Que la Carta Magna establezca de manera fría todo lo relativo al Derecho a la Vida, a la Dignidad Humana y al Derecho a la Igualdad y que está sustentado en los artículos 37 a 39, no quiere significar en modo alguno, que en la práctica haya que hacer determinadas interpretaciones subjetivas y en particular sobre la interpretación de que la Constitución sea una, de supuesta “igualdad de género”. Al contrario.
Y en particular en lo relativo a que el aborto sea permitido o legalizado, se asuman criterios escandalosos y anti naturales respecto al sexo de hombres y mujeres e incluyendo el invento de las personas supuestamente trans y quienes como enfermos sexuales reclaman, que siendo hombres se les trate como mujeres y lo que obliga obliga a entender, que definitivamente, en este país hay que revisar la Constitución y prohibiendo definitivamente, todo lo que de interpretativo y para determinados enfermos mentales, degenerados de costumbres y anti patriotas favorecen y tanto en materia de genero como derechos de supuestos refugiados de haitianos indocumentados que viven entre nosotros o la grosería inadmisible, de que se acepten enseñanzas sexuales para niños de ambos sexos.
En la última parte del párrafo anterior, es evidente que el querer romper la inocencia natural de todo niño y por parte de adultos enfermos mentales ocupando altas funciones públicas, no solo que es una aberración, sino la ruptura más fenomenal con las buenas costumbres y la defensa de la igualdad de las personas y partiendo de la niñez y puntualizándose, que esta igualdad siempre deberá ser, sin atentar contra el estado natural de los dos sexos.
Por lo tanto, lo natural sea, que ya que desde medios de comunicación tradicionales o en los lupanares mediáticos en las redes sociales, se motoriza el errado criterio de que todo vale en materia de inconductas amorales y afectación de la unidad familiar, la parte no contaminada de la población salga al frente y recurra a su derecho ciudadano de demandar una revisión constitucional y solo en los aspectos que puntualizamos y ya que todavía estamos a tiempo para evitar que esta República caiga en el ámbito de la profunda degeneración moral que se vive en otras naciones o que se presenta entre familias dominicanas en las que la juventud y la adolescencia a partir de los 12 y hasta los 24 años, sus miembros han abandonado todo cuanto signifique el orden moral.
Entiéndase, no se trata de afectar los derechos sexuales de las personas que practican variables sexuales entre personas de su mismo sexo y porque es un asunto absolutamente entre adultos, pero sí que hay que modificar nuestro sistema legal y si queremos evitar, que antes del 2050, República Dominicana hubiese descendido amoralmente en las inconductas más perversas entre individuos que no respetan su propia integridad física y su mismo sexo o que como grandes consumidores de drogas de toda especie, entienden que pueden hacer lo que les plazca, incluso asesinar y descuartizar a otras personas como producto del consumo de la terrible droga rosada o de sabor de fresa, la tusi y de la que escribimos el pasado jueves 20 de los corrientes.
Esta es una droga tan abominable, que hace de sus consumidores verdaderos zombis y que como se ve en EEUU, Francia o España y para citar tres casos, deambulan en las vías públicas y como una muestra patética de la quiebra del Estado de Derecho.
Aquí, practicantes de la ciencias jurídicas y desde abogados a leguleyos, emiten una que otra declaración por la que quieren hacer creer, por ejemplo, que el artículo constitucional 39 y sus cuatro incisos, hay que entenderlos y aceptarlos, tal como fueron redactados y en tiempos de la última reforma constitucional, incluso, auspiciada por una parte dirigente de la curia católica y motorizada por un presidente en ejercicio de criterio extremadamente liberal y el que no cuidó el aspecto esencial, de preguntarse, si con esa redacción, ellos no contribuirán a perturbar el orden natural de los ciudadanos de esta nación y como en efecto está ocurriendo.
Cómo se ha visto, ahora es que semejante redacción reformada contra el orden natural de las personas, es una, que de cuatro años para acá ha estado generando el mayor ataque contra la unidad de la familia y recalquémoslo, sobre el orden moral que todo ciudadano debe respetar y acatar.
Para colmos y hace cuatro años en una actividad pública, desde el actual gobierno saliente, su primera dama, Raquel Arbaje de Abinader, abogó por las relaciones sexuales entre niños, que inexplicablemente en el sector mediático, pocos llamaron la atención sobre semejante distorsión del derecho natural como salvaguarda de la evolución del despertar sexual entre adolescentes y jóvenes y que ahora ha ido a peor en plataformas en internet, donde en determinados programas de comentaristas y la mayoría analfabetos funcionales, se ataca y se sacude terriblemente, todo lo relativo a la protección que el Estado debe dar a la formación de la niñez y la juventud y en consecuencia, a la protección de la unidad familiar.
¿En que fundamentamos este criterio? En la parte bíblica, esa que expresa, que el hombre fue creado y desciende de Dios y que la mujer, Dios la creó de una costilla del hombre, con lo que desde el primer momento se estableció el genero determinante y natural de las personas y para nada, que una mujer y como activista feminista sexual, se pueda considerar mejor que este o que pretenda subvertir el orden jurídico de los Estados.
Consecuentemente, creemos, que también hay que revisar todo lo relativo a los inútiles ministerios de la mujer y de la juventud y porque ambos se han convertido y en la práctica, en los mayores auspiciadores del sexo libre y la perversión de las costumbres, el fomento del consumo de drogas y verbigracia, hombres trans haciéndolos pasar como mujeres y lo que es imposible, porque todo hombre tiene próstata o imponiendo desde el gobierno, las peores muestras de corrupción política, social, económica y de las personas.
De ahí que conceptualicemos y al decir, que es cierto, la Constitución de la República establece y fija los derechos, garantías y deberes fundamentales en su título II, capítulo I de los derechos fundamentales y sección I de los derechos civiles y políticos. Pero…Con Dios. (DAG) 23.06.2024
