La debilidad estructural del Estado Dominicano se inicia con el hecho, de que los políticos pueden acceder a posiciones electivas de poder mediante fraudes electorales aparentemente legitimados. A partir de esa realidad, los dominicanos tenemos un sistema político, que al no ajustarse a los requerimientos legales, da paso libre a todas las formas y maneras de practicas de corrupción en todas las instituciones públicas y tanto civiles como castrenses.
¿Resultado?, que dado que ninguno de los tres poderes políticos institucionalizados carece de contrapesos institucionales que sean garantes y para que a los ciudadanos, el Estado les reconozca como tales y no como los súbditos en que han sido convertidos por la corrupción política imperante desde el 2000, la República se ha convertido en presa fácil de una pandilla de facinerosos de cuello blanco y quienes para colmos, manipulan al extremo a la ciudadanía y gracias a un sistema de prensa tremendamente amoral, corrosivamente destructivo de la moral social y generando una nación de valores morales tan falsos, que los presidentes de la República, no son lo que dicen representar y sí sirvientes de poderes económicos oligopólicos que se nutren de los dineros de los contribuyentes y no de los suyos propios.
Solo hay que ver que la muestra más elocuente la tenemos con el llamado Consejo Nacional de Competitividad, que es el mecanismo tiránico que desde el 2017, el empresariado y el mundo financiero han logrado articular e increíblemente, controlando las finanzas públicas y hasta los últimos resquicios de la economía dominicana.
Lo que significa, que en estos 58 años en los que las 49 más grandes fortunas, inicialmente 28 y todas hijas del manejo de los dineros del Estado, es decir, del dinero de los ciudadanos como contribuyentes y para que los ricos se hagan más ricos y desde que los ciudadanos han sido convertidos en esclavos económicos que ni siquiera conocen lo que debería de ser su libre albedrío y la defensa de sus derechos.
Veamos el proceso que se está viviendo. Entre el 1986 al 1996, el último espacio de los gobiernos de Joaquín Balaguer, gracias a la voluntad y determinación de ese presidente, el empresariado y su mundo financiero, se encontraban sojuzgados por el peso moral de un presidente del que todos sabían que el que se equivocaba, fácilmente podría pagar con su vida.
Llegó el primer gobierno del PLD en la persona del presidente, entonces novato de Leonel Fernández y avalado por un PLD que era muchacho de mandados del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y tanto, que para las elecciones del 2000, por un lado, la “desidia” calculada de Leonel (que comenzaba a dejar de ser novato) y el poco arrojo de Danilo Medina, facilitó las cosas para que sucediera lo que nunca debió de haber ocurrido, el retorno del PRD al poder, a ese momento, el partido más dañino que había en el sistema político y para que entrara a galope retornando al poder y de manos del político más perverso y dañino que se podía imaginar: Hipólito Mejía y quien entre sus “logros”, llevo la economía a una quiebra bancaria colectiva de origen artificial porque se quería beneficiar al Banco Popular y por eso de la repartidera de activos de Baninter «inmigrando» hacia todo el resto del sistema bancario, quiebra, que gracias a los impuestos pagados por los contribuyentes, pudo corregirse diez años luego y quedando impune, el rastrero presidente que la ocasionó, con sus decisiones a favor del banquero Alejandro Grullón y compartes.
Hipólito, que contaba con la buena pró del llamado “grupo de Santiago”, fue la justificación para que en el 2004, la vieja oligarquía capitaleña volviera sobre sus pasos y obteniéndose, que de sus manos, hablamos de las familias Vicini y Corripio, Leonel lograra un triunfo electoral fraudulento y continuo, que se proyectó hasta el 2012 y que fue la base del inicio acelerado de la presencia de los empresarios, banqueros y familias ricas coparticipando en el gobierno de la República.
Por eso, cuando Leonel fue desplazado por Danilo y quien duró en el cargo hasta el 2020, ya el poder empresarial y en la medida que con sobornos y canonjías descalabraba al poder político, se encontraba con el dominio directo de un 35 % de la economía y prácticamente podía tutear y desafiar el poder del Estado.
Fue el tiempo, por el que la política de sustitución de importaciones de Balaguer (1967) que estaban diseñadas para que naciera una nueva clase económica emergente con 20 años de operaciones y libres e impuestos, es decir, hasta el 1987, que por la ya ostensible debilidad estructural del Estado y ni hablar de quien estaba en el cargo de presidente de la República, comenzó a experimentarse el desafío y agresividad inusitados de un poder económico, que desde el CONEP, impuso, que para las nuevas empresas, no solo que se les aplicara la ley de sustitución de importaciones, sino que las que ya esta había beneficiado, continuaran y todas en conjunto e ilimitadamente, con la protección de tal figura jurídica y sin importarles, que de esa manera, los ricos empresarios se enriquecían más y en igual medida la población se empobrecía y era llevada a lo peor de las prácticas de corrupción y destrucción moral que se hubiese podido suponer.
