue de compras de voluntades y principalmente mediáticas y para que en el animo de la atrapada opinión pública quedara la supuesta impresión de ser el candidato idóneo que el PLD debe llevar para la candidatura presidencial?
Si la incompetente e incapaz alcaldesa capitaleña hubiese tenido la inteligencia política necesaria, podría haberse dado cuenta, que en vez de realizar el acto desesperado que efectuó en Santiago, debió de haberse dedicado a promover una decisiva campaña moralizante dirigida a resaltar, que todo cuanto el PLD hizo fue una demostración abusiva de como el dinero hijo de la política mal hecha trataba de hacerse sentir y creyendo que con la compra de voluntades se gana una nominación presidencial como preludio para ir a unas elecciones.
En vez de hacerlo, la alcaldesa Mejía, cometió el grave error de perspectiva y el que en su momento le saldrá políticamente caro, pues, de hecho, ha sido un aviso de que la mayoría de las reelecciones subsidiarias desde la administración pública o en el Poder Legislativo y hasta en el municipal que tengan que ver con el PRM, ninguna vale la pena y peor, que todas le harán más daño que bien al mismo partido y ni que decir al presidente Abinader.
Desde luego, cada cabeza es un mundo y todas las personas tenemos y ejercemos nuestro libre albedrío y por lo tanto, cada quien tiene derecho hasta por cavarse su propio descrédito y tumba, pero que ahora resulte, que entre la alcaldesa capitaleña y su gobierno municipal y el mismo PRM se hubiesen gastado en la actividad imprudente que criticamos, cerca de diez millones de pesos de dineros públicos, simplemente nos parece un monstruoso contrasentido que solo pondrá a la gente a reflexionar, respecto a lo que sería capaz el PRM en materia de apropiación de dineros públicos y para financiar su ambición de continuar en el poder y sin reparar costo.
Pues precisamente eso fue lo que se vio en el acto reeleccionista de Santiago, que los altos cargos del partido oficial no están midiendo las consecuencias de sus actuaciones como las de Santiago y lo que nos hace preguntarnos, si acaso el expresidente Hipólito Mejía y como supuesto jefe del PRM quiere dar a entender mediante su hija, que en el fondo y con ese tipo de despropósito, no solo está saboteando desde ahora el prudente trabajo como gobernante de Abinader y para lograr sabotear toda probabilidad de que el trabajador presidente, termine fracasando en su reelección constitucional.
El tema y por ahora lo dejaremos ahí y en su lugar volvemos a enfocarnos en ese díscolo y nervioso panorama internacional, que de cualquier país y su clase gobernante no prestarle la debida atención, entonces y en cualquier momento y de acuerdo con el desarrollo volátil de los acontecimientos, podría, no simplemente afectarle y sí hasta llevársele de paro.
Con razón que digamos, que entretenernos con encuestas sobre nivel popularidad de presidenciales mientras en el horizonte hay una guerra a diez mil kilómetros, que nos podría afectar a más si se volviera nuclear, en cierto modo, habla de irresponsabilidad y falta de sentido de la realidad, imperdonable en un país y sociedad organizados. (DAG)