Es decir, desde el 1967 y corriendo este 2025, son 58 años en los que nació una fuerte clase económica y financiera y sustrayendo a los contribuyentes, no menos de 500 mil millones a cerca de un billón de millones de pesos, impedidos de ser el fundamento de una verdadera transformación de la calidad y nivel de vida de los dominicanos de media burguesía a ciudadanos a de a pie y quienes hoy no llegan a cubrir sus gastos domésticos ni a fin de mes.
Pero si semejante sangría económica y financiera no hubiese sido suficiente, los miembros del CONEP y sus organismos aliados, presionaron hasta lo indecible al presidente Danilo Medina y hasta obligarlo, a que en diciembre de 2017 promulgara el decreto 389-17, creando el llamado Consejo Nacional de Competitividad y cediendo el Estado las funciones de contabilidad, administración y control de las finanzas públicas y como organismo sustituto de los ministerios de Hacienda y Planificación y también de la dirección del Presupuesto.
Debido a esta acción burocrática tan criminal, en 8 años, el poder del empresariado creció con tal desmesura, que desde el 2020 y con el nuevo gobierno de Luis Abinader y este, protegido de los empresarios y al extremo, de que en el 2016 se le vio junto a los empresarios erigiéndole a Danilo que parara los préstamos al exterior, que entonces estaban en un monto de 30 mil millones de dólares y ahora, cuando todos ellos son parte del gobierno plutocrático, que para desgracia de la nación, también incluye socios de la alta burguesía haitiana, el nivel del endeudamiento externo lo han llevado sobre los 72 mil millones de dólares y no obstante contar con los más de 10 mil millones de pesos de los pagos mensuales de todos quienes dependen del Estado como empleados, suplidores, contratistas, pensionados o beneficiarios y con cuentas bancarias del mismo banco estatal y que es el dinero que a ese banco le permite no quebrar nunca y siempre tener una caja chica billonaria mes tras mes y sin importar como se malgasten esos recursos económicos.
Frente semejante nivel de endeudamiento externo, los dominicanos han perdido su nivel y calidad de vida, el hambre se ha apoderado de más del 35 % de la población y la pobreza al mismo nivel, mientras de grosera contrapartida, los millonarios de Competitividad, su nivel de evasión fiscal ha llegado a la sorprendente cifra de un billón 700 millones de pesos y de acuerdo a expertos, con el mismo nivel de endeudamiento, precipitando a la economía a una situación de crisis económica y financiera insostenible para la población y la que nunca ha dejado de pagar impuestos.
Simplemente, los de Competitividad están saqueando a la República y hasta ahora con total impunidad y que es la razón de que esas fortunas están dando los primeros pasos, para que uno de los suyos, Frank Rainieri, sea impulsado como candidato presidencial para el 2028 y para lograr su resultado final: Que toda la nación y abiertamente sea su caja chica.
Ya mismo la República se encuentra en una grave encerrona, la institucionalidad peligra y la amenaza de una latente insurrección social es imposible dejar de reconocer que en corto tiempo pudiera suceder y de la peor forma. Sin embargo, ni Abinader y menos sus empleadores de Competitividad, no quieren entender que sus ambiciones desmesuradas y si no las detienen, van a destruir la paz social y con ellas provocarán la interrupción de la institucionalidad. Hasta ahora han creído que han logrado anestesiar y drogar la voluntad de la ciudadanía y no saben, que el momento de que todo estalle y la mesa caiga patas arriba, está más cercano como en ningún otro tiempo.
A nuestro modo de ver pues, solo un milagro podría impedir que la nación no se vaya al abismo en el que la ambición desmesurada de ricos, empresariado, Abinader y su gobierno y PRM la están llevando y obligándonos a plantear, que para evitar una hecatombe que afecte a la totalidad de las familias dominicanas de clase media a ciudadanos de a pie, haya que pensar y seriamente, de que es necesario un cambio estructural del sistema político, de plutocrático a democrático con un sistema constitucional de contrapesos. Por ejemplo, con la presencia de la figura del referendo revocatorio de mandato y abarcando a todos los poderes públicos constitucionalmente establecidos. Con Dios. (DAG) 26.08.2025
última actualización: 09:20 am.